En un mundo con un exceso de información que invita a la dispersión, la soledad permite concentrarse en el interior, en lo importante para cada uno, en los proyectos y las frustraciones.

Se necesita soledad para valorar el pasado, las posibilidades de crecer que se han tenido, y también para proyectar el presente y el futuro.

Nos ayuda a ver nuestros puntos débiles y los recursos de que disponemos. Nos damos cuenta de qué vida llevamos, de cuáles son nuestras jaulas, dependencias y servidumbres.

En ese aspecto, la soledad es iluminadora, transparente. Es la base del autoconocimiento.

¿Estar solo, o sentirse solo?

Hay que distinguir entre soledad física y soledad emocional. Se puede estar aislado en un refugio de montaña y sentirse acompañado por tener presentes a otras personas.

La soledad física a veces nos conecta a los demás en un plano profundo. En ella surgen las grandes ideas, las grandes creaciones de la literatura, el arte, la música… Y muchos de los misterios relatados en las religiones se plantearon en la soledad física, pero a la vez en la experiencia de conectar con algo que ya estaba allí.

Lo que eleva y hace útil esa conexión en soledad es ser comprendidos y aceptados al comunicarla. Si no, puede ser desagradable y llevar a la locura y marginación.

Afrontar la soledad cuando no la deseamos

A veces la soledad llega de repente, obligada, traumática, con la desaparición de un ser querido. Después de estas experiencias, ya no se es el mismo: un velo se ha roto.

Otras veces la traen la incomunicación, la apatía, la tristeza, la depresión, la marginación… barreras físicas, anímicas o sociales difíciles de sobrepasar.

La soledad margina y separa de los demás, pero también ayuda a marcar límites y a valorar las relaciones.

Esa soledad tiene que ser vivida y sufrida para que pueda convertirse en deseo de vivir y de relacionarse de otro modo con uno mismo, para que puedan adquirirse nuevas perspectivas y establecerse nuevos vínculos.

Recomendaciones para aprender a disfrutar la soledad

  • Busca momentos para la soledad, la contemplación o la meditación, intentando parar la actividad mental y sentirte integrado en lo que estás haciendo, y déjate sorprender: por un árbol, un pájaro, un ruido…
  • A veces no se soporta estar solo toda una tarde y se buscan vínculos, navegar, encontrar algún amigo por internet… Es importante tomar conciencia de esa necesidad comunicativa y de todo lo que aportan tanto la comunicación como la soledad.