Comer pipas de girasol es una costumbre que a muchas personas las remite a la infancia.

Y, como sucede con tantas otras cosas de esa época de la vida, puede ser útil recuperarla introduciendo algunos pequeños cambios.

Porque las pipas de girasol son un pica-pica excelente y un ingrediente muy recomendable para ensaladas y otros platos. Nos referimos, claro está, a las pipas al natural, sin sal añadida.

Las pipas son el regalo de las espectaculares flores de girasol, cuyo centro está repleto de semillas adornadas con rayas grises, verdosas, negras y blancas.

Poseen un sabor anuezado y una textura firme que resultan realmente adictivos.

Tomar una cantidad moderada de pipas de girasol es suficiente para enriquecer muchas recetas con unas dosis considerables de vitaminas y minerales.

Los nutrientes que se hallan en proporciones más importantes en estas semillas son la vitamina E, la vitamina B1, el selenio y el magnesio:

La vitamina E –10 gramos de pipas ya proporcionan el 25% de la dosis diaria recomendada– y el selenio son potentes antioxidantes que protegen las células frente al ataque de los radicales libres producidos por el propio metabolismo o llegados desde fuera del cuerpo a través de agentes contaminantes. Contribuyen también a prevenir las enfermedades cardiovasculares, los síntomas de inflamación y algunos tipos de cáncer.

El magnesio, por su parte, es imprescindible para la salud de los huesos, los músculos y las células nerviosas.

Por último, la vitamina B1 es necesaria para el buen estado del corazón y del sistema nervioso.

¿Por qué son buenas las pipas de girasol?

Además de todos estos beneficios, las pipas calman eficazmente el hambre –a veces con un punto de nerviosismo– que aparece entre horas, por lo que permiten mantener bajo control la ingesta de calorías, a pesar de que se trata de un alimento rico en ácidos grasos.

Como sabemos, las grasas también son necesarias, pero hay que consumirlas de manera adecuada. Los frutos secos son siempre, en cantidades adecuadas, fuentes óptimas.

En el caso del girasol, es mucho mejor consumir las semillas que el aceite refinado que se emplea para las frituras, por ejemplo.

Las semillas son ricas en ácidos grasos poliinsaturados de tipo omega-6, entre los que se encuentra el linoleico, esencial para la salud de la piel y el cabello, entre otros efectos positivos.

Sin embargo, no hay que abusar de las fuentes de omega-6 –ni siquiera de las simpáticas pipas de girasol– pues hay que equilibrar su ingesta con otros alimentos ricos en omega-3, como las nueces y los aceites de lino, cáñamo y soja.

¿Cómo disfrutar de las pipas de girasol?

  • Una dosis adecuada para una persona es la que cabe en el hueco de la palma de la mano.
  • Al comprar pipas peladas hay que comprobar que no tengan un color amarillento, pues podrían estar rancias. Luego se guardan en la nevera.
  • Pueden añadirse a los cereales del desayuno y las ensaladas.