Desde la consulta es un podcast del psicólogo Ramón Soler para la revista Mente Sana. Escúchalo y compártelo.

Todos nos hemos topado alguna vez en nuestras vidas con familiares, amigos, conocidos tan egoístas y tan centrados en sí mismos que pareciera que carecen de empatía. Estos individuos, a los que conocemos como de personalidad narcisista, son aquellos que siempre buscan el beneficio propio sin importarles las consecuencias que sus actuaciones puedan tener para los demás.

Narcisismo: mucho egoísmo, nada de empatía

Sin llegar al extremo de cumplir los requisitos del Trastorno Narcisista de la Personalidad, muchas personas encajan en este perfil y en tu día a día, sueles coincidir con ellas. Puede ser tu jefe, tu pareja o el profesor del colegio de tu hijo; seguro que cada uno muestra particularidades propias, pero todos ellos comparten características comunes como el egoísmo exacerbado y la carencia de empatía.

Los narcisistas no saben el daño que causan

Por su forma de actuar, estas personas, frecuentemente, incomodan o dañan a los demás, pero están tan centrados en sí mismos que les resulta casi imposible empatizar con el sufrimiento y se muestran incapaces de percatarse del dolor que producen.

Esta forma narcisista de relacionarse ni les hace ser felices, ni a ellos mismos beneficia. Con frecuencia, estas personas, repiten situaciones dañinas o desfavorables en sus vidas (parejas que les abandonan, negocios que fracasan, etc.), pero se muestran incapaces de comprender su implicación en sus problemas y de asumir su responsabilidad.

Los narcisistas tienen ceguera emocional

Ellos se ven perfectos, no conciben que puedan cometer errores. Si algo va mal, siempre serán los demás los que tengan la culpa. Esta ceguera sobre sus propias actuaciones, les impide aprender de sus errores y cambiar. Una y otra vez, estos sujetos siguen tropezando, ya que les es imposible ver que ellos son los causantes de las desgracias que les suceden.

Resulta muy extraño, como podréis imaginar, que una persona narcisista acuda en busca de ayuda psicológica. Por su propia definición, al verse perfectas, jamás pensarán que tienen un problema, para ellas, son los demás los que lo tienen.

Sin embargo, a lo largo de mi carrera profesional, tras sufrir profundas crisis personales que les enfrentaron cara a cara con sus carencias, algunos sujetos con este perfil han acudido a terapia.

El narcisismo de Manuel

Un ejemplo de estas personas fue Manuel, un joven que vino a terapia después de que una chica, a la que apreciaba particularmente, le abriera los ojos sobre su narcisismo rechazándole y diciéndole que era la persona más egoísta que había conocido en su vida.

Este repudio que le enfrentó con su verdadera cara, supuso para Manuel un mazazo tremendo. El joven nunca se había visto así, pero a raíz de esta revelación, el velo de sus ojos cayó. Manuel, repasando sus relaciones anteriores, no solo se percató de que aquella chica tenía razón, sino que también comenzó a ver la realidad tal y como verdaderamente era.

Los narcisistas son manipuladores natos

Analizando distintas situaciones de su vida, comprobó que siempre se había preocupado por su bienestar y jamás por el de los demás. Manuel se vio siempre presionando, manipulando y coaccionando a los demás para que cumpliesen lo que él les exigía (un narcisista nunca pide, siempre exige).

Paradójicamente, a pesar de ser un empresario de éxito y de haber conseguido todo lo que se había propuesto en su vida, Manuel no era feliz. Poseía dinero, casas, coches, podía permitirse todos los caprichos materiales que deseara, pero emocionalmente arrastraba muchas carencias.

“Me siento vacío por dentro”, me confesó en una de las primeras sesiones que hicimos. Nunca lo había sentido de forma tan clara, pero la crisis en la que estaba inmerso le permitió sumergirse en su historia y comprender cómo había llegado a tal grado de desconexión con la realidad.

Cómo se crea un narcisista

El narcisismo es un rasgo de personalidad que se desarrolla desde la primera infancia y que sirve, como hemos visto tantas otras veces con otros problemas diferentes, para ocultar carencias afectivas. Estos niños también han sufrido desamparos y no han visto cubiertas sus necesidades emocionales, pero en lugar de hundirse y refugiarse en su interior, como les sucede a otros muchos, ellos optan por huir hacia adelante, haciéndose fuertes e insensibles.

Manuel, para continuar con nuestro ejemplo, era el menor y el único hijo varón de sus padres. Su familia tenía unos valores tradicionales y machistas, de modo que sus cuatro hermanas mayores se encargaban de todas las tareas, mientras que él era mimado y tratado con preferencia.

De hecho, él fue el único al que sus padres le ofrecieron la posibilidad de estudiar una carrera, mientras que sus hermanas tuvieron que ponerse a trabajar a una edad muy temprana. Por otro lado, sus necesidades emocionales estaban completamente desatendidas.

Su padre pasaba todo el día fuera trabajando y su madre estaba tan inmersa en las actividades de la casa que apenas hacía caso del pequeño Manuel. No tenía ninguna obligación, pero tampoco nadie se preocupaba por él, de modo que pasaba casi todo el día solo, sintiéndose desamparado y triste.

Los únicos momentos del día en los que el pequeño se sentía pleno (atendido y amparado), eran aquellos en los que la familia le halagaba, le mimaba, le consentía todo y aquellos, en los que él llevaba el control de la familia ordenando a las hermanas lo que debían hacer.

Manuel aprendió a relacionarse con las demás personas de una forma deficitaria, pensando y asimilando como normal, la idea de que (también para poder sentirse vivo) todo el mundo le tenía que adorar, dar la razón y cumplir sus deseos. Las emociones o sentimientos de los demás no tenían consideración en esta forma narcisista de comprender las relaciones que elaboró el niño tras sufrir a diario intensos sentimientos de desamparo y abandono emocional.

Narcisistas y tiranos

Con el paso del tiempo, Manuel fue asumiendo el papel de único varón en una familia patriarcal, llegando a tiranizar a sus hermanas, disponiendo de ellas para cualquier capricho que tuviera. Sus padres se lo permitían y siempre reforzaban el mensaje de que tenía derecho a todo lo que quisiera y de que él era el único que tenía razón en las discusiones.

De esta forma, la personalidad narcisista fue creciendo cada vez más hasta llegar a la edad adulta en la que, cansada de sus desmanes, aquella chica, le dejó.

Cómo salir del narcisismo

Salir de este rol narcisista es muy difícil, ya que el narcisismo conlleva enormes beneficios personales en forma de recompensa inmediata, todo el mundo cumple lo que ellos ordenan, lo que les hace sentirse vivos. Además, el narcisista es un controlador nato: controla sus emociones, controla sus acciones, controla a los demás, por lo que aprender a ceder, a dejar a los demás su espacio, les resulta muy complejo.

El cambio debe llegar en forma de crisis que les haga ver a estas personas la importancia de lo que están perdiendo, la conexión emocional con las demás personas, el poder soltar el control, confiar en los demás, relajarse, etc.