El síndrome del colon irritable es un trastorno funcional del intestino entre cuyos síntomas destaca el dolor abdominal sin causas infecciosas que lo justifiquen. Las colonoscopias salen correctas, no hay marcadores en las analíticas ni visualizaciones que indiquen un diagnóstico preciso; sin embargo, las personas con colon irritable sufren cada día una importante merma de su calidad de vida.

Síntomas del colon irritable

La «Guía de práctica clínica» publicada por la Revista española de Enfermedades Digestivas apunta, como queja predominante de los pacientes que padecen colon irritable, síntomas como la distensión y el dolor abdominal recurrentes junto con estreñimiento. Los brotes se manifiestan con un dolor tipo cólico moderado, que mejora tras ir al baño y durmiendo.

Pero para hacer un buen diagnóstico diferencial del síndrome de colon irritable hay que observar si durante al menos seis meses se dan más de la mitad de los síntomas siguientes:

  • Dolor abdominal recurrente dos o más días a la semana.
  • Dolores irradiados en espalda (zona dorso-lumbar) o piernas.
  • Alternancia de estreñimiento y diarrea.
  • Cambios en la forma de las deposiciones.
  • Gran mejora después de la evacuación.
  • Moco en las heces.
  • Distensión abdominal.
  • Fatiga.
  • Sexo doloroso.
  • Despertares nocturnos por intranquilidad.

Por qué cuesta de diagnosticar

Las enfermedades gastrointestinales son diversas. La mayoría presentan signos y síntomas objetivos, claramente diagnosticables. Sin embargo, el colon irritable viene a ser un cajón de sastre que despista a pacientes y médicos por la falta de parámetros útiles para su diagnóstico. Y fácilmente se confunde con otras alteraciones digestivas o se acaba atribuyendo a un desequilibrio de tipo nervioso.

Por otro lado, el síndrome de colon irritable afecta a un 30% de la población, en mayor o menor grado, con una alta prevalencia entre las mujeres. ¿Hay quizás una implicación hormonal? ¿Qué factores inciden en su aparición?

Causas del colon irritable

Parece ser que el insomnio que acompaña al estrés crónico, combinado con una microbiota alterada por disbiosis de larga evolución, es el caldo de cultivo perfecto para que se desarrollen microinflamaciones en la pared del intestino.

A su vez, algunos estudios, como el publicado en la Revista de Gastroenterología de México en diciembre de 2016, han puesto de manifiesto la relación entre el síndrome del colon irritable y la existencia de anticuerpos contra la proteína vinculina, que regula el peristaltismo intestinal. La alteración de esta proteína puede hacer que se sufra diarrea y estreñimiento de forma alterna.

Aunque hay una base genética, el estrés de la vida moderna nos lleva a buscar compensaciones en alimentos poco recomendables para nuestra microbiota, que actúan como factores precursores de la inflamación y del desequilibrio intestinal.

El papel de las emociones

Las personas que padecen colon irritable suelen tener bajos niveles de serotonina. Un estudio del Columbia University Irving Medical Center publicado en la revista Gastroenterology en 2019 demostró cómo la escasez de serotonina en el intestino puede provocar estreñimiento de la misma forma que en el cerebro causa depresión.

Aunque esta patología del sistema nervioso no tiene por qué ser inductora de disfunciones intestinales, el estudio demuestra que un alto porcentaje de las personas que padecen depresión presentan alteraciones de la motilidad intestinal.

Kara Gross Margolis, especialista en gastroenterología y una de las autoras del estudio, comenta que el intestino contiene más neuronas que la médula espinal y utiliza los mismos neurotransmisores que el cerebro. Por tanto, no es de extrañar que ambas patologías sean causadas por el mismo proceso. La falta de serotonina en el intestino provoca un deterioro de la mucosa intestinal y frena el movimiento del contenido a través de tracto gastrointestinal.

Por qué afecta más a las mujeres

Las mujeres suelen ser más proclives a padecer trastornos ansioso-depresivos y, en consecuencia, a ser víctimas del síndrome del colon irritable.

Las alteraciones hormonales inherentes a la condición femenina constituyen un factor propiciatorio.

Cómo tratar el colon irritable

Hemos visto que el factor psicológico es la causa más aceptada junto con las intolerancias alimentarias, los cambios hormonales y la genética. Además de abordar estos aspectos, para mejorar los síntomas puedes seguir algunas de estas pautas:

  • Es básico cuidar la alimentación para prevenir el colon irritable. Para ello, conviene saber que son alimentos recomendables las verduras amargas, las frutas del bosque, el arroz, la quinoa, el trigo sarraceno, los huevos, las aves y el pescado blanco. En cambio, son alimentos e ingredientes inadecuados el gluten, los lácteos, las manzanas, las peras, las cebollas, los ajos, el café, el chocolate y los refrescos.
  • Es importante asimismo evitar ingerir demasiada fibra. Mastica bien y restringe el consumo de legumbres y de harinas procesadas y con gluten. Los glúcidos de cadena corta que llegan al colon ascendente sin digerir generan gases al fermentar que empeoran los síntomas.
  • En cambio, puedes tomar sin problemas hidratos de carbono de tubérculos (como la patata, la yuca o la zanahoria), o de ciertas verduras (por ejemplo, la achicoria, la calabaza, la endivia y el tomate).
  • En los herbolarios pueden recomendarte diferentes plantas medicinales para aliviar los síntomas del colon irritable. Entre ellas están, por ejemplo, la manzanilla, el tomillo, la menta y la valeriana, que calman los espasmos intestinales. Toma una o dos infusiones al día de alguna de estas plantas para prevenirlos.
  • Junto a la dieta algunos suplementos pueden ayudar frente al colon irritable. Añade a tus comidas un suplemento de enzimas digestivas, una cucharada de aceite crudo de oliva de primera presión en frío y un buen probiótico. No olvides incluir en tu dieta alimentos que cuidan tu microbiota.
  • Es fundamental eliminar ciertas bacterias patógenas y parásitos, como la Giardia lamblia, que puede inducir el trastorno. Acude a un profesional para realizarte un estudio de heces si sospechas que puede ser tu caso.
  • No olvides reducir el estrés. Ingerir alguna planta adaptógena como el eleuterococo (1.500 mg por la mañana antes de almorzar en periodos de dos meses) y un suplemento de magnesio (500 mg media hora antes de dormir) puede ayudar a controlar los brotes.

¿Qué ocurre si me detectan Giardia lamblia?

La Giardia lamblia es un parásito microscópico unicelular que se halla en lagos y pequeños ríos de zonas rurales, pero también en piscinas, jacuzzis, pozos e incluso en aguas municipales. Se alojan en pequeños quistes, que se disuelven y liberan al parásito una vez se instalan en el intestino. La infección se produce tras ingerir agua o alimentos contaminados con materia fecal. También se puede transmitir de persona a persona.

Los síntomas más habituales son cólicos, flatulencia, náuseas, episodios de diarrea acuosa, fatiga o malestar.

Si la microbiota está equilibrada, la infección suele desaparecer entres dos y cinco semanas sin necesidad de tomar fármacos, aunque los problemas intestinales suelen perdurar bastante tiempo tras la desaparición del parásito.

La toma de antibióticos no siempre es garantía de eliminación de la Giardia lamblia, pues se ha visto que hay personas que no responden al tratamiento y la infección reaparece al cabo de poco tiempo.

Puedes probar con algunas plantas efectivas para eliminar parásitos intestinales: orégano, nogal, artemisa, ajo, clavo, romero, semillas de pomelo, aloe vera, semillas de calabaza, salvia… Hay productos naturales que incluyen varios de estos ingredientes.

Suelen tomarse de cuatro a seis cápsulas al día, antes de las comidas, aunque conviene siempre consultar con un especialista. El tratamiento es por un periodo de 15 días, un descanso de cinco y otro periodo de 15 días más.

Déjate aconsejar por un profesional en la elección de un probiótico que ayude a regular el sistema inmune y a equilibrar la microbiota intestinal.

Referencias

  • Clinical Practice Guideline: Irritable bowel syndrome with constipation and functional constipation in the adult. Revista Española de Enfermedades Digestivas, 2016. Vol. 108, n. 6
  • Experiencia clínica con el uso de los anticuerpos anti-CdtB y anti-vinculina en pacientes con diarrea en México. Revista de Gastroenterología de México, 2016. Vol 81, n. 4
  • Effects of Serotonin and Slow-Release 5-Hydroxytryptophan on Gastrointestinal Motility in a Mouse Model of Depression. Gastroenterology, 2019. Vol. 157, n. 2