En la consulta es un podcast del psicólogo Ramón Soler para la revista Mentesana. Escúchalo y compártelo.

El chantaje emocional es uno de los maltratos de los que menos se habla, aunque sus consecuencias causen profundos estragos en la personalidad de los niños y los adultos que lo sufren.

A nivel social, no resulta muy reconocido y, en el plano personal, la víctima, al no ser capaz de percatarse de que está inmersa en una relación de sometimiento, puede pasar años aguantando este tipo de manipulaciones. Tras un largo periodo de maltrato, su autoestima habrá quedado muy dañada (con el agravante que supone que cuanto más tiempo padezca una persona chantaje emocional, más difícil le será romper con esta relación tóxica).

Con el objetivo de ayudarte a reconocer si alguna persona cercana a ti, o tú misma, estáis siendo víctima de chantaje emocional, he recopilado algunas de las características de quienes lo ejercen.

Si identificas alguno de estos rasgos en tu pareja o en alguna amiga, puede que estés sufriendo chantaje emocional. También es probable que si miras atrás en tu historia, puedas reconocer estas características en algún familiar o adulto de tu entorno (padre, madre, abuelos, etc).

Con frecuencia, los niños y niñas que han sido chantajeados en su infancia ven mermada su autoestima y, en su adultez, se convierten, o bien en víctimas de este tipo de personas, o bien en maltratadores similares. Por esta razón, en el listado que te ofrezco a continuación, podrás identificar estos indicios tanto en personas del presente, como del pasado.

Rasgos de un chantajista emocional

  1. Personas egoístas. Quieren cumplir sus objetivos y manipulan a los demás para conseguir lo que desean.
  2. Carecen de empatía. Sólo importan sus intereses. Los motivos y las necesidades de los demás no les incumben.
  3. Usan la culpa y el miedo a perder su cariño para manipular. Frases como “me vas a matar”, “con lo que he sacrificado por ti”, “si me quieres, tienes que ...”, “desagradecida, con todo lo que he hecho por ti”, “me lo debes todo”, “sin mí no eres nadie”.
  4. Insultan, descalifican y minusvaloran. Para minar la autoestima de los demás, les culpan de todo lo malo que sucede. También, magnifican cualquier pequeño error que puedan cometer los demás para hacerles ver lo inútiles que son. Además, les inducen a pensar que a su lado no son nada, que carecen de cualquier valía.
  5. Victimismo. Lloran o, incluso, enferman (o fingen enfermedades) para turbar a los demás, causar pena y, de esta forma, lograr su objetivo controlador. Esta es una versión muy sofisticada del uso de la culpa mencionado anteriormente.
  6. Incertidumbre y desasosiego. Para crear un estado de inestabilidad, no siempre expresan lo que quieren. De esta forma, mantienen al otro en constante tensión y siempre pendiente de sus caprichos. Actitudes como dejar de hablar por cualquier motivo y frases como “tú sabrás lo que has hecho”, buscan el sometimiento de la víctima.
  7. Presión implacable para conseguir lo que quieren. Repiten mil veces lo que desean hasta desesperar al otro.

La rueda que se repite

Como podéis observar, estas no son unas estrategias muy depuradas o sofisticadas, pero hay que tener en cuenta, que si un padre o una madre las aplica sobre sus hijos (mucho más pequeños e inmaduros), el daño sobre su autoestima será enorme. Con posterioridad, ya adultos, estos niños y niñas machacados en sus infancias, no serán capaces de identificar, ni tampoco de defenderse, de otras personas que utilicen con ellos estos mismos mecanismos de manipulación.

En mi consulta, recibo con frecuencia a personas adultas que conviven con una pareja que les chantajea emocionalmente. Acuden a terapia para trabajar su baja autoestima y en el transcurso de sus sesiones, nos vamos percatando de cómo están atrapadas en una relación de completo sometimiento.

Además, a medida que vamos avanzando en la terapia, descubrimos que en su niñez, para manipular su conducta, alguno de sus progenitores ya utilizaban con ellas estrategias similares.

El caso de Valentina

Valentina fue una de estas chicas que vino a trabajar su autoestima y descubrió cómo había sido doblemente víctima de chantaje emocional, primero por parte de su madre y, posteriormente, por parte de su pareja.

La joven me comentó que había roto su matrimonio a los pocos meses de ser madre. Me dijo que al sostener en brazos a su pequeña bebé, encontró la fuerza necesaria para comenzar a oponerse a su marido y para defender a su hija del maltrato paterno.

Esta resistencia descolocó a su pareja. Acostumbrado a manipularla, ante la oposición de Valentina, el marido reaccionó aumentando su nivel de presión y de agresividad, hasta el punto que, en una discusión, agarró a la chica del cuello amenazándola con ahogarla. Esta situación de extrema violencia fue el detonante que empujó a Valentina a dar el paso que nunca se había atrevido a dar. Con una bebé que no llegaba al año, se separó.

Dos años después, Valentina llegó a la consulta y pudimos comprobar cómo había estado sometida a su pareja durante los 7 años que había durado su relación. Durante todo este tiempo, el marido, para lograr sus propósitos, se pasaba todo el día anulándola y machacándola.

Valentina no era capaz de percatarse de estos chantajes porque, como fuimos descubriendo a lo largo de las sesiones, su madre había empleado con ella las mismas estrategias que, con posterioridad, utilizaba su pareja. Ante el maltrato de su marido, la joven reaccionaba igual que en su infancia ante el de su madre: encogiéndose y anulándose.

El primer paso para liberarse de estos personajes es reconocer los mecanismos que emplean para manipular. El listado que tienes más arriba es un resumen de las estrategias más utilizadas por estas personas. Si reconoces en ellas a alguien de tu presente y, además, puedes identificar a algún familiar del pasado que también te chantajeaba, has dado el primer paso para liberarte de ellos.

Reúne todas tus fuerzas y trabaja para recuperar tu autoestima y para librarte de los efectos nocivos del chantaje emocional.