Una soleada tarde de 1987 la psicóloga Francine Shapiro paseaba por un parque en la ciudad de Los Gatos, en California. Shapiro padecía nistagmo, un espasmo de los músculos motores del globo ocular que producen movimientos involuntarios del ojo en varios sentidos (horizontal, vertical, oscilatorio, rotatorio... ).

De modo casual, observó que mientras sufría un episodio de nistagmo, sus pensamientos perturbadores se desvanecían. Cuando volvió a pensar en ellos, descubrió que ya no le molestaban como antes.

Siguió moviendo los ojos, esta vez de forma deliberada, a la vez que elegía otros pensamientos generadores de ansiedad; los resultados fueron idénticos.

Shapiro se dio cuenta de que los movimientos oculares lograban que los pensamientos perdiesen gran parte de su carga negativa.

Lo probó con amigos y conocidos y perfeccionó un proceso al que llamó EMD (Eye Movement Desensitization). En 1990 amplió el concepto a EMDR, acrónimo de "Desensibilización y Reprocesamiento a través de Movimientos Oculares".

Cabe destacar que no solo se trata de liberar a los pensamientos de su carga de ansiedad o de dejar que las preocupaciones se desvanezcan. La técnica EMDR ayuda a aceptar, digerir y elaborar las experiencias difíciles, duras o traumáticas, de tal forma que no solo podamos entender qué ocurrió entonces, sino que el percance, por duro que fuese, nos deje seguir adelante con nuestra vida.

Qué es el EMDR y cómo ayuda en el trauma

Cuando una persona tiene una experiencia traumática (ya sea que un profesor la humilló delante de sus compañeros, haber sufrido un accidente de tráfico, perder a un ser querido), esta puede quedarse bloqueada en el sistema nervioso, en su propia red neurológica, exactamente de la misma forma en que ocurrió, con las imágenes, sabores, olores, sonidos, pensamientos y emociones, como si esta información estuviese congelada de algún modo dentro del cuerpo y de la mente.

Normalmente, el cerebro tiene un sistema de procesamiento de información que nos mantiene equilibrados, pero la vivencia del trauma puede atrancar el sistema y causar toda una serie de síntomas, a veces muy incapacitantes (fobias importantes, pesadillas recurrentes, limitaciones que uno se autoimpone).

Los movimientos bilaterales que se aplican como parte de la terapia EMDR parecen ejercer un efecto de desbloqueo del sistema nervioso y permiten al cerebro procesar esta información.

Un observador solo verá a un terapeuta moviendo los dedos para ayudar a que la persona mueva los ojos, golpeando alternativamente sus rodillas con una mano o dejándole oír una música o sonidos especiales, entre otras posibilidades.

Al comenzar los movimientos se estimula la red neuronal donde se quedó atrapado el recuerdo, de forma que se da el impulso necesario que restaura los mecanismos naturales de procesamiento del Sistema.

Cada serie de movimientos sigue desbloqueando información perturbadora, hasta que pensamientos, sentimientos, imágenes y emociones pierden su connotación negativa y son reemplazados espontáneamente por una actitud más positiva y útil.

Se cree que este tipo de estimulación desencadena un mecanismo similar al producido durante la fase REM del sueño, que sirve también para procesar las emociones vividas.

Una experiencia muy personal

La primera vez que conocí la técnica, en 2004, me pareció un poco esotérica. Sin embargo algunos colegas psicólogos que realizaron la formación oficial empezaron a emplearla en sus consultas.

Sus primeros resultados me sorprendieron. Una mujer que estaba siendo tratada por problemas de ansiedad desde hacía meses se presentó en la consulta de Carmen diciendo: "He logrado evitar siempre los aviones pero ahora, de forma ineludible, tengo que cruzar el Atlántico. Debo tomar un avión mañana mismo. ¿Puedes hacer algo por mí?".

Tras recordarle que en su consulta no se realizaban milagros, la terapeuta decidió probar con EMDR. Lo siguiente fue una llamada telefónica de una paciente eufórica ¡desde San Francisco!

Javier decidió proponer EMDR a un cliente al que atendía desde hacía tres años. Ante su sorpresa, a los 30 minutos de estimulación, surgió (de forma harto explícita) el recuerdo de los abusos sufridos de niño por un familiar cercano.

Vistas esas experiencias decidí formarme también y, desde entonces, empleo la técnica en los casos más graves. Creo que siempre recordaré el primer caso que traté con ella. Bastaron cinco sesiones para resolver la situación de una persona que sufría hasta tres crisis de ansiedad diarias desde hacía más de veinte años. Sí, uno de los efectos de esta técnica es que el terapeuta puede quedarse rápidamente sin cliente...

EMDR para la independencia emocional

En aquellos primeros momentos probé la técnica con algunas mujeres que habían sufrido maltrato con resultados rápidos y muy positivos.

Es cierto que la mayoría de sesiones acaban siendo muy intensas a nivel emocional pero el efecto posterior puede ser sorprendente. Las mujeres tratadas no solo integraban bien su experiencia sino que se sentían liberadas emocionalmente y muy pronto empezaban a retomar las riendas de su vida.

Recuerdo a Mari Luz, que deseaba formar una pareja estable con la que poder tener hijos y, en cambio, llevaba seis años siendo amante de un hombre casado, empeñada en seguir creyendo que él dejaría a su mujer y juntos formarían la pareja ideal. Después de un par de meses de tratamiento convencional, Mari Luz se sometió a una sesión de EMDR que parecía no haber surtido ningún efecto.

Mari Luz recibió una llamada telefónica de control de su terapeuta a los dos días. Dijo que no había sentido cansancio tras la sesión (un efecto habitual) ni otras reacciones adversas (dolores de cabeza, mareos); afirmó que no sentía que la sesión le hubiese hecho nada. Antes de colgar añadió: "Por cierto, he decidido dejar a este hombre, ya se lo he dicho y, para celebrarlo, estoy redecorando mi casa".

Una herramienta para superar bloqueos

El EMDR suele ser eficaz para procesar hechos traumáticos del pasado, abusos, duelos e, incluso, para algunos problemas psicosomáticos. Es muy rápido en los casos en los que hay un hecho traumático claro, como un accidente de tráfico, y también en casos de fobias o temores importantes.

No hace falta tener un gran trauma para beneficiarse de esta técnica: todos tenemos rincones oscuros y experiencias que nos están interfiriendo o influyendo negativamente. El miedo, la desconfianza, el temor a sufrir o al dolor hace que, a menudo, se rechace todo aquello que se crea que puede afectar emocionalmente.

De algún modo, el EMDR ayuda a poner claridad dentro de uno mismo y a despejar obstáculos que impidan llevar una vida más plena.

El EMDR se sitúa en el polo opuesto a las terapias verbales y también difiere de las corporales. A los profesionales les resulta útil, por ejemplo, en el caso de clientes que permanecen mudos, sea porque no saben lo que les pasa ni pueden interpretar sus sensaciones corporales o por otros motivos (a veces los adolescentes son un ejemplo de ello).

A quienes tienen una gran tendencia a evitar las situaciones dolorosas esta técnica les permite ir trabajando poco a poco unos aspectos críticos de la experiencia mientras se excluyen otros.

El EMDR estimula procesos de asociación libre de ideas y da un rápido acceso a recuerdos e imágenes del pasado, permitiendo que sea posible asociar las experiencias vitales dolorosas actuales a episodios vitales del pasado que han podido ser resueltos con éxito. Esa parece una de las claves que ayudan a ese sentimiento de integración y de globalidad que se siente tras un tratamiento.

El EMDR en psicología

Pocas personas se sobresaltan cuando un libro cae al suelo. Pero la experiencia será muy distinta para una mujer que oyó caer un libro mientras estaba siendo violada. A ella se le estremecerá el cuerpo mientras piensa: "Oh, ¡está ocurriendo de nuevo!".

Sucede así porque la amígdala de las personas traumatizadas sigue seleccionando todo lo que recuerda al trauma como relevante e ignora otras muchas señales que también son importantes pero que no son amenazantes para la vida .

Es posible, asimismo, que el hipocampo de estas personas esté dañado por la experiencia traumática y archive mal la información. Los neurólogos han demostrado que, en las personas que han sido expuestas a un trauma prolongado, el hipocampo se encoge, reduciendo e impidiendo muchos niveles de funcionamiento cerebral.

Una abogada me contaba: "Cada vez que mi jefe me habla con un tono un poco más alto y firme, es como si el tiempo se detuviera y yo me quedara inmóvil esperando recibir un golpe". Hacía casi un año que Julia se había separado del hombre que la había maltratado durante años.

Esta reacción ilustra cómo el sistema límbico filtra la información que recibe. Los impulsos sensoriales llegan al tálamo y van hacia la amígdala, donde esta información es juzgada similar a de una de las múltiples agresiones recibidas. La amígdala decide: "vas a ser golpeada de nuevo", se libera cortisol y adrenalina, y Julia vuelve a ser embargada por el miedo.

La información es enviada también al córtex prefrontal donde reside la conciencia, aunque a un ritmo más lento. Unos microsegundos más tarde, cuando el grito llega al córtex, este reacciona y piensa erróneamente: "este hombre es un maltratador".

Cómo funciona la estimulación bilateral

Se sabe que el cerebro es un organismo bilateral y que los dos hemisferios son bastante diferentes entre sí.

El izquierdo organiza la información y procesa de modo secuencial; conoce el orden, el espacio y el tiempo (esto pasó ayer, esto hace diez años). Organiza la información en símbolos para dividir los estímulos en elementos categóricos y combinarlos en imágenes nuevas. Es el hemisferio racional, social, el que resuelve problemas.

En el hemisferio derecho se gestionan las emociones. Estas son importantes a la hora de integrar y planificar, y también cuando uno va a relacionarse con otras personas a nivel emocional.

Un área enorme en medio de ambos hemisferios llamada cuerpo calloso los conecta con miles de millones de fibras de tal modo que, en condiciones normales, el cerebro izquierdo conoce lo que hace el derecho y viceversa.

En los niños que han sufrido experiencias traumáticas, sin embargo, se ha visto que tienen un cuerpo calloso más engrosado, lo que provoca que la transferencia de información entre una parte del cerebro y otra sea menor. Esto hace que cuando se alteran emocionalmente, se active su cerebro derecho y cuando están utilizando su cerebro izquierdo, el pensamiento y los aspectos afectivos y emocionales no vayan a la par.

Parece que la estimulación bilateral del EMDR consigue que los dos hemisferios cerebrales funcionen a la par, contribuyendo al efecto de desensibilización y reprocesamiento.