El pasado 16 de junio del 2018, Segovia se echó encima una larguísima bufanda tejida por mujeres artesanas con lana local para pedir a las autoridades"«tecnología segura" y biocompatible ante la llegada de la telefonía móvil 5G, que ha tomado la ciudad como laboratorio de pruebas.

En la cadena participaron enfermos con síndromes de hipersensibilidad a los campos electromagnéticos (CEM), y prestigiosos científicos expertos en bioelectromagnetismo como Magda Havas, Annie Sasco y David Carpenter, que participaron en las I Jornadas Científicas organizadas ese mismo día por la Asociación de Electro y Químico Sensibles por el Derecho a la Salud (EQSDS).

Dadas las altas frecuencias (53-78 Ghz) de la 5G, con mayor capacidad para penetrar en el organismo, las personas sensibles a los CEM serán más vulnerables tras la puesta en marcha de esta tecnología en 2020.

Móviles más veloces, más riesgos para la salud

Los ponentes de las Jornadas auguraron un aumento de las patologías asociadas a esta contaminación.

"Los gobiernos no están controlando lo que pasa y los científicos estamos muy preocupados", dijo Ceferino Maestu, director del laboratorio de bioelectromagnetismo del Centro de Tecnología Biomédica dependiente de la Universidad Politécnica de Madrid.

"Ya es imposible decir que las radiofrecuencias no producen cáncer", afirmó David Carpenter, coautor del informe internacional "Bioinitiative" y director del Instituto de Salud y Medio Ambiente (Nueva York), centro colaborador de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Según este experto, cada vez habrá más personas electrohipersensibles, incluidos niños, y más casos de leucemia infantil.

Los expertos esperanasimismomás casos deinfertilidad, de cardiopatías, de enfermedades autoinmunes, psiquiátricas, neurológicas y cognitivas, y de tumores cerebrales, entre otros.

Otro efecto sería la aparición de un tercer tipo de diabetes cuyo desencadenante sería la contaminación electromagnética. "Al exponernos a esta radiación, se altera el funcionamiento de las células", especificó Magda Havas, profesora de ciencias ambientales de las universidades canadienses de Toronto y de Trent.

Magda Havas advirtió que puede darse una catástrofe sanitaria, en la que las personas con hipersensiblidad electromagnética podrían sufrir ictus o infartos por coagulación de la sangre, ya que en ellos "los glóbulos sanguíneos se aglutinan, no fluyen libremente" cuando están expuestos.

La exposición a la radiación genera síntomas comprobables: fatiga, alteración del sueño, concentración, pérdida de memoria a corto plazo, confusión, cataratas, depresión y ansiedad, acúfenos, problemas de piel y endocrinos, y especialmente del sistema nervioso central.

Últimas evidencias sobre los riesgos de la telefonía móvil

Además de efectos en el medio ambiente y en la fauna, sobre lo que habló Alfonso Balmori, las últimas revisiones después de que la Agencia para la Investigación del Cáncer (IARC) de la OMS clasificara en 2011 las microondas de la telefonía móvil en la categoría 2B ("posiblemente cancerígenos"), apuntan también a un aumento de tumores cerebrales.

El estudio Mobi-Kids, presentado a la Comisión Europea en 2017 y aún sin publicar, podría conseguir –según Annie Sasco, exdirectora de epidemiología del Instituto Nacional de la Salud y la Investigación médica de Francia– que la IARC elevara la clasificación a 2A, "probablemente cancerígeno", o Grupo 1, por su mecanismo de neurotoxicidad, ya que vincula el riesgo en niños, adolescentes y jóvenes de 7 a 24 años de 14 países a padecer tumores cerebrales por la telefonía móvil.

Otro estudio epidemiológico interesante es el francés CERENAT, publicado en 2014 en Occupational Environment Medicine, que constata que el uso del móvil, incluso 30 minutos al día, duplica o triplica el riesgo de padecer un tumor cerebral.

El Instituto Ramazzini ha elevado en 2018 el nivel de evidencia para el schwannoma maligno de corazón y el glioma, con un estudio similar, aunque con una muestra diez veces más pequeña que el macroestudio del National Toxicology Program del Instituto Nacional para la Salud y Seguridad Ambiental de EE.UU.

Esta última investigación aún no se ha publicado, tras años de estudio y de una ingente inversión, y tras hallar también evidencias de carcinogenicidad y daños cardiacos.

Un estudio francés de 2018 del profesor Dominique Belpomme concluye que empieza a haber consenso sobre el aumento de estrés oxidativo generalizado por exposición a los CEM, algo que el 80% de las personas con electrosensibilidad registra en índices más altos, según David Carpenter.

Por eso, dijo, no hay que centrarse solo en el calentamiento de los tejidos (único efecto que cuenta con consenso) porque hay más efectos biológicos "y con la G5 va a ser peor".

La contaminación electromagnética aumentará notablemente

Ante la invisibilidad de este problema, los ponentes de las Jornadas en Segovia plantearon abrir un debate social que ya debería haberse producido.

Las autoridades alegan que el Plan Nacional 5G (2018-2020) se basa en una consulta pública, pero no se ha incluido ninguna pregunta sobre la salud ni sobre la autorización de los ciudadanos para instalar el 5G, según el director del Centro de Bioelecromagnetismo, que afirmó que el nuevo modelo de cobertura saldrá a las calles "sin que nadie haya estudiado los efectos en la salud de miles y millones de fuentes radiantes simultáneas que tendremos, porque en las universidades se estudia solo con una o dos fuentes".

Ceferino Maestu afirma que, con la 5G, el despliegue masivo de cientos de pequeñas antenas de un tamaño variable –entre una moneda y una pizza– que estarán por todas partes y activas las 24 horas del día, "será posible solo sometiéndonos a una nube de radiación creciente".

En vez de emplazarse solo en las alturas, las antenas se instalarán también a nivel del suelo, más cerca de la calle, y a unos 75 metros de distancia entre sí para asegurar la interconexión de los millones de dispositivos inteligentes inalámbricos con los que estaremos en red (sistemas inteligentes de transporte, Smart Grid, internet de las cosas, e-salud y domótica).

Con la normativa vigente, no podremos conocer su ubicación. Maestu ha pedido revisar la Ley General de Telecomunicaciones, que ahora impide el control de la salud por la población, y una moratoria para el 5G hasta que se conozcan los efectos a corto y medio plazo de vivir con "densidades de potencia que serán enormes".

Qué puedes hacer para protegerte

A nivel particular se pueden tomar algunas medidas, para disminuir nuestra exposición a las radiaciones electromagnéticas y sus efectos.

  • Baja la radiación que te rodea: combina el cable y la fibra óptica en dispositivos fijos, como la impresora, con la tecnología inalámbrica para el móvil.
  • Ten los dispositivos activos solo cuando los uses.
  • Activa tus defensas, lo que empieza por fortalecer la microbiota, sobre todo en las personas con un sistema inmunitario debilitado y más propensas a la sensibilidad a la contaminación electromágnética (electrosensibilidad) y a otros contaminantes ambientales y químicos.
  • Ceferino Maestu pide no superar la exposición segura mínima de los 0,1 microvatios cm² (la 5G va a rebasarla cada día), y crear una tasa dosimétrica personal para incluir en el historial médico del paciente que ayude a su diagnóstico.

¿Qué son las zonas blancas?

Las zonas blancas son espacios libres de emisiones electromagnéticas. La legislación actual pide a los concesionarios de telefonía que no dejen zonas blancas para ofrecer su servicio en todo el territorio.

Es necesario crear zonas blancas en las ciudades y fuera de ellas, zonas sin contaminación electromagnética donde las personas electrohipersensibles puedan recuperarse y refugiarse. No tendrían humo, olores, tóxicos, ruido ni radiaciones.

Pueden exigir blindaje físico de radiaciones y aislamiento acústico, filtrado y purificación del aire respirable (y del agua potable), iluminación biológica u otros equipamientos saludables, para garantizar la calidad ambiental de estas áreas.