El 17 de mayo se celebra el Día Mundial del Reciclaje, una fecha importante que busca promover la cultura del reciclaje y concienciar sobre la importancia de cuidar nuestro planeta. En un mundo donde la contaminación y el cambio climático son problemas cada vez más presentes, el reciclaje se ha convertido en una herramienta fundamental para reducir la cantidad de residuos que generamos y preservar nuestros recursos naturales.
La celebración de este día nos recuerda la importancia de separar los residuos correctamente, para que puedan ser reciclados de manera efectiva y contribuyan a la creación de nuevos productos. Además, nos invita a reflexionar sobre la necesidad de reducir nuestra huella de carbono y adoptar hábitos más sostenibles en nuestro día a día.
El reciclaje es un compromiso de todos y cada uno de nosotros, y este día nos brinda la oportunidad de hacer una reflexión colectiva sobre nuestras prácticas cotidianas. Es un momento para tomar conciencia de la necesidad de cuidar nuestro planeta y comprometernos a actuar de manera responsable y sostenible.
Por qué deberíamos reciclar y recuperar
En España se generan 464 kg por persona al año, pero solo se recicla y composta el 27%, según Eurostat (2012). Los países aventajados combinan una menor producción de desechos con un mayor reciclaje: Bélgica (456 kg/57%), Eslovenia (362 kg/47%) y Estonia (279 kg/40%).
Todo lo que no reciclamos o compostamos acaba en un vertedero, una incineradora o esparcido por bosques y mares. Los vertederos producen lixiviados –líquidos que contaminan la tierra y los acuíferos– y metano –un gas invernadero 72 veces más activo que el dióxido de carbono–, así como otros gases tóxicos. Las incineradoras lanzan gases y cenizas tóxicos, como las peligrosas dioxinas, que viajan por la atmósfera y se relacionan con graves enfermedades como el cáncer.
Es necesario cambiar la mirada y ver los desechos, no como simple basura, sino como recursos que no deben desperdiciarse. Si se separan adecuadamente se pueden reutilizar como papel, metal, vidrio o compost, y así se amortigua el continuo saqueo que hacemos del planeta.
Es necesario cambiar nuestra mirada y ver los desechos como grandes recursos que no deberían desperdiciarse
Con los materiales recuperados se fabrican envases y otros productos: con 40 botellas se puede conseguir un forro polar; con 40 latas, una llanta de bicicleta; con ocho cajas de cereales, un libro; con seis briks, una caja de zapatos. Se ahorra con ello energía y utilizar nuevas materias primas. Hay que tener presente que el vidrio o los metales se pueden usar una y otra vez sin perder propiedades. El papel y el cartón, entre 3,5 y 6 veces. Los plásticos dan de sí para 4 o 5 ciclos de reciclaje.
Errores más frecuentes al reciclar
Reciclar la materia orgánica supone un salto cualitativo en el cuidado del medio ambiente. Sin embargo, seguimos cometiendo errores a la hora de reciclar. Los errores más frecuentes al reciclar tienen que ver con lo que tiramos mal en cada contenedor
- Contenedor azul: el error más habitual es tirar papel y cartones con restos de grasa; depositar papel de cocina (que va al contenedor marrón), briks (irán al amarillo), el papel encerado o cartones plastificados. Otro descuido es no plegar las cajas para que los camiones no carguen con mucho aire y pocos materiales.
- Contenedor amarillo (bolsas y envases plásticos, de metal y briks): la equivocación más frecuente es lanzar plásticos que no son envases, como bolígrafos, juguetes, etc., que deben ir a un Punto Limpio, al rechazo o a organizaciones benéficas. «Otro caso habitual es no saber que el papel de aluminio o los aerosoles, como desodorantes o lacas, se depositan en el contenedor amarillo», aclaran desde Ecoembes. Las botellas también deberían aplastarse para que no ocupen tanto espacio.
- Contenedor verde, el del vidrio: el mayor fallo es colocar productos que no sean envases, como bombillas, vasos rotos, platos o espejos. Y en el marrón para desechos orgánicos, nunca hay que poner pañales, compresas o tampones usados, excrementos de animales, pelos o la broza de barrer. Otro error corriente es no usar una bolsa biodegradable para recogerlos.
Dónde tirar los objetos contaminantes
Sin duda, lo peor es echar objetos contaminantes a los contenedores, como pilas, aparatos eléctricos o electrónicos, botes de pintura, productos fitosanitarios...
Deben ir a un Punto Limpio, como electrodomésticos, vidrio plano, restos de jardinería, escombros, trastos viejos y muebles, ropa, calzado, cartuchos de tinta, tóneres, neumáticos, baterías de coche, fármacos y cosméticos, radiografías, aceite de motor, bombillas, CD... Y el aceite de cocina, que permite hacer biocombustible.
Si se vierte por el desagüe daña las cañerías y añade costes y dificultades a las depuradoras. Además, un solo litro contamina mil litros de agua.
Por qué reciclar la materia orgánica
Reciclar la materia orgánica es un salto cualitativo en el cuidado del medio ambiente. Los residuos orgánicos suponen el 40% de los domésticos. Echándolos al contenedor marrón se reduce la contaminación de los suelos y aguas subterráneas, se contribuye a frenar el cambio climático y se combate la desertificación ayudando a crear un buen compost.
Con estos restos también se produce biogás en plantas de biometanización. El cubo de basura queda reducido a un 15% añadiendo este hábito de reciclaje a los otros.
Cómo reducir el uso de envases
A pesar de todo, estamos aún lejos de un sistema de reciclado realmente eficaz. Según la organización Retorna, en España se consumen 51 millones de envases de bebidas de un solo uso cada día. Retorna denuncia que solo recoge 3 de cada 10 de esos envases y que, por tanto, el sistema actual debería complementarse con uno de retorno como en Alemania, donde el consumidor paga entre 0,08 y 0,25 céntimos por cada envase y los recupera al devolverlo. Al darles un valor económico, se fomenta un mayor porcentaje de recogida.
Pero un verdadero futuro sostenible pasa por «desapuntarse» de la insensata fórmula consumista del «comprar, usar, tirar». «Fijémonos en la naturaleza, donde nada se desecha. El residuo es un invento humano, acaso el más pernicioso», apunta el arquitecto William McDonough, creador del concepto cradle to cradle, que trabaja por un diseño inteligente en el que el impacto ambiental sea cero.
Necesitamos repensar los productos y los materiales para que tengan un ciclo circular: una vez usados, deberían poder volver a la Tierra sin perjuicio alguno para los sistemas naturales ni la salud.
Por ello cultivar pequeños hábitos como:
- Llevar nuestros propios recipientes
- Evitar comprar productos con mucho embalaje,
- Frecuentar las tiendas de venta a granel
- Preferir la calidad a la cantidad son algunos buenos senderos por los que se puede transitar hasta llegar a ese futuro de residuos cero.