Respirar ayuda a apaciguar la mente. A cada estado mental le corresponde un modo de respirar distinto; el ritmo respiratorio no es el mismo si uno está sosegado o ansioso, disperso o concentrado, abatido o eufórico.

Al igual que un estado psico-mental condiciona un modo de respirar, una manera de respirar favorece un estado mental concreto. La respiración rítmica calma y relaja la mente, la apacigua. Según el yoga, la respiración rítmica consigue sintonizar el ritmo individual del ser humano con el ritmo del universo.

Tal y como explica el texto de Hathayoga Praclipika, si se consigue una respiración firme y constante, la mente alcanzará el mismo estado.

"Controlando la mente se domestica el caballo, y domesticando el caballo, se encauza la mente".

Ejercicio antes de empezar a meditar

El primer paso para llegar a controlar la respiración pasa por observarla. Este ejercicio relaja y mejora la concentración, pero es además un buena forma de entrenar la mente para la meditación.

Dedicar unos minutos del día a observar la respiración permite, por un lado, obtener información de cómo nos sentimos en ese momento, pero también potencia la concentración y la autoconciencia. Además, al finalizar el ejercicio nos sentiremos más relajados mental, física y anímicamente. Cómo empezar:

  1. Podemos tumbarnos o sentarnos con las piernas cruzadas o en loto, si estamos habituados a hacerlo. Es importante asegurarse de que nuestra espalda está recta.
  2. Cerramos los ojos y empezamos a inhalar y exhalar, escuchando el sonido del aire, y visualizando su recorrido a través de nuestro cuerpo. Lo imaginamos entrando por las fosas nasales, pasando por la garganta, los pulmones y llegando a la sangre. Cuando exhalamos, hacemos el recorrido inverso.
  3. Con la práctica no solo visualizaremos sino que sentiremos el aire. Se puede llegar a notar cómo el aire que inspiramos es cálido cuando entra por la nariz, y cómo baja su temperatura cuando lo espiramos. Observamos también la textura de nuestra respiración: si es suave o áspera, rápida o lenta, regular o irregular, pero no vamos a juzgarla o a tratar de cambiarla, simplemente la observamos.
  4. Si la atención se dispersa trataremos de volver a focalizarla en la respiración. Que se disperse es normal y no hay que vivirlo como un fracaso, sino como parte natural del ejercicio.
  5. Seguimos observándola durante unos minutos y, cuando estemos totalmente cómodos y hayamos aceptado que nuestra respiración es la que es, dejaremos que se suavice, tranquilice y adquiera un ritmo. Trataremos de equilibrar la duración de la inspiración con la espiración y de mantenernos unos minutos respirando de manera consciente.

Meditar a través de la respiración

A través de la quietud y la concentración de la mente en un solo objeto, la meditación practicada regularmente favorece la introspección, la lucidez y el bienestar.

La meditación es un proceso activo para conseguir una mente tranquila. A través de su práctica, se puede sacar a la mente de su frenética actividad, para colocarla en un oasis de atención calmada. No hace falta tener habilidades específicas, el secreto está en la práctica.

El mayor reto para conseguir una buena meditación es entrenar la mente para lograr obtener un único punto de focalización; éste puede ser la respiración, un mantra o un objeto.

Al principio, la sensación es la de estar concentrándonos en la "herramienta" escogida, pero con la práctica, la concentración se convierte en contemplación, y el objeto y la mente se vuelven "uno".

La meditación a través de la respiración es muy simple:

  1. Para realizar esta meditación es importante sentarse de manera cómoda, con la espalda recta.
  2. Al cerrar los ojos se observa la respiración tal y como está, dejando que se vuelva sutil. Entonces se empieza a contar las respiraciones del uno al diez y en sentido inverso (cada respiración completa de inhalación y exhalación cuenta como uno).
  3. Esta rutinaria manera de contar mantiene la mente concentrada; si se dispersa entre pensamientos, la volvemos a traer a la respiración.
  4. Tras un buen rato, se deja de contar y simplemente se escucha el ritmo de la respiración.

Para saber más

  • El gran libro de la respiración; Donna Farhi, Ed. Robinbook
  • Aprende a respirar; Hiltrud Lodes, Ed. RBA Libros
  • Luz sobre el pranayama; B.K.S. Iyengar, Ed. Kairós