Suele pensarse que llorar es señal de debilidad y que hay que evitarlo. Pero es aconsejable no contener el deseo de llorar, si bien puede buscarse algún lugar privado. No hacerlo supone llevar al interior estas tensiones, lo que puede agravar la situación.
Beneficios para la salud mental de llorar
Curiosamente, las personas depresivas lloran relativamente poco, en contra de lo que se podría imaginar. Y es que al llorar, por contradictorio que parezca, mejora nuestra salud mental. El llanto emocional (no provocado por el dolor) ayuda a liberar tensiones tanto física como psicológicas.
- Al llorar limpiamos nuestras emociones. Llorar es una forma de eliminar "toxinas" tanto físicas como emocionales. Se ha estudiado, por ejemplo, que la composición de las lágrimas difiere según la situación: no es lo mismo si derivan de una tristeza que de cortar cebollas.
- Llorar combate el estrés y la ansiedad. En realidad, el hecho de reír y llorar se expresan de manera parecida (respiración entrecortada, cambios faciales, lagrimeo), ambas son contagiosas si se está en un grupo, y ayudan a combatir el estrés y la ansiedad, lo que permite tener una actitud más positiva frente a la vida.
Llorar está en la naturaleza humana
Si hay un idioma universal humano, está compuesto principalmente de risas y llantos. Pues tanto el placer como el dolor, la alegría y la tristeza, tienden a expresarse en última instancia a través de ese lenguaje sin palabras ni fronteras.
Basta observar a los niños, que pasan con sorprendente rapidez del lagrimeo a la risa, para entender que durante toda la existencia nos movemos, aunque de manera más elaborada, entre ambas polaridades.
Por eso en el antiguo teatro griego los actores llevaban máscaras, unas con la comisura labial hacia arriba y otras hacia abajo, denotando el estado interior del personaje.
El ser humano se diferencia básicamente de los animales por la postura erguida, el habla, la mano prensil, el sentido "religioso" (ante la muerte y el misterio de la vida) y la capacidad de reír y llorar.
Es obvio que los animales pueden sentir emociones, basta con imaginar un perro, pero no llegan a manifestarlas a través de los mecanismos de la risa y el llanto. Por eso cuando nos referimos a las lágrimas del cocodrilo o la risa de la hiena, hablamos en sentido figurado.
Cómo llorar: el poder de expresar las emociones
Expresar de manera espontánea tanto la alegría como la tristeza es, como se ha comentado, sano y conveniente.
Las lágrimas pueden ser una forma de aprendizaje y de purificación, si se sabe entender su significado. En todo caso, nos hermanan con nuestros semejantes y pueden ayudarnos a cambiar de actitud y objetivos, pues quien sufre sabe apreciar mejor los dones de la vida.
Lo que no conviene es instalarse en la tristeza, en la autocompasión. Del mismo modo que las lágrimas se secan pronto, hay que volver a adoptar una disposición a ser feliz.
La relación entre humor y salud
Está claro que preferimos reír que llorar y es agradable rodearse de personas alegres. En este sentido, recordemos el origen de la expresión tener buen humor.
Cuando se dice que alguien que hace reír es un humorista, no solemos relacionar el hecho con la llamada teoría humoral de la enfermedad, que era la base de la medicina grecolatina y estuvo vigente en Occidente hasta hace pocos siglos.
Esta visión de la fisiología no se utiliza ahora científicamente, pero de forma simbólica sigue siendo válida.
Sostiene que en el organismo actúan cuatro "humores" o fluidos (linfa, sangre, bilis y atrabilis) que deben estar en proporciones adecuadas para el mantenimiento de la salud.
Así, la "sangre" (de naturaleza cálida y húmeda) debe preponderar respecto a la "bilis negra" o atrabilis (fría y seca). Si esta aumenta, habría una excesiva "melancolía" con tristeza y abatimiento, lo que hoy llamaríamos estado depresivo.
Es decir, que la tristeza no puede dejar de estar presente en nuestras vidas, si bien la alegría debe prevalecer. Porque si nunca hubiéramos estado apenados no sabríamos apreciar el estar contentos.
¿Es mejor llorar que reír?
Como siempre, es cuestión de proporciones. Si comparamos lo melancólico con la sal (las lágrimas son saladas, como la sangre y el mar) y lo hilarante con la pimienta, está claro que aunque la vida hay que sazonarla a menudo, conviene no exagerar. Salpimentar con cierta mesura es lo mejor para apreciar el sabor de la comida.
Por otra parte, si concebimos la risa y el llanto o la alegría y la tristeza como opuestos , hay una expresión anímica que concilia ambas posibilidades: la sonrisa.
La risa puede ser generosa y amable, pero también hiriente o incluso maligna en ocasiones (recordemos la carcajada mefistofélica).
Las lágrimas son a menudo nobles y sacrificadas, pero a veces egoístas e ignorantes.
Mientras que la sonrisa franca expresa esencialmente alegría, aunque siempre con un punto de melancolía. Celeste y a la vez terrestre, angélica y humana, siempre bella independientemente de quien la expresa.
La sonrisa nos invita a buscar el centro y huir de los extremos, a situarnos -como sugiere el budismo- "más allá del miedo y la esperanza", manteniendo la serenidad.
Nos agradan las sonrisas sinceras porque son cálidas y reconfortantes. En ellas se vislumbra, a través del rostro y la mirada, el brillo de una luz interior.
Libros sobre el humor y la salud
- La importancia de vivir; Lin Yutang. Ed Edhasa
- El chiste y su relación con lo inconsciente; Sigmund Freud. Alianza Editorial