El juramento hipocrático del médico lo dice claro: el médico no debe aplicar remedios que puedan dañar al paciente, debe respetar sus decisiones y guardar secreto sobre lo que nos confíe. Esto significa que los conocimientos médicos están para ponerlos al servicio de los demás, pero no para imponerlos.Ante el paciente escucho, observo, intento entender qué le pasa, le repito lo que me ha contado y lo que yo he observado para que comprenda que nos hemos entendido mutuamente.

Este diálogo y comprensión forma parte del diagnóstico, que consiste no solo en poner un nombre raro a lo que ha contado el paciente sino en llegar ambos a entender lo mejor posible el proceso por el que está pasando. Tras el diagnóstico, ¿quién toma la desición del tratamiento que se va a seguir? Siempre es el paciente quien tiene la última palabra y te cuento por qué.

El paciente es responsable de decidir su tratamiento

Una vez planteada y comprendida la situación, cada uno debe entender sus competencias, derechos y responsabilidades. Esta idea muy antigua ha sido comprendida y legalizada en la Ley de Consentimiento Informado.

El paciente, una vez informado, tiene derecho y es responsable de decidir su tratamiento. Y este derecho llega hasta donde llegan la competencia y la conciencia del médico, que solo podrá ayudar en lo que se considere competente y cuando sepa que no va a perjudicar más.

De todas formas, la respuesta al tratamiento depende a veces del organismo del paciente y no de la técnica del médico. No estamos ante una ciencia exacta sino ante la aplicación de las mejores intenciones.

La actual revisión de los tratamientos permite entender mejor su efectividad. Sobre ello el médico podrá aconsejar al paciente, pero aún así tendrá que dejarle elegir. Eso no le obliga, sin embargo, a aplicar el tratamiento, pues no puede aplicar en conciencia algo que no considera bueno o eficaz para él.

La impotencia que se siente ante el dolor y la enfermedad obliga a ser humilde ante lo mucho que queda por aprender e invita a la compasión y a respetar, como hacían los médicos griegos, que no hacer nada y esperar a que actúe la naturaleza es mejor tratamiento que intervenir causando más daño.

Entender la capacidad curativa del propio organismo no solo ayuda a respetar la no-acción, sino también a aplicar con efectividad el efecto placebo (el optimismo de la curación) antes que el nocebo (pesimismo de curar).

La importancia de informarse bien

Animo a tomar las riendas de la propia salud, informarse y asumir los riesgos de cada decisión.

Sería conveniente acudir a la consulta médica con algo para tomar notas, o acompañado por un familiar o amigo, porque cuatro oídos oyen más que dos; y saber que se puede cambiar de médico o hablar con la enfermera si no se está cómodo con él.

Es importante preguntar por todas las opciones de tratamiento disponibles o a recurrir a Internet y a otras fuentes de información en caso de duda.

También es recomendable guardarse una copia de la historia clínica o informes médicos, y, en definitiva, buscar todo lo posible para mejorar la salud.

Pero hay que ser a la vez prudentes con el exceso de información. Como decía Archie Cochrane, "seleccionad toda la información y las terapias pero no olvidéis la gran capacidad de curación que tiene el organismo; utilizadla siempre y no dejéis que nadie la destruya o la inutilice".

Qué pasa si el médico tiene dudas

A veces me pregunto cómo vive un paciente que su médico tenga dudas. Y creo que lo debe de vivir bien, si esas dudas se le explican.

De todas formas, habrá que preguntar a cada paciente, ya que cada uno es distinto. Seguro que alguno no querría que su médico tuviese la más mínima duda.

Alguien puede acceder a ponerse en manos de un cirujano que duda, mientras que muchos dirán que no, pero la realidad del cirujano es que, a pesar de que casi siempre practica una técnica bien reglada y que conoce de maravilla, muchas veces también duda.

Tanto el médico como el paciente tienen dudas, cada uno las suyas. Como consecuencia de esas dudas y de otros fallos han salido a la luz nuevas técnicas quirúrgicas y se han perfeccionado otras.

A veces, los médicos que dudamos y los pacientes que dudan se encuentran con médicos y personal sanitario que no abriga ninguna duda: lo saben todo, lo aprendieron todo y por eso tienen su puesto.

Sin embargo, tan limitados pueden ser sus aciertos como ilimitados sus desaciertos. Muchas veces se satisfacen de haber atacado un síntoma de la enfermedad, sin comprender lo que está pasando.

La duda no implica cruzarse de brazos, es abrir la puerta al saber, a aprender juntos a vivir y a curarnos.

Qué pasa si el médico quiere imponer su visión al paciente

Los textos de medicina y enfermería y los exámenes de las carreras e incluso las preguntas de los exámenes del MIR y de oposiciones tienen una perspectiva y una visión sobre el embarazo, el parto y la salud de la mujer muy distinta a las evidencias actuales.

Cuando alguien ha aprobado una carrera y unas oposiciones y tiene un cargo público sanitario, ¿cómo se le convence de que mucho de lo que le sirvió para llegar donde está ya no sirve en medicina y de que está practicando una mala medicina?

Un problema grande es que el sabelotodo de la medicina está tan seguro que quiere imponer su verdad al paciente y le amenaza con que, si no sigue sus tratamientos, se muere. Pero a veces es él quien con su tratamiento lo puede perjudicar, aunque sea dentro de la legalidad del tratamiento convencional.

El sistema médico en general está satisfecho con su medicina y con sus médicos, que no dudan aunque estén realizando una mala medicina.

La enfermedad, el sufrimiento y la muerte nos enfrentan cada día ante el hecho de lo poco que sabemos sobre la vida y la muerte. Aunque a veces ayudemos a curar o aliviar, son muchos los interrogantes que cada día surgen en la cabeza del enfermo y del médico, interrogantes que piden nuevas respuestas.

Paciente y médico no deben ver la incertidumbre como enemiga, sino como amiga u oportunidad. Una vez se reconoce y se acepta la incertidumbre, pueden buscarse soluciones más eficaces para resolverla.

Recomendaciones para una autogestión de la salud responsable

Gestionar la salud conlleva prestar atención a cuatro aspectos:

  1. Físico: dormir suficiente casi a diario, ejercicio aeróbico durante al menos 40 minutos casi cada día, y una dieta baja en grasas y rica en fibra.
  2. Emocional: "Dios, dame paciencia para aceptar lo que no puedo cambiar, coraje para cambiar lo que sí puedo cambiar y sabiduría para comprender la diferencia", decía al parecer Francisco de Asís.
  3. Mental: disfrutamos de la ciencia, de la curiosidad y del aprendizaje.
  4. Espiritual: la espiritualidad es un sentido de comunión con algo más grande que uno mismo. Como decía Elizabeth Kübler-Ross: "Lo único que conozco que verdaderamente restituye la salud es el amor incondicional".