Los sueños lúcidos consisten en tomar conciencia, “despertar” dentro del sueño mientras seguimos durmiendo. Se ha estimado que al menos un 70% de la población tiene estas experiencias de forma espontánea. Sin embargo, todos podemos inducirlas a través de la práctica, como veremos en el apartado final de este artículo.

Los sueños lúcidos son un campo de experimentación de posibilidades infinitas. Al darnos cuenta de que estamos soñando, tenemos la oportunidad de…

  • Visitar lugares donde nunca hemos estado, incluyendo el espacio exterior.
  • Volar libremente o saltar desde un precipicio sin miedo a hacernos daño.
  • Afrontar monstruos o situaciones que nos producen temor con la seguridad de que estamos a salvo.
  • Desplegar poderes sobrehumanos.
  • Viajar al pasado o al futuro.
  • Hacer realidad nuestras fantasías sexuales.
  • Gracias a esta libertad de la que disponemos, podremos explorar partes de nuestro inconsciente que desconocemos, a la vez que desarrollamos nuestra intuición, ya que se trata de una experiencia altamente creativa.

Por qué ser conscientes de nuestro mundo onírico

Todos deberíamos prestar atención a nuestro mundo onírico, ya que gracias a él accedemos a la parte no visible del iceberg, todo lo que queda sumergido bajo la conciencia.

Carl Gustav Jung lo comparaba con una mansión de la que solo conocemos una pequeña parte. Al soñar, nos perdemos por los pasillos y escalinatas de nuestra mente. Entramos en estancias secretas que nos sorprenden, así como en trasteros donde descubrimos reliquias del pasado. A veces entramos en salas inundadas de una claridad y belleza que nos roba el aliento. A través de los ventanales, vemos paisajes sublimes, con senderos que llevan a lugares nunca imaginados.

En nuestra mansión del inconsciente también nos encontraremos con personas.

Algunas nos resultarán familiares y otras no. Dependiendo de la puerta que abramos, aparecerá un bello príncipe o un monstruo temible. Los sueños son como cuentos a través de los que el inconsciente se comunica con nosotros, así que todo lo que sucede tiene algo que enseñarnos. De hecho, Jung soñó más de una vez que deambulaba literalmente por una mansión. Tal como explica en su libro Recuerdos, sueños y pensamientos:

“Me encontraba en una casa desconocida para mí que tenía dos plantas (…). Al descender a la planta baja, todo estaba algo oscuro. Yo iba de una habitación a otra y pensaba: ahora debo explorar toda la casa. Llegué a una pesada puerta y la abrí. Tras ella descubrí una escalera de piedra que conducía al sótano. Bajé y me hallé en una bella y abovedada sala muy antigua (…). Observé también el pavimento que constaba de baldosas. En una de ellas descubrí un anillo. Al tirar de él se levantó la losa y nuevamente hallé una escalera. Era de peldaños de piedra muy estrechos que conducían al fondo. Bajé y llegué a una pequeña gruta. En el suelo había mucho polvo, huesos y vasijas rotas, como restos de una cultura muy antigua. Descubrí dos cráneos humanos semidestruidos y al parecer muy antiguos”.

Un método para liberar complejos, bloqueos y represiones

La lucidez onírica es también muy eficaz para liberar nuestra mente de complejos, bloqueos y represiones. Y puede ser especialmente útil para combatir miedos y fobias, como hizo Alejandro Jodorowsky en este sueño que explica en su libro Psicomagia:
“Una vez quise saber qué era morir: me arrojé desde lo alto de un edificio y me estrellé contra el suelo. Inmediatamente, me encontré vivo en otro cuerpo, entre la multitud que miraba el cadáver del suicida. Así descubrí que el cerebro desconoce la muerte”.

Muchas personas aprovechan estos viajes para comunicarse con personas que han fallecido. En mi caso, tras la muerte de un primo que era como un hermano mayor para mí, él apareció durante años en mis sueños y sostuvimos conversaciones que me permitieron completar el duelo.

En otra ocasión, durante un sueño lúcido tuve la visita de un maestro desconocido que traía un mensaje para mí. Sucedió al final de la primavera, cuando albergaba la idea de fundar una pequeña editorial. Yo estaba en el jardín de un hotel, cuando un hombre de largos cabellos blancos se acercó a mí.

—Vengo a pedirte que no lleves a cabo este proyecto que tienes en mente. En lugar de eso, te sugiero que hagas otra cosa.

Era la primera vez que recibía órdenes tan precisas a través de un sueño, así que le interrogué conscientemente para poder saber qué esperaba de mí. El hombre del pelo blanco me explicó su plan alternativo, que suponía una tarea de nueve meses que me llevaría a descubrir aspectos desconocidos de mí mismo, según me aseguró. No sé si este mentor era un maestro venido de otra parte o mi yo futuro, como me sugirió después un amigo psicólogo, pero doy fe de que el nuevo camino que me señalaba en ese sueño es realmente el adecuado.

La técnica del sueño lúcido: buscar "fallos"

Aunque nuestros sueños sean más simples, tenemos suerte de poder acceder cada noche a nuestra mansión secreta, cualquiera que sea la forma que tome. Y si desarrollamos esta lucidez —darnos cuenta de que estamos soñando sin llegar a despertarnos—, es entonces cuando podemos movernos por ella a voluntad y descubrir todos sus secretos.

Los sueños lúcidos nos permiten tener cierto grado de conciencia dentro del sueño, controlar nuestros pasos dentro de estos escenarios maravillosos y llenos de enseñanzas. Fascinado por estos viajes en el inconsciente, en el 2004 publiqué la fábula El castillo de los 9 espejos. En su primera edición firmé con el nombre de la protagonista, Irene Mond, pero en su edición actualizada de 2020, a petición del editor, he utilizado mi propio nombre.

Cuenta la historia de una mujer joven que, tras perder el rumbo de su vida, empieza a visitar a un terapeuta especializado en sueños lúcidos.

En la primera consulta, este propone a Irene que entre en la mansión de su inconsciente para descubrir nueve espejos, uno cada noche, que le irán revelando un aspecto de ella que necesita conocer. Cuando Irene le pregunta cómo alcanzar esta lucidez, el terapeuta le explica:

Hay muchas técnicas para lograrlo, pero es indispensable prestar atención, aunque estés durmiendo. En los sueños, el mundo conocido suele tener fallos, como si los que montan el escenario hubieran trabajado con prisas: puede que las puertas y ventanas no estén donde suelen estar, que se mezclen elementos de diferentes personas o lugares, o bien que sucedan cosas que desafían la lógica terrestre: ya sabes, elevarse por los aires y todo eso. Cuando detectes uno de estos signos, debes decirte ‘estoy soñando’.

Ejercicio práctico para convertirse en viajero del sueño

Aunque hay personas que tienen sueños lúcidos espontáneamente, el oficio de onirauta, así se llaman los viajeros del sueño, puede entrenarse:

  • Evitar los excitantes y el alcohol. Una premisa para soñar es gozar de un descanso profundo. Por esta razón, desde primera hora de la tarde debes evitar la cafeína (café, té, chocolate…). La nicotina también dificulta el sueño y hace que nos despertemos a lo largo de la noche. Asimismo, hay que prescindir del alcohol antes de dormir, ya que convierte nuestro sueño en más frágil y superficial.
  • Visualizar una imagen para despegar. Si quieres soñar lúcidamente con algún lugar o persona en especial, te será muy útil tener una imagen alusiva antes de cerrar los ojos. Si, por ejemplo, quieres charlar con alguien que ya no está en tu vida, dedica un rato a hablarle delante de su retrato. Dile que vas a su encuentro y que tienes muchas ganas de conversar con él o ella. Si se trata de un espacio en particular, mirar fotos, una filmación o documental ayudará a la oficina secreta del sueño a preparar la “película” que vas a vivir.
  • Buscar las diferencias. Hay muchas pistas que nos indican que estamos dentro de un sueño. Detecta diferencias respecto a la realidad en la vigilia. Las personas se comportan de manera distinta, o bien aparecen estando fallecidas. Volvemos al pasado o vemos a conocidos tal como eran hace tiempo. Vivimos un romance prohibido o somos perseguidos de manera imprevista. Damos grandes saltos, caemos por barrancos o vamos a velocidades imposibles, o bien nos quedamos paralizados y, sin motivo aparente, no logramos avanzar. A menudo nos falta alguna prenda de ropa mientras caminamos o esperamos el autobús.
  • Meditar antes del viaje lúcido. Cualquier técnica de mindfulness favorece los sueños lúcidos, ya que nos hace conscientes de todo lo que sucede dentro de nuestra mente. El psicólogo y especialista en sueños David Fontana sugería esta sencilla técnica: “Escoge un lugar lo más tranquilo posible y siéntate en una silla recta o en el suelo con las piernas cruzadas. Para empezar, será suficiente con que medites cinco minutos. A medida que progreses en la práctica, podrás ir alargando su duración hasta llegar a unos 20 minutos. Baja los párpados de modo que solo penetre en tus ojos una leve franja de luz, o ciérralos completamente, si así lo prefieres, y no te provoca somnolencia”.
  • Escribir un diario de sueños. Un cuaderno y un bolígrafo en la mesilla de noche es el kit básico de cualquier onirauta para explorar las noches. Anota cada mañana los detalles más interesantes de la aventura que acabas de tener. Cuantos más sueños recuerdes, más fácil te será adquirir conciencia cuando empieces a viajar dentro de ellos.