Cuentan que, en un valle de Japón, los soldados del general Ho se agrupaban en una colina mientras veían avanzar al ejército enemigo. Eran muchos más de los que esperaban, les doblaban en número y, desde donde estaban, podían ver ondear sus numerosos estandartes. El temor se apoderó de ellos. “Jamás podremos vencerles”, “Son demasiados”, “Es una locura”, comentaban nerviosos.

En ese momento, el general Ho salió de su tienda de campaña, caminó entre sus tropas y, viéndolas inquietas, dijo: “Preguntaremos a los dioses por el destino de esta batalla”. Y, acto seguido, elevó su brazo para mostrar a todos, en la punta de sus dedos, una reluciente moneda de oro. “¡Si cae cara, ganaremos; si cae cruz, perderemos!”, gritó al viento.

El general Ho lanzó la moneda al aire y todas las miradas expectantes la siguieron hasta que cayó al suelo. “¡Cara!”, gritaron los soldados. “Tenemos el favor de los dioses, ¡sin duda, ganaremos!”, se decían los unos a los otros.

Confiados en el triunfo, se encaminaron sin miedo a enfrentarse con el ejército enemigo y, aunque eran muy inferiores en número, batallaron con bravura durante horas hasta derrotarlo.

Cuando regresaban a su campamento, uno de los lugartenientes le comentó al general Ho: “¡Ganamos! Esto demuestra que no es posible influir en los designios de los dioses”. “¿Tú crees?”, dijo con ironía Ho mostrándole, sobre la palma de la mano, la moneda de oro. La giró y entonces el soldado pudo ver que ambos lados eran iguales.

Si crees que no puedes... no podrás

Como bien ejemplifica la leyenda del general Ho, allí donde el miedo nos empuja a retroceder, la confianza puede permitirnos enfrentar la situación para dar lo mejor de nosotros. Pero cuando las personas no confían en sí mismas suelen enfrentar el miedo profetizándose el fracaso. Así no se decepcionan después, pero incurren en un fenómeno que se conoce como la “profecía autocumplida”.

Despídete de los pensamientos catastrofistas que te encierran en su círculo vicioso.

Acometen las tareas pensando una y otra vez: “No podré, no soy lo suficientemente bueno”, y tanto piensan en esto y tan poco se ocupan de lo que están haciendo que, al final, efectivamente fracasan. Así confirman todos sus pensamientos catastrofistas construyendo un auténtico círculo vicioso. Por supuesto, siempre queda el consuelo de decir: “¿Has visto? Ya te lo había dicho”, pero si no queremos consolarnos con tener razón y lo que deseamos es salir de este círculo, tendremos que estar dispuestos a correr cierto riesgo, y tener quizá que decir: “Estaba equivocado”.

¿Creer es poder?

No confiar en uno mismo es casi garantía de fracaso; lamentablemente, no ocurre lo mismo a la inversa. Es decir, si bien es cierto que confiar en uno mismo aumenta las probabilidades de dar lo mejor de nosotros, no debemos caer en la trampa de creer que la confianza nos asegura siempre el éxito.

¿En qué consiste la autoconfianza?

La confianza en mí mismo no es vanidad ciega, sino la disposición a pasar alguna inseguridad y saber que puedo con ello. Sobre todo, esto último. La confianza radica en la certeza de que cualquiera que sea el resultado, yo podré afrontarlo, que no me derrumbaré aunque las cosas no salgan tal y como yo hubiese querido. Sentiré pena, sí, pero no abandonaré. Y si tomo conciencia de esto, podré afrontar casi todo lo que me proponga en la vida.

De esta manera, más allá del resultado de cualquier empresa, la confianza en nosotros mismos favorece nuestro crecimiento personal porque nos alienta a enfrentarnos con aquello que nos obstaculiza o atemoriza. La experiencia –no el resultado– es lo que nos hace crecer como personas.

La confianza no es una virtud pasiva que surge de la nada, no podemos esperarla sentados en el sillón de casa, no podemos pensar que todo irá bien y ya está. La confianza ni se obtiene ni se ejerce de manera pasiva. Se construye y se ejercita diariamente.

¿Cómo ejercitar la confianza en uno mismo?

Ante todo, debo dedicar algún tiempo a conocer y valorar mis capacidades. Me refiero a valorar, no en el sentido de apreciar, sino en el sentido de medir. Tener una clara idea de mis puntos fuertes y mis limitaciones me ayudará a desempeñarme mejor en lo que emprenda.Y, sin duda, creo que para ganar confianza es imprescindible hacer. Se aprende, se construye, haciendo.

Muchas veces nos encontramos diciendo: “No puedo hacerlo, me falta confianza” o “Me falta autoestima”. Lo paradójico es que justamente atravesar esas experiencias que evitamos es lo que podría ayudarnos a ganar confianza o autoestima.

Si nos aventuramos ganaremos confianza porque la confianza no depende de los resultados que uno obtenga. La confianza se construye atravesando experiencias inciertas, lo que a su vez nos animará a emprender otras nuevas.

Todo esto no significa que no pueda prepararme y trabajar para enfrentar mis desafíos con mayor aplomo, ¡ni mucho menos! De hecho, la palabra confiar también significa “poner al cuidado de”. Este significado es para mí el más clarificador porque expresa que, cuando confío en mí, pongo algo a mi cuidado, hago que algo dependa de mí, soy responsable de trabajarpor ello, de cuidarlo, de nutrirlo y de llevarlo a cabo.

Cuando digo: “Confío en mí para este examen”, también estoy diciendo: “Pongo este examen a mi cuidado, me preparo, estudio”. Cuando digo: “Confío en mi matrimonio”, estoy expresando: “Pongo mi matrimonio a mi cuidado, me ocupo de nutrirlo, de fortalecerlo”. Confiar en los demás es saber entregarse, dar antes de recibir, defendiendo las propias necesidades y deseos. Confiar es sentir que podemos disfrutar.

La confianza se construye atravesando experiencias inciertas

Ver las cosas de este modo nos sitúa en una posición activa y nos proporciona más libertad –también más trabajo–. Libertad para llevar a cabo los proyectos que nos llenan y que dan sentido a nuestra vida, y trabajo porque cualquier aprendizaje requiere de una buena dosis de energía.

Si logramos conocer nuestras capacidades y nuestros límites, si entendemos que somos falibles pero que eso no termina con nosotros, si ponemos a nuestro cuidado las cosas que nos interesan en lugar de dejarlas a su suerte... podremos enfrentarnos a los desafíos de la vida con confianza. Podremos llevar a buen puerto lo que nos propongamos y lo que la vida, a su vez, nos proponga.