"Se presenta de una forma casi violenta y cuando aparece me siento como desconectado de la realidad. Es como si estuviera perdiendo el control de una forma extrema. Mi corazón palpita muy fuerte, noto que no puedo recobrar el aliento y tengo la terrible sensación de que todo se me viene encima".

Estas son algunas de las sensaciones que experimentan quienes han padecido una crisis o ataque de ansiedad, un trastorno que cada año sufren numerosos adultos en nuestro país.

Como pueden surgir en cualquier situación, estos ataques de pánico alarman a quien los vive, pues incluso cree que "va a morir", dados los síntomas psicosomáticos tan intensos que los acompañan: mareos, sudoración, taquicardias, tensión muscular, problemas respiratorios, alteraciones digestivas o del sueño...

Las pruebas médicas, lentas y pormenorizadas, suelen indicar que la persona no presenta ninguna disfunción física, pero eso apenas alivia su sufrimiento, pues una cosa es lo que digan los análisis y otra lo que se experimenta en carne propia.

Es más, la persona suele tener tanto miedo de que vuelva a repetirse esa experiencia tan desagradable que su temor genera más ansiedad, lo que acrecienta las sensaciones de que la crisis está al acecho y genera un círculo vicioso del que es difícil salir.

¿Existen varios tipos de ansiedad?

Los ataques de ansiedad, con su cuadro de molestias psicosomáticas, son quizá el trastorno más llamativo, pero existen otros en los que la ansiedad supone por sí sola el síntoma principal:

  • Ansiedad generalizada, que se caracteriza por un estado de angustia permanente.
  • Trastorno fóbico, protagonizado por miedos concretos o difusos.
  • Trastorno obsesivo-compulsivo, con ideas intrusivas y desagradables que pueden acompañarse de actos rituales con los que se intenta reducir la angustia de la obsesión (lavarse reiteradamente las manos, comprobar puertas y enchufes...).
  • Reacciones de estrés postraumático, en las que una vivencia dolorosa sigue generando ansiedad tiempo después de haber sucedido, debido a que no se logró asimilar la situación a nivel emocional.

Según la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés, más de un 20% de la población mundial sufre alguno de estos problemas a lo largo de su vida.

La ansiedad: una invitada incómoda

Los especialistas advierten de que la ansiedad puede llegar a convertirse en severa si no se presta atención a sus síntomas, no se diagnostica a tiempo o no se trata adecuadamente.

De hecho, resulta bastante común que una persona arrastre este problema durante años sin que se le llegue a diagnosticar como tal, lo que provoca que dos de cada tres afectados no reciban tratamiento.

La ansiedad es una invitada incómoda, más insidiosa cuanto más se la pretende ignorar. Si se vuelve patológica, agrava dolencias como el asma, induce adicciones –con las que se intenta olvidar su presencia–, puede ser un factor de riesgo de muerte prematura y una de las causas de suicidio.

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Quien la padece acostumbra a tener dificultades para llevar una vida normal pues, aparte de las molestias prácticas que genera, es uno de los motivos más frecuentes de baja laboral.

La ansiedad y la depresión no deben confundirse, pero si el malestar y el desánimo cunden es posible que un trastorno conduzca al otro.

¿Hay de verdad un peligro inminente?

La ansiedad tiene puntos en común con el estrés: la mente se pone alerta frente a una posible amenaza y se activan reacciones del organismo para adaptarse a un entorno hostil.

Cuando nuestros ancestros intuían la proximidad de animales salvajes o de clanes rivales, es fácil que su pulso se acelerase para bombear el máximo de sangre o que su sistema nervioso se pusiera en tensión. Esas mismas reacciones las puede experimentar hoy cualquier persona ante un peligro imaginario o que cree percibir de forma inconsciente.

Vivir en un entorno civilizado no suprime las fuentes de la ansiedad, simplemente las modifica. Miedos, retos e incertidumbres siguen presentes bajo otras formas.

La ansiedad puede tener un componente genético que incrementa la predisposición a sufrirla; también influyen en ella factores de personalidad y de aprendizaje.

El ritmo frenético actual, con sus retos y desafíos nuevos, o las experiencias traumáticas (una pérdida personal o laboral...) suelen ser sus motivos más comunes. También pueden provocar ansiedad las situaciones con desenlaces amenazantes para la persona: tener un examen, viajar en avión, ser víctima de un robo...

Incluso una situación cotidiana puede generar ansiedad (intentar dormirse, trabajar, estudiar), si la persona piensa que pueden tener consecuencias graves para sus intereses.

"Cuanto más amenazantes sean los efectos que prevea y menos recursos tenga la persona para afrontar la situación, mayor será la reacción de ansiedad", explica Antonio Cano-Vindel, doctor en psicología y presidente de SEAS (Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés), quien también aclara que: "existe tanto el miedo al oso como la ansiedad por hablar en público. Eso indica que la ansiedad se asocia con un peligro incierto, pero no que esté en juego la vida, por mucho temor que se pueda llegar a sentir".

Los tres miedos básicos

La homeopatía tiene un enfoque muy útil para abordar la ansiedad y puede ser una de las medicinas más eficaces ante este trastorno.

Según Miguel Luqui, médico homeópata, "la ansiedad surge por el mero hecho de que existimos y somos conscientes de que envejecemos y decaemos, al igual que todo lo que nos rodea, y eso crea en nosotros un miedo. La muerte, la enfermedad y la provisión ("tengo que ganar dinero para poder vivir") son tres miedos básicos en la actualidad y desencadenantes, en muchos casos, de la ansiedad."

"Por otro lado, estamos tan alejados del espíritu –que es precisamente lo que protege al hombre frente a la muerte y frente al cambio–, que la vida lejos de eso nos lleva a la asfixia", comenta Miguel Luqui.

Lo más común es que la persona que acude a la consulta del homeópata lleve tiempo tomando ansiolíticos, lo que no impide iniciar un tratamiento homeopático.

"A medida que mejora, se pueden ir retirando los ansiolíticos de forma paulatina, nunca bruscamente, por las posibles reacciones derivadas de la dependencia física y psicológica", comenta Juan Martín-Ballestero, médico homeópata.

Para tratar la ansiedad, el homeópata valora siempre "cómo reacciona la persona, con sus somatizaciones y características propias, pero también la forma particular que cada individuo tiene de vivir la ansiedad, su modo personal de sentir lo que le ocurre y el significado que le otorga", explica Martín-Ballestero.

Y en función de estos aspectos, y no solo de los síntomas, se prescribe un medicamento homeopático u otro y se establece la dosis.

¿Cómo actúa la homeopatía en casos de miedo y ansiedad?

Tras un primer nivel de curación, que puede tener lugar ya durante la primera entrevista, en el que se intentan comprender las causas y circunstancias de lo que le sucede al paciente y se le permite expresarse, el medicamento homeopático actúa como una palanca que activa el proceso curativo haciendo aflorar la raíz de la enfermedad.

A través del remedio más próximo a la personalidad y la situación del individuo, se movilizan informaciones inconscientes y mejora la relación con el entorno.

Los síntomas se alivian, la persona se ve capaz de gestionar las situaciones que antes le producían ansiedad y siente que vuelve a ser ella misma, habiendo ampliado además su perspectiva vital.

"La homeopatía no modifica nada que la persona no quiera cambiar, pero ayuda a que uno se sienta como quiere llegar a ser", explica Juan Martín-Ballestero.

El tratamiento debe mantenerse el tiempo necesario, siempre en función de la evolución del paciente. Si el medicamento prescrito es efectivo, se mantendrá como tratamiento curativo de fondo.

En el caso de las crisis, que sean cada vez menos intensas y más espaciadas indicará que la evolución es buena.

El homeópata prescribirá un remedio en base a la particular forma que tiene cada persona de vivir la ansiedad. Algunos medicamentos bastante utilizados en la actualidad son:

  • Arsenicum Album. Ansiedad con miedo a padecer muchas enfermedades. Gran inquietud interna, la angustia lleva a la persona a ir de un sitio a otro. Se vuelve avariciosa y cautelosa. Siente que la observan. Está cansada de vivir.
  • Aconitum Napelus. La ansiedad también se manifiesta con miedos, como presentir el momento de la propia muerte. Temor en sitios cerrados, pensamientos sobre la muerte y sobre la agonía. Gran sensibilidad a los ruidos y al dolor.
  • Argentum Nitricum. El estado ansioso suele estar provocado por la anticipación negativa de los acontecimientos. Se vive siempre con prisa para llegar a tiempo. Siente indiferencia cuando está en compañía. Gran obstinación. La persona está triste y taciturna.
  • Calcarea Carbonica. Siente gran ansiedad por el futuro, y una ansiedad hipocondriaca que le puede impulsar a leer libros y webs de medicina. Gran confusión mental, bulimia. Se preocupa en exceso de temas religiosos y es muy sensible cuando escucha crueldades.
  • Natrium Muriaticum. Hay una pena que se vive en silencio, como la muerte de un ser querido. Siempre lo tiene en mente. No puede llorar a pesar de la tristeza. Los síntomas empeoran con el consuelo.
  • Lycopodium Clavatum. Ansiedad por la salud, en casa y al aire libre. Alteraciones por anticipación y por contradicción. Falta de carácter. Dificultad en la concentración. Errores al escribir (omite letras). Dictatorial. Anhelo de poder.
  • Phosphorus. Palpitaciones con angustia. Ansiedad hipocondriaca. Miedo a la muerte, a las tormentas, a que pueda pasar algo...Indiferencia hacia los seres queridos, las relaciones. Deseo sexual incrementado.

¿Se puede tratar la ansiedad con acupuntura?

Para restablecer el equilibrio interno del organismo, la medicina tradicional china actúa sobre el flujo de energía (chi) que circula por el organismo y que, en los trastornos de ansiedad, puede estar afectado a nivel de varios órganos.

El hígado suele ser el más común. "La medicina china le atribuye la planificación mental, la responsabilidad de los sueños y el coraje –explica Daniel Mené, médico y especialista en acupuntura–. De ahí que las pesadillas, la frustración, la incertidumbre ante el futuro o la incapacidad para expresar sentimientos le afecten".

Otras fuentes habituales de ansiedad, como la tristeza, la pena y los deseos insatisfechos, según la medicina china se relacionan con los pulmones y el corazón, lo que explicaría síntomas como la respiración rápida y las palpitaciones tan comunes en los ataques de ansiedad.

Las ideas obsesivas y las preocupaciones repercuten a nivel del bazo y el estómago, provocando problemas digestivos y, sobre todo, hinchazón. El riñón, por su parte, se relaciona con el miedo, emoción característica de la ansiedad.

La tarea del acupuntor consiste en averiguar qué órgano está más vinculado con la manifestación de la ansiedad de una persona determinada. Normalizar la energía de ese órgano será más efectivo que regular otro también alterado pero que ejerza un papel secundario.

Tras una entrevista con el paciente para conocer los síntomas que presenta se inicia la exploración. La toma del pulso y la observación de la lengua informan de las zonas donde puede haber un exceso o defecto de energía.

Será entonces el momento de proceder al tratamiento con acupuntura. "En tres o cuatro semanas se suelen conseguir resultados positivos, si bien en estados de ansiedad crónicos se aconsejan sesiones posteriores de mantenimiento", explica Mené.

La acupuntura es una técnica de efectos rápidos a la que la mayoría acude tras no conseguir resultados con los fármacos, si bien algunas personas pueden necesitarlos al principio.

Tras el tratamiento, "la persona es capaz de colocarse ante la situación que provoca su ansiedad y vivirla sin miedo porque ese órgano ha salido reforzado", nos comenta.

La píldora de la relajación

A pesar de los resultados que consiguen este tipo de terapias, predominan las personas que, tras un ataque de ansiedad, buscan alivio en los fármacos, el pilar del tratamiento convencional, ya que les permiten mantenerse "a salvo" y evitar que se repita.

El tratamiento de primera línea en este caso son los antidepresivos, que aunque no crean adicción tardan semanas en hacer efecto; pero también se utilizan las benzodiacepinas, que sí surten una acción inmediata.

"Por lo general es aconsejable un tratamiento prolongado de al menos seis meses, aunque será el especialista quien valore la necesidad de continuarlo", comenta la Dra. Pilar López García, médico psiquiatra de la Clínica Universitaria de Navarra.

Sin embargo, la ingesta excesiva de ansiolíticos es motivo de preocupación por las posibilidades de adicción, sobre todo de las benzodiacepinas, y otros efectos secundarios derivados de un uso prolongado o inadecuado.

"Muchas personas se aferran a los fármacos como a un clavo ardiendo y luego no lo sueltan aunque se quemen", comenta Antonio Cano-Vindel, quien alerta de que hay quien se conforma con vivir con los síntomas de la ansiedad atenuados, lo que reduce su calidad de vida.

Insiste por tanto en la necesidad de centrarse más en el pensamiento y menos en la química, sobre todo al observar cómo los tranquilizantes se han convertido en el segundo tipo de fármaco más consumido en España, por detrás de los antiulcerosos, con el agravante de que muchas personas recurren ya a ellos sin pasar por consulta.

El papel fundamental de la psicología

Los psicólogos consideran que el origen de la ansiedad no es tanto físico como mental, por ello proponen ser conscientes de las razones más o menos ocultas que provocan ese estado y dotar a la persona de herramientas para encararlo.

La reacción más fácil para combatir el problema es evitar todo lo que origina la ansiedad, pues eso otorga una sensación de control, pero en la práctica esa conducta alimenta el trastorno y hace a la persona más vulnerable. El objetivo no es pues evitar los aviones –si un día se sufrió una crisis de ansiedad volando– sino acercarse gradualmente a ellos.

Entre las técnicas psicológicas más efectivas se encuentran las de relajación (física y mental) y la psicoterapia encaminada al aprendizaje de estrategias útiles para el control de la ansiedad.

Aunque la psiquiatría considere que el tratamiento psicológico es eficaz una vez que se ha conseguido un control de los síntomas mediante la medicación, el psicólogo Cano-Vindel afirma que "si se empieza a tomar fármacos será difícil sustituirlos por el autocontrol".

Explica además que la aplicación de las técnicas psicológicas dura unos meses (entre 4 y 12 según los casos), al cabo de los cuales se habrá aprendido a controlar la ansiedad y esta habrá desaparecido. En el trastorno obsesivo-compulsivo, eso sí, "se necesita más tiempo y a veces no se alcanza la mejoría total".

Una de las técnicas que se proponen es la llamada "terapia de exposición", en la que la persona es expuesta repetidamente al factor que desencadena la ansiedad, hasta que poco a poco se ve aliviada por la familiaridad que adquiere con la situación, en lo que se denomina habituación. Se trata de una terapia complementaria que ayuda a un porcentaje muy elevado de personas si se practica adecuadamente.

No se trata de anular la ansiedad a cualquier precio, sino de dar una respuesta constructiva a sus causas. A fin de cuentas la ansiedad, en su justa medida, constituye una fuerza creativa que impulsa a actuar.

Técnicas eficaces para evitar las crisis de ansiedad

La ansiedad surge de uno mismo, por eso las técnicas que le permiten a la persona ver sus miedos desde otra perspectiva la ayudan a ganar poder y objetividad.

Hipnosis

Consiste en situar al paciente en un estado artificial inducido cercano al sueño fisiológico, al que se accede mediante técnicas de relajación.

La mente permanece despierta a través del inconsciente y desconecta casi por completo de su parte más racional.

Con ejercicios de visualización, en la medida que el terapeuta lo cree útil, se accede a la memoria profunda, donde se depositan las sugestiones introducidas. Así se pueden modificar conductas negativas, y generar y liberar recursos mentales que la persona incluso ignora tener.

Después, se puede trabajar con ejercicios para incentivar la autoestima o el autocontrol.

EMDR

Este método psicoterapéutico, cuyas siglas en inglés significan "desensibilización y reprocesamiento por el movimiento ocular", resulta efectivo para abordar de forma rápida trastornos de ansiedad, sobre todo el estrés postraumático.

Requiere estimular los dos hemisferios cerebrales con el movimiento de los ojos, de manera que no solo se logra desensibilizar a la persona respecto al dolor pasado sino también disipar los pensamientos, sentimientos y emociones asociados y reemplazarlos por una actitud positiva.

Meditación

Es una herramienta muy práctica para alimentar la armonía que la ansiedad consume y de la que existen varios métodos.

Uno que se adapta bien a las personas ansiosas es la meditación creativa: en una postura de relajación cómoda y con la espalda recta, se centra la atención en el ir y venir de la respiración, hasta que aparece una imagen, un recuerdo o una visualización positiva que la hace sentir bien.

Se permanece así un mínimo de 15 minutos para regresar lentamente al estado de conciencia normal.

Si se practica cada día, la persona dispondrá de una herramienta relativamente eficaz para mantener la ansiedad controlada.

Algunos libros para controlar la ansiedad

  • Venza sus temores: ansiedad, fobias y pánico; Reneau Z. Peurifoy, Ed. Robinbook
  • La ansiedad; J.J. Miguel Tobal, Ed. Aguilar
  • Homeopatía para los trastornos emocionales; Keith Souter, Ed. Edaf