Buena parte de los plásticos que usamos acaban acumulándose en los ríos, donde forman masas que dan cobijo a bacterias, entre las que aparecen y se multiplican algunas que pueden provocar infecciones resistentes a los antibióticos. 

La investigación, que se centró en un río del Reino Unido, encontró que el plástico vertido, los palos de madera y el agua misma eran un caldo de cultivo donde se multiplican comunidades de microorganismos. Los residuos plásticos son por tanto un reservorio para bacterias y virus que se sabe que causan enfermedades humanas y resistencia a los antibióticos.

Los plásticos contribuyen al problema de las bacterias resistentes

Los ríos son la principal vía por la que el plástico ingresa a los océanos del mundo, canalizando entre 3,5 mil toneladas métricas y 2,41 millones de toneladas métricas de material sintético hacia el mar anualmente. Luego, en el mar, se degradan y se convierten en microplásticos que acaban siendo consumidos por las especies marinas. 

"Nuestros hallazgos indican que los plásticos en cuerpos de agua dulce pueden contribuir al transporte de patógenos potenciales y genes de resistencia a los antibióticos", ha explicado el autor principal de la investigación, el doctor Vinko Zadjelovic, de la Universidad de Antofagasta en Chile.

El descubrimiento tiene implicaciones indirectas pero significativas para la salud humana. La resistencia a los antibióticos es una amenaza creciente para la salud pública. Se calcula que en 2019, las infecciones relacionadas con la resistencia a los antibióticos mataron a casi tres millones de personas en todo el mundo, y es una cifra que aumenta cada año. Un informe del programa ambiental de la ONU estima que para 2050 causarán 10 millones de muertes en todo el mundo, lo que igualará las cifras del cáncer. 

Las bacterias invaden las montañas de plástico en el agua

Los plásticos que se acumulan en los ríos, sobre todo en sus orillan, son invadidos por las bacterias que habitan naturalmente en los ecosistemas. Luego estas bacterias se reproducen y se adaptan a la "sopa química", donde no faltan compuestos químicos con propiedades antibióticas, y aparecen ceoas de superbacterias resistentes a los antibióticos. Estas bacterias sobreviven, incluso, al tratamiento habitual que se realizan en las plantas depuradoras. 

Los investigadores tomaron muestras de agua durante una semana en febrero de 2020 en el río Sowe, en Warwickshire y West Midlands, Inglaterra, aguas abajo de una planta de tratamiento de aguas residuales. En estas muestras se descubrieron bacterias patógenas para los humanos como Salmonella, Escheria coli y Streptococcus, responsable de la faringitis estreptocócica.

En las masas de plástico y madera también se encontraron bacterias “oportunistas” como Pseudomonas aeruginosa y Aeromonas, que se sabe que representan un riesgo para las personas con sistemas inmunológicos comprometidos.

Para los autores del estudio, el hallazgo subraya "la necesidad apremiante de un control más estricto de las plantas de tratamiento de aguas residuales". Por supuesto, la situación puede ser aún más grave en los cursos de agua que no se depuran. 

Incluso el agua depurada puede contener bacterias resistentes

Es necesario tratar y desinfectar las aguas residuales para reducir los peligros relacionados con las bacterias resistentes y los virus patógenos, tanto para los ecosistemas como para los seres humanos. 

Por ejemplo, en el estudio se explica que, en pruebas de laboratorio, la bacteria Pseudomonas aeruginosa, que causa infecciones en pacientes hospitalarios, se multiplica casi tres veces más en el "plástico desgastado" que en la madera. En el plástico también se encuentra una mayor abundancia de genes responsables de la resistencia a los antibióticos.

En los últimos meses, las compañías de agua británicas han sido criticadas por el bombeo de aguas residuales sin tratar a las vías fluviales del Reino Unido y por la falta de informes sobre eventos de contaminación, lo que provocó un debate en la opinión pública.
Referencia científica: