Si quieres darle un subidón de sabor y color a tus platos, hazte con un buen repertorio de salsas sabrosas, fáciles y sanas.

Son una gran opción para crear contrastes de color, sabor o textura, hacen el plato más sabroso y, a menudo, aportan un toque artístico y elegante.

Pero, ¿a qué llamamos salsa realmente? En gastronomía se denomina "salsa" a una mezcla líquida de ingredientes fríos o calientes hecha para acompañar, condimentar o decorar un plato. Su consistencia puede ir desde la de "puré", bastante densa, a la de "caldo", muy líquida.

Y existen salsas saladas, agrias, agridulces, dulces, amargas... ¡un sinfín de posibilidades!

Es interesante saber que en gastronomía se considera que hay seis "salsas madre":

  1. Española: un roux oscuro al que se añade vino y un fondo oscuro.
  2. Italiana: de tomate o pomodoro para pizzas, lasaña…
  3. Velouté: salsa clara hecha con caldo de pescado o carne y un roux.
  4. Mayonesa: una emulsión de huevo, aceite, ajo, limón y sal.
  5. Holandesa: otra emulsión, con mantequilla y limón o vinagre, huevo, sal y pimienta.
  6. Bechamel: harina, leche y mantequilla.

De estas se derivan infinidad más. Y, de hecho, casi todas las culturas cuentan con sus clásicos del día a día: mojo picón, alioli, pesto, kechup, romesco, harissa, pico de gallo, huancaina, tzaziki, chutney, chimichurri, césar, curries…

Salsas raw, salsas más vitales

Como amantes de los alimentos del reino vegetal, y apasionados de la cocina crudivegana, te animamos a inspirarte con frutas, verduras, hojas, raíces, germinados, frutos secos, granos, grasas vegetales, especias, hierbas o algas, y crear salsas supernutritivas y deliciosas que aporten aún más vitalidad y creatividad a tus recetas.

¿Cómo? Combinando, mezclando, picando, batiendo, triturando... con ingredientes en bruto. Sin aditivos, sabiendo lo que comemos.

Muchas salsas crudiveganas tienen la ventaja de que se pueden transformar en sopas agregando más agua u otro líquido, o en ricos patés, eliminando el agua. Adoptando una actitud creativa en la cocina se abren muchas posibilidades con estas sencillas técnicas y podemos disfrutar más de los alimentos en bruto.

Al ser frescas, estas salsas son más nutritivas pero debe tenerse en cuenta que la mayoría deben guardarse en la nevera para su conservación. Según los ingredientes empleados, una salsa puede durar entre dos días y una semana. Si la receta es a base de aceites u otras grasas naturales, quizás pueda conservarse durante meses.

A la hora de emplearlas, podemos echar mano de una cuchara, o también ponerlas en un biberón. Con él nos resultará muy fácil servir y aparte podremos dibujar lo que queramos para decorar.

Podemos elaborar salsas saladas cuyo ingrediente principal es, por ejemplo, el aguacate, que aporta una consistencia cremosa, un truco que puedes aprovechar en otras salsas.

Pero existen también deliciosas salsas dulces para acompañar los platos y sobre todo postres. Por ejemplo, las elaboradas con frutos rojos, naranja, mango u otras frutas. De hecho, simplemente triturando un mango obtenemos una salsa muy rica.

Y también es posible disfrutar del chocolate. Podemos mezclar 60 ml de aceite de coco fundido, 60 ml de sirope de agave y una cucharada colmada de cacao crudo en polvo. ¡El resultado es para chuparse los dedos!