Maria Folch, que vivió un tiempo un Nueva York, formó parte de la cooperativa Food Coop de Park Slope durante dos años y medio, primero de la cooperativa madre nacida en los años setenta, y después de otra situada en otra zona de Brooklyn inspirada en el mismo modelo.
La Food Coop, cuyo objetivo fundacional es hacer llegar alimentos ecológicos a buen precio al máximo número de gente, se ha convertido para muchas personas en un ejemplo.
Una de ellas es el cineasta Tom Boothe, quien en 2016 le dedicó un documental del mismo nombre y un año después consiguió sacar adelante un proyecto similar en París: la Louve.
Maria Folch organizó uno de los pases del documental Food Coop en Barcelona en su momento, donde un grupo de personas ya se han organizado para ponerlo marcha. Cuerpomente pudo hablar con ella en ese momento sobre su experiencia en este revolucionario modelo cooperativo y sobre las posibilidades de que prospere en nuestro país.
Entrevista a Maria Folch: "Mi experiencia en la Food Coop fue transformadora"
En la cooperativa madre de Park Slope, Maria Folch desarrolló diversos trabajos, desde cajera o reponedora hasta cuidadora de niños en la sala infantil. Además, llevó a cabo un proyecto especial de reorganización del espacio y materiales de la sala infantil, donde podía aportar su experiencia profesional.
Maria Folch es artista, educadora y asesora educativa formada en Crianza Positiva, además de la autora del blog Ebeca, donde da difusión a diferentes proyectos e iniciativas. A raíz de su experiencia en Nueva York se implicó en la difusión del modelo de la Food Coop, cuyo traslado a otras localidades no solo ve factible sino deseable por las muchas ventajas que podría aportar.
—¿Cómo es el proceso de ingreso en la cooperativa?
—Hay que seguir una sesión informativa de bienvenida, en la que un miembro explica un poco la historia de la cooperativa, objetivos, organización y misión central. El tono es muy desenfadado, con humor pero a la vez efectividad: además de disponer de tiempo para preguntas, te entregan muchos documentos escritos con la información básica.
En la sesión también preguntan abiertamente a las personas los motivos por los cuales se han hecho socios, y estas son libres de responder con sinceridad si los motivos van ligados a la salud, la ecología o son simplemente económicos. Las personas son acogidas con igual amabilidad al margen de si su perfil personal se acerca más o menos a la misión de la cooperativa.
"Las personas son acogidas con igual amabilidad al margen de si su perfil personal se acerca más o menos a la misión de la cooperativa."
—¿Se tiene en cuenta tu perfil a la hora de asignarte las tareas?
—Te describen un poco los trabajos disponibles y te dejan total libertad en la elección. La mayoría de trabajos no requieren conocimientos previos, salvo el caso de la guardería y alguno más. Para estos se solicita seguir una pequeña formación de unas pocas horas, en la misma Food Coop.
—¿A partir de qué momento puedes participar en las decisiones de la cooperativa?
—La participación en las asambleas mensuales es posible desde el mismo momento en que se es socio, después de haberse hecho el carnet, haber elegido el trabajo y haber pagado lo que corresponde.
Se paga una cuota de 25 dólares no retornables, y un fondo inicial de 100 dólares que es devuelto en el caso de abandonar la cooperativa. Ambas cantidades son mucho menores en los casos de miembros con bajos ingresos.
—¿Qué es lo que a ti más te gustó de ese modelo cooperativo?
—Su practicidad y efectividad. Se utilizan recursos profesionales sin perder de vista el funcionamiento cooperativo.
Es altamente efectivo porque consigue transmitir y conseguir su objetivo básico: el de llevar buena comida a buen precio a través de una experiencia cooperativa, que es también transformadora a nivel personal, con una inversión económica y de tiempo por parte del socio realmente pequeña.
"La Food Coop consigue transmitir y conseguir su objetivo básico: el de llevar buena comida a buen precio a través de una experiencia cooperativa, que es también transformadora a nivel personal"
De hecho, consigue que se reciba mucho más de lo que se da, y que las 2,45 horas que cada adulto invierte en el sean un trabajo por así decirlo bien remunerado, pues obtiene a cambio entre un 20 y un 40% de descuento en la lista de la compra. Si lo comparamos con el precio medio a la hora que muchas personas pueden percibir por su profesión, es una inversión muy rentable.
—Dices que el beneficio personal que además se recibe es difícil de cuantificar, pero que para ti es uno de los aspectos más destacables. ¿En qué sentido te aportó a nivel personal?
—Es posible aprender muchas cosas de la misma selección de productos y actividades que la Food Coop promueve, pero también de la experiencia de colaborar por un objetivo común con personas con las que tal vez no tienes nada más en común.
Creo que nos reconecta y reconcilia con el ser humano, demostrándonos a través de una experiencia práctica cómo es posible conseguir cosas por nuestro bien y el de la humanidad si dejamos de lado nuestras diferencias y nos centramos en lo básico.
"Este proyecto demuestra a través de una experiencia práctica cómo es posible conseguir cosas por nuestro bien y el de la humanidad si dejamos de lado nuestras diferencias."
—En general el modelo cooperativo aquí en España es muy de barrio y más a pequeña escala. ¿Existe algo comparable a la Food Coop?
—Mi experiencia personal en España se liga a la ciudad de Barcelona, donde en general el modelo es de grupo de consumo de barrio, mucho más pequeño. Pero en España hay algunas cooperativas que se salen de ese modelo, como Landare, en Navarra, que tiene unas 3.000 unidades de consumo, o Bio Alai, en Vitoria, que tiene unas 1.400. Otras se sitúan en varios centenares, como El Brot de Reus, Labore en Bilbao o L'Egarenca en Terrassa.
Mi opinión es que el modelo de Food Coop no es incompatible con el trabajo realizado a pequeña escala, todo lo contrario. Y que toda la experiencia recogida sería de gran utilidad para quien quisiera aprovecharla para un proyecto que siguiera el modelo de Food Coop.
—En el documental vemos lo difícil que es conseguir en Nueva York alimentos frescos y de calidad. ¿Crees que las necesidades son similares? ¿No afectaría algo así a nuestro tradicional comercio de barrio?
—La oferta alimentaria en España y Nueva York son obviamente muy distintas, porque también lo son las culturas alimentarias.
Aquí se cocina más, pero muchas personas compran productos pensando que son de calidad, sin saber el precio que tiene para el medio ambiente y para la salud. Hay mucho desconocimiento aún, porque se vende mucha oferta de comida que "parece" de calidad, a precio muy bajo. Eso contribuye a que mucha gente piense que no es necesaria la apertura de un proyecto así.
También existen excepciones, por supuesto, y pienso que es necesario que el comercio de barrio continúe existiendo, pues no es incompatible con la apertura de los supermercados cooperativos. Todo tiene su función, pues mucha gente prefiere el comercio pequeño por motivos diversos, y creo que seguiría existiendo. No hay que tener miedo en ese sentido.
"Es necesario que el comercio de barrio continúe existiendo, pues no es incompatible con la apertura de los supermercados cooperativos. No hay que tener miedo en ese sentido"
—¿Un supermercado cooperativo que siguiera el modelo de la Food Coop permitiría llegar a más gente?
—En general, los grupos de consumo que conocemos aquí están integrados por personas de similar clase social, cultural e intereses. En cierto modo, son personas que ya están sensibilizadas con el consumo ecológico o cooperativo y que, por así decirlo, hablan un mismo "idioma".
Un proyecto como Food Coop permite que personas con un nivel de conocimientos previos y condición económica diferentes formen parte de un mismo proyecto. A nivel social es mucho más interesante, más rico y más inclusivo; y a nivel de divulgación de consumo responsable, mucho más efectivo que cualquier otro tipo de campaña.
—¿Qué otras ventajas tendría montar aquí algo así respecto a otras cooperativas que ya tenemos?
—Muchísimas: mejora de la salud de las personas a través del consumo de alimentos de calidad, apoyo y conocimiento cercano de pequeñas iniciativas de agricultura y ganadería ecológicas como alternativa a las grandes cadenas de distribución, reducir precios gracias a la eliminación de intermediarios y del trabajo cooperativo, o la creación de una red personal más extensa y sobre todo diversa en el barrio o ciudad.
A esto habría que añadir la experiencia social, la cual sería más rica, pues abarcaría a gente de procedencia más plural. Y, sobre todo, la inversión de tiempo media de las personas sería mucho menor, pues se optimizarían los recursos. Ofreciendo la posibilidad de adquirir casi todos los productos de la compra, se ahorraría mucho en el tiempo total que cada familia dedicaría en sus compras semanales.
—Parecen las ventajas de llevar la autogestión a una escala más grande...
—Sí, las ventajas para los socios podrían ser mucho mayores: posibilidad de ser sostenido durante una baja maternal, la de utilizar bonos de ayuda alimentaria de entidades sociales, obtener beneficios de otros profesionales o entidades y otros muchos apoyos que se podrían ir creando a medida de que la cooperativa fueran creciendo.
Y las posibilidades de participación en los turnos y de compra serían más flexibles, menos sujetas a horarios más cerrados, algo que cuando se tienen determinados tipos de trabajos o responsabilidades familiares ayuda muchísimo.
"A nivel práctico las diferencias con un grupo de consumo pequeño son muchas. No estamos hablando solo de una diferencia de medida. El proyecto Food Coop contiene muchos matices que es necesario descubrir para reconocer su originalidad."
—¿Y qué necesitaríamos para iniciar un proyecto así?
—Bajo mi punto de vista, sería necesario que el proyecto Food Coop español "fundacional" fuera liderado por personas con experiencia en grupos de consumo y cooperativos o de voluntariado, que conozcan bien los productos y productores y la experiencia de la Food Coop.
También deberían conocer bien la realidad local de la ciudad en la que se abriera, tanto a nivel de asociaciones como de comercios locales para potenciar colaboraciones y evitar superposiciones. Y si se pudiera disponer de la ayuda de alguna entidad pública o privada, sería muy positivo.
Pero sobre todo es necesario que muchas personas confíen en esta experiencia, y conecten con la ilusión y la emoción de emprender esta aventura cooperativa.
La cooperación se basa en la suma de la fuerza de muchos, y todas las aportaciones son imprescindibles, incluso las de quienes solo estén dispuestos a hacer su turno mensual y pagar su depósito de entrada: no hay que juzgar a quien solo puede o quiere involucrarse poco, o lo hace por un motivo económico.
"La cooperación se basa en la suma de la fuerza de muchos, y todas las aportaciones son imprescindibles, incluso las de quienes solo estén dispuestos a hacer su turno mensual."
—¿Alguna anécdota que quieras compartir?
—Personalmente mi participación en la Food Coop fue transformadora en muchos sentidos. En general, pude profundizar en el conocimiento del consumo ecológico y conocer nuevos productos. También aprendí muchísimos recursos organizativos que he podido trasladar a otros ámbitos: de cooperación, voluntariado, escuelas, etc.
Pero tal vez lo que más destacaría es que aprendí muchísimo gracias al trabajo en la sala infantil y la convivencia con personas con una mirada distinta de lo que significa el niño, el juego y la educación. Pude llevarme conmigo reflexiones que han transformado profundamente mi trabajo como organizadora de espacios infantiles y acompañante de familias.