La organización de la cumbre mundial del clima en Glasgow (COP26) parecen empeñados en dar la razón a la activista Greta Thunberg, que en un reciente tuit ha manifestado que "está es la COP más excluyente. Es un festival del greenwash del Norte Global. Dos semanas de celebración de los negocios como siempre y bla, bla, bla".

El concepto greenwash define las campañas para hacer que una idea o un producto parezcan ecológicos cuando no lo son. Este parece ser el caso del menú ofrecido por la COP26 a los asistentes, que se presentaba como diseñado para reducir el calentamiento del planeta pero que ha resultado estar lleno de carne, cuando su producción es una de las contribuciones más relevantes al cambio climático.

De hecho, el pasado mes de julio, el IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) publicó un iforme donde se instaba a las autoridades políticas a "disminuir el consumo de carne con el objetivo de reducir la emisión a la atmósfera de gases de efecto invernadero". Según Greenpeace, la cría de animales es responsable del 60 por ciento de las emisiones de la agricultura en todo el mundo.

Un menú insostenible y poco saludable lleno de carne británica

Los organizadores de la COP26 habían anunciado que el menú se elaboraría con productos locales (procedentes en un 95% del Reino Unido, un 80% de la propia Escocia) para reducir la huella de carbono causada por el tranporte, pero lo que no dijeron es que rebosaría de carne, lácteos y pescado.

En cifras, el 68% de los productos del menú es de origen animal y el 42% de origen vegetal, unas proporciones que contradicen totalmente los criterios de un menú sostenible y saludable.

En cuanto a la salud, solo hay que comparar el menú de Glasgow con el recomendado por la Universidad de Harvard, donde la carne y el pescado no son "obligatorios" y en caso de incluirlos, representan el 25% del volumen en un plato.

Algunas de las recetas de Glasgow, además, no están hechas para todas los gustos y sensibilidades. Por ejemplo, el plato escocés tradicional “haggis, neeps and tatties” está elaborado con hígado, corazón y pulmones de oveja.

Las cifras ofrecidas por la organización sobre el impacto de cada plato dejan bien claras las diferencias entre una dieta basada en la carne y otra vegetariana. El mencionado “haggis, neeps and tatties” produce 3,5 kg de emisiones de CO2. En cambio, un plato de col rizada ecológica, crema de verduras de temporada y albóndigas veganas producen 0,3 kg de CO2.

Joel Scott-Halkes, cofundador de la organización medioambiental británica Wild Card, se quejó de que servir carne y pescado en la COP26 "es como ofrecer cigarrillos en una conferencia sobre cáncer de pulmón".

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Mientras los políticos y funcionarios que asisten a la COP26 digieren los platos altamente carnívoros e insostenibles tendrán que discutir las medidas que se toman para reducir el consumo de carne en el mundo, lo que no deja de ser paradógico. Por ejemplo, el gobierno del Reino Unido tiene en proyecto aplicar impuestos especiales sobre la carne roja y los lácteos.

En realidad, las medidas que se tomarán en la COP26 en relación con la carne no atenderán exclusivamente a argumentos científicos con el objetivo del bien común. En las bambalinas de las negociaciones, las naciones con más intereses en la producción de carne están presionando para que las medidas de control de la producción de carne sean mínimas.

Prueba de ello son los documentos filtrados a Greenpeace, donde se puede comprobar cómo Brasil o Australia han presionado para corregir los informes científicos.

Por ejemplo, un borrador afirmaba que "la dieta a base de plantas puede reducir las emisiones de gases de efecto invernadero hasta un 50% en comparación con la dieta occidental media intensiva en emisiones" y los representantes del gobierno de Brasil alegaron que se trataba de un dato incorrecto, mientras que los de Argentina pidieron que se eliminaran las referencias a los impuestos sobre la carne roja y a la campaña internacional "Lunes sin carne".