La ansiedad aparece a lo largo de la vida ante cualquier eventualidad que amenaza nuestra integridad o identidad. Sin embargo, a veces surge sin que esa eventualidad esté clara o, estándola, lo hace con una intensidad desproporcionada, ose instala en la vida de la persona atormentándola e impidiéndole vivir de forma razonable. Reconocer los síntomas de la ansiedad es el primer paso para poder controlar el malestar que provoca.

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Qué es la ansiedad

La ansiedad "normal" o "existencial" es una agitación natural del espíritu necesaria para la supervivencia y el aprendizaje. La ansiedad patológica, en cambio, es la que lleva a revivir situaciones pasadas, a la representación imaginaria de un conflicto inconsciente que no se quiere o no se sabe reconocer, por negativo, desagradable o doloroso.

Es una ansiedad repetitiva, pues está unida al carácter, y tiene un componente más corporal. A la sensación de angustia se suman síntomas físicos que a menudo llevan a quien los sufre a peregrinar por consultas médicas convencido de que tiene alguna enfermedad que no le han sabido detectar. Además, provoca una hiperactividad inadecuada que afecta al rendimiento, al funcionamiento psicosocial y a la libertad personal.

Trastorno de ansiedad generalizada: síntomas psíquicos

Una de las mayores dificultades que tiene quien sufre ansiedad es no saber qué le sucede, o pensar que se está volviendo "loco". Sin embargo, muchos son los síntomas que ayudan a identificarla.

En el plano psíquico:

  • Sentimiento de inquietud y nerviosismo. Todo le preocupa, y esta situación afecta a su labor profesional.
  • Aparecen sentimientos de incapacidad, su mundo se vuelve cada vez más estrecho.
  • Los ruidos le sobresaltan.
  • El futuro le agobia y poco a poco va restringiendo sus relaciones.
  • Dificultad para dormir y pesadillas.
  • Irritabilidad y el malhumor.
  • Llanto. La persona puede sentirse a veces desolada por su situación y llora, pero es un llanto de impotencia y sobrecarga tensional.
  • Sensación fuerte de temor. Es frecuente que este sentimiento de amenaza a la integridad y pérdida de control se manifiesten con miedo a padecer una grave enfermedad, física o mental.

Trastorno de ansiedad generalizada: síntomas físicos

Los síntomas somáticos son amplios, consecuencia del desequilibrio neurovegetativo y neuroendocrino, así como de una hiperactivación fisiológica.

Con mayor o menor intensidad, el cuerpo reacciona como lo haría ante un peligro, preparándose para la lucha o la huida, solo que no existe un peligro real:

  • La garganta se estrecha.
  • El corazón late más deprisa.
  • Falta el aliento.
  • Sudoración.
  • Se siente una opresión en el pecho.

Pueden aparecer inestabilidad, mareos, temblores, sequedad de boca, náuseas o vómitos, cefaleas, alteraciones de la tensión arterial, anorexia o bulimia, estreñimiento, diarrea, micciones frecuentes o disfunción sexual.

Si los síntomas aparecen en menor o mayor grado durante meses se habla de trastorno de ansiedad generalizada.

Pero a veces se manifiestan de forma aguda, y la persona es presa del pánico. Se apoderan de ella la aprensión, el pavor, la sensación de muerte inminente ... Estos episodios de miedo intenso son los llamados ataques de pánico o crisis de ansiedad y duran unos diez minutos.

Uno de los principales obstáculos que se tienen tras sufrir un ataque de pánico es superar el miedo a que se repita, lo cual alimenta la ansiedad y favorece la aparición de conductas evitativas.

Ansidedad y depresión: ¿son lo mismo?

La aparición de síntomas de ansiedad en cuadros depresivos hace que muchas veces se confundan depresión y ansiedad. Algunas diferencias ayudan a distinguirlas.

  • La depresión se inicia de forma progresiva y se caracteriza por una tristeza grave y persistente, pérdida de interés, variaciones del humor durante el día, pesimismo, despertar precoz, inhibición, sentimiento de culpa, tendencias suicidas e hipocondría.
  • En la ansiedad predominan la tensión física y psíquica, la inquietud, el temor al futuro y la incertidumbre.
  • El ansioso se inquieta más por el futuro que por el pasado, al contrario del depresivo. Por la noche los síntomas de la ansiedad empeoran y aparece un insomnio inicial. Tampoco se da tanta ideación suicida.

Cómo controlar los trastornos de ansiedad

Los trastornos de ansiedad responden al miedo que se siente ante algo inofensivo pero que se percibe como peligroso.

Los factores desencadenantes de la ansiedad son múltiples y se asocian a acontecimientos vitales: traumas o conflictos emocionales intensos o repetidos, situaciones físicas que representan una sobrecarga tensional (embarazo, convalecencia, situaciones de abandono, etc.).

Dada la complejidad de estos trastornos, el tratamiento debe ser multifactorial. La psicoterapia es imprescindible y los fármacos tienen una indicación complementaria. También pueden ser útiles las técnicas de relajación.

Proponemos algunas técnicas para superar los temores asociados a la ansiedad.

  • ¿Qué pasaría si ... ? Muchas veces se siente miedo porque se atribuye a una situación unas consecuencias desproporcionadas. Pregúntate qué es lo peor que podría pasarte si te sucediera lo que te da miedo. Anótalo y hazte de nuevo la misma pregunta: ¿qué es lo peor que pasaría entonces? Pregúntate entonces qué probabilidades hay de que eso suceda y si podrías vivir con ello.
  • Sé tu propio amigo. A veces somos mucho más duros con nosotros mismos que con los demás. Muéstrate contigo mismo como lo harías con un amigo, con compasión y respeto. ¿Qué le dirías a un amigo si le pasara algo similar?
  • Examina las pruebas. En lugar de dar por ciertos tus pensamientos negativos, pregúntate si tienes pruebas. ¿Qué indican los hechos? Analizar la relación entre tu temor y la realidad ayuda a ser más realista.
  • ¿Qué te impones? Si revisas lo que te sueles decir a ti mismo, quizá descubras que haya muchos mensajes como "debería ser más...", "no tendría que haber...". Estos mensajes generan frustración, culpa y vergüenza. Intenta sustituirlos por otras expresiones más amables contigo mismo, como "sería preferible que fuera más..." o "habría sido preferible que hubiera hecho...". También es útil hacerlo cuando esos mensajes se aplican a los demás o al mundo en general, pues eso también genera resentimiento y frustación.
  • ¿Qué ocultas? Cuando sientas ansiedad, pregúntate si acaba de pasar algo que te haya molestado o dolido y ante lo que no hayas reaccionado. Quizá estés utilizando la ansiedad para ocultar tus sentimientos o evitar alterarte.