"Estamos acabados si no abandonamos la agricultura industrial", nos decía Jane Goodall en esta entrevista. Como esta respetada activista, muchos biólogos y expertos relacionan la agricultura intensiva con la destrucción y explotación de nuestros ecosistemas naturales. Pero hay otras maneras de cultivar, formas de hacer que no solo no destruyen sino que construyen, que van en beneficio de la biodiversidad, el medio ambiente y la sociedad.
Lo saben bien en la organización ambientalista WWF, que se ha aliado con la empresa sevillana Iberhanse-Naturgreen, pionera en agricultura sostenible, para comercializar naranjas y mandarinas cultivadas de manera respetuosa con el medio ambiente.
El resultado es "Naranja Salvaje", un proyecto innovador en el cultivo y venta de cítricos sostenibles y con valor solidario. En plena campaña de cítricos es un placer descubrir proyectos como este: una forma de apoyar a productores que quieren cambiar las cosas, y que apuestan por ofrecer alimentos saludables tanto para las personas como para el planeta y la fauna.
Ecología a todos los niveles
Las naranjas y mandarinas de Naranja Salvaje se cultivan en las fincas de familias de productores en la fértil vega del Guadalquivir, en la provincia de Sevilla. Se cultivan de forma ecológica, con el mayor respeto hacia la tierra, el árbol y la fruta, y convirtiendo los huertos en un refugio de biodiversidad.
Para el cultivo de los naranjos y los mandarinos, los productores se apoyan en aliados naturales y productos libres de químicos, por la salud de todos.
Pero el cultivo ecológico no hace referencia solo al control de plagas de forma natural, sino también al uso eficiente de los recursos. En los naranjales se han empleado sondas de riego que permitirán ahorrar un 20% de agua y reducir el consumo energético en un 25%.
La elección de esta zona geográfica no es casual. Andalucía es la segunda región productora de cítricos después de Comunidad Valenciana en España. Este proyecto es la prueba de que se puede cultivar naranja de forma ecológica y respetuosa con la naturaleza.
Refugio de biodiversidad
Las naranjas conviven con la flora y fauna autóctona, buscando el equilibrio del ecosistema. De hecho, los naranjales del proyecto albergan ahora más de 75 especies de animales, como nutrias, zorros, tejones, águilas pescadoras, lagartos ocelados, chotacabras, búhos y hasta 26 especies de mariquitas que ayudan a controlar plagas de manera ecológica. Además se han conservado zonas sin cultivar en cada finca, para recuperar las lindes y los arroyos como largos corredores verdes que favorezcan a la fauna autóctona.
También se han instalado numerosos posaderos para aves rapaces, cajas nido y ‘hoteles’ de insectos.
Del campo a la mesa
La iniciativa va aún más allá y rompe barreras entre el productor y el consumidor. Las naranjas y mandarinas se venden a un precio justo para los agricultores y llegan a los consumidores recién cogidas del árbol y con un empaquetado a base de materiales reciclados, que cuenta con el certificado forestal FSC.
El acuerdo de colaboración entre ambas entidades permite, además, impulsar el proyecto de WWF por una alimentación sostenible y el cuidado del planeta, dado que parte de los beneficios de cada compra van destinados a este fin.
Valor social y solidario
Detrás de este proyecto trabaja una familia de agricultores reales, que cuidan sus naranjales con mimo y con respeto por la naturaleza y reciben un precio justo por su cosecha. Es una forma de cultivar que busca tener un impacto positivo a todos los niveles: en la biodiversidad, en el medio ambiente y en la salud y el bienestar de toda la sociedad.