Lotfi EL-Ghandouri es canadiense, experto en márketing y máster en Comercio Internacional. Desde hace dos décadas dirige en Madrid su propia empresa consultora especializada en capital humano.

Se dedica a asesorar a otras empresas sobre cómo mejorar su cultura de trabajo, su funcionamiento y personal para propiciar un entorno laboral más armonioso y hacer avanzar las ideas.

Asegura divertirse con lo que hace y se nota que no miente, pero sabe, porque lo ha vivido, lo que es no disfrutar del trabajo y sentirse atrapado en él.

Basándose en su experiencia y en la de otros que han pasado por situaciones similares, publicó el libro El despido interior (Alienta Ed.) en el que sostiene que muchas veces la infelicidad laboral es fruto de una decisión equivocada que conduce lenta y silenciosamente hacia una situación de gran malestar.

En esta entrevista explica qué puede llevarnos por esa deriva y proporciona algunas claves para reconducir la vida laboral y disfrutar de lo que se hace.

"Huir de un trabajo no resuelve nada."

Cuando el trabajo te hace infeliz

–Atribuyes la infelicidad en el trabajo a un proceso que llamas "despido interior". ¿Qué es el despido interior?
–Todos al entrar en un trabajo nuevo queremos dar lo mejor de nosotros. Pero tenemos tres necesidades: autorrealizarnos, sentirnos reconocidos y saber que estamos contribuyendo a algo. Y esto genera unas expectativas más o menos realistas que no siempre se cumplen. El problema surge cuando, al producirse un desencuentro entre nuestras expectativas y las de las empresas, tomamos la decisión de dejar de dar lo mejor de nosotros mismos. El trabajo se convierte entonces en una fachada. Pasamos de la entrega a la resignación y eso nos condena a ser infelices.

–¿Cómo se comporta una persona que toma este camino?
–Deja de tomar la iniciativa y de proponer ideas. Acepta lo que diga el jefe aunque no esté de acuerdo. Se dice: "¿para qué voy a decir algo si no me van a escuchar o si no sirve para nada?". Con ello se vuelve más cínica y pesimista. Si llegaba puntual, empieza a llegar tarde, a faltar. Si antes solía ayudar a los demás, ahora se dedica sólo a lo suyo. Se distrae más, hace lo justo, se aísla, pone el piloto automático , se pasa más rato conectada a internet.. . ¡El 60% de las transacciones personales se realizan por internet en la oficina!

–¿Tenemos expectativas demasiado altas del trabajo?
–El desencuentro entre nuestras expectativas y las de la empresa puede deberse a muchos motivos. Puede que nuestros valores no encajen con los de la empresa, que no se atienda a nuestras propuestas, que no nos entendamos... también que las expectativas sean poco realistas. En un caso u otro podemos sentirnos defraudados o engañados. El error es creer que, si dejamos de poner empeño en el trabajo, si dejamos de rendir como antes, el jefe y los compañeros se van a dar cuenta y van a reconocer lo que valemos.

–¿Buscamos su reconocimiento?
–A veces se busca castigar a la empresa. La persona se dice: "Tú me engañas, pues yo también". Otras veces lo que se quiere es demostrar que la empresa no puede seguir sin nosotros. Y lo que sucede es nos llevamos una desilusión: la empresa pierde, porque deja de percibir nuestro valor añadido, pero no lo vemos porque sigue adelante. Sin embargo, el empleado pierde mucho más.

–¿Qué se pierde?
–El despido interior coloca en una situación de supervivencia. Conduce a una baja autoestima y autoconfianza, destruye la ilusión y la esperanza, aumenta el riesgo de depresión, burnout ("estar quemado") y enfermedades asociadas...

–¿Todos deberíamos dar lo mejor de nosotros mismos en el trabajo?
–Sí, pasamos allí muchas horas. Y mientras damos lo mejor de nosotros mismos nos estamos dando la oportunidad de mejorar y ser creativos, reforzamos la autoconfianza y nos crecemos ante la adversidad. Ahora bien, entrega no significa sacrificio. La entrega es estar atento, mantenerse creativo, responsabilizarse de las propias tareas y hacerlo lo mejor posible dentro de los horarios y el marco que ofrece la empresa.

"Los problemas en el trabajo surgen cuando una persona decide dejar de dar lo mejor de sí misma" .

–Pero habrá gente que se preguntará: ¿por qué voy a esforzarme tanto si quien más se enriquece es la empresa?
–Hay que dejar de pensar que eres tonto y que te están engañando si te entregas al trabajo. Es cierto que la empresa gana más, pero una persona gana mucho más dando lo mejor de sí misma que no dándolo. Nos centramos tanto en el otro que no vemos lo que ganamos nosotros. No se trata de aguantar en un trabajo aunque no se esté a gusto dando lo mejor de uno mismo, sino de darlo siempre y, si no se está bien, buscarse alternativas, sea dentro o fuera de la empresa: hablando con el jefe para resolver el conflicto, buscando otro trabajo...

¿Odias tu trabajo? Toma medidas

–¿Por qué se toma entonces la decisión de inhibirse?
–Se toma porque se vive como una estrategia de ataque, pero en realidad es sólo una rebelión pasiva que impide tomar las riendas de la propia vida laboral. Creemos que somos los perjudicados y que es el otro el que tiene que buscar una solución. La persona permanece a la espera, a veces desde posturas victimistas.

–¿Y no se da cuenta de que se está perjudicando?
–Cuando se toma conciencia de la situación se piensa que ha tenido que ser por algo muy grave, pero no es así. Se trata de un proceso paulatino. Es la retirada de pequeños gestos cotidianos. Todas estas retiradas separadas pasan desapercibidas, pero sumadas ejercen un gran impacto. El ejemplo más claro son las parejas que pasan de quererse a una falta total de cariño. Las flores, las palabras de amor se van retirando... En las empresas sucede lo mismo.

–Hay mucha gente que no está contenta en el trabajo. ¿Por qué es algo tan habitual?
–No vemos crecer el desencuentro, lo dejamos pasar. Nos cuesta afrontar el conflicto o incluso crearlo. Pensamos que se nos va a escapar de las manos. Pero ¿qué problema hay en expresar un desacuerdo? ¿O en decir que no estamos satisfechos? ¡Esperamos que los demás entiendan nuestras necesidades sin expresarlas... ! Y un día nos despertamos y asumimos la infelicidad en el trabajo. Asumimos que la vida laboral es algo negativo.

–¿No será que se le da demasiada importancia al trabajo? Al fin y al cabo, la vida no es sólo trabajar...
–Para mí lo importante es el equilibrio. Dar lo mejor en el horario que se da. Pero pasamos muchas horas en el trabajo, con compañeros y jefes. ¡No ser tú mismo puede ser muy estresante!

¿La empresa no puede ser algo responsable de la infelicidad del trabajador?
–La empresa ofrece un entorno que puede favorecer el despido interior, como un jefe que no te reconoce o un entorno muy competitivo, pero es uno mismo quien elige ir por este camino. ¡Empezar a hacer menos o a no hacer nada es una decisión! En el momento en que tomamos conciencia de que es así podemos responsabilizarnos de salir de allí o no. Hay diferentes culturas de empresa y se encaja o no. Si no se encaja, hay que tener la valentía de admitirlo. Si encajas pero no te sientes bien dentro, tu deber es intentar cambiarlo. Y si no es posible, hay que marcharse con serenidad.

El despido interior: qué es y cómo prevenirlo

–¿Por qué ese nombre de "despido interior"?
–Porque cuando alguien torna ese camino se despide de sí mismo y de sus sueños, de sus proyectos... antes de que le echen. Cuando alguien te echa es probable que sea porque está viendo desde fuera lo que tú sabes por dentro desde hace ya mucho tiempo. Estás dispuesto a despedirte de ti para que un día te despidan otros.

–¿Lo conveniente sería despedirse uno mismo?
–Lo importante es no repetir el mismo patrón en el trabajo siguiente. Huir de un trabajo no resuelve nada. Hay gente que se lanza a cambiar sin cuestionarse. Temporalmente puede irle mejor, pero el problema sigue latente. Y cada vez la recaída llega antes. Además, al ser un problema no resuelto se vive con más intensidad.

–¿Qué propone hacer?
–Primero habría que reconciliarse con uno mismo aclarando lo que pasa, cerrar bien la etapa y entonces diseñar una estrategia para emprender el vuelo. No hacerlo es llenar la mochila de piedras y arrastrar rabia y frustración, y eso resta vitalidad e ilusión. Sin ilusión no se es capaz de encontrar el camino aunque el entorno sea favorable, porque se es incapaz de verlo.

–A veces la situación personal hace muy difícil el cambio. ¿En esos casos no queda más remedio que aguantar?
–La hipoteca, la familia... a veces son excusas que nos ponemos. Hubo un tiempo en que no las teníamos y ¿nos arriesgamos? ¡Quizá no! ¿Por qué? Porque no nos veíamos capaces de cambiar, de seguir y conseguir nuestros sueños...

–¿Cómo se rompe la dinámica del despido interior?
–Hay que volver a conectar con uno mismo. Todo lo que habías pensado que querías hacer, hazlo. Arriésgate. Los sueños que tenemos no podemos mantenerlos en la fantasía de perfección, tenemos que llevarlos a la realidad. Si no, ¿para qué tenerlos? Para eso hay que caminar en la dirección correcta.

"Por eso es importante preguntarse: ¿lo que estoy haciendo me acerca a mis sueños? Eso ayuda a elegir."

–En el día a día, ¿qué estrategias pueden ayudar a recuperar la motivación?
–Si antes te gustaba dar ideas y dejaste de hacerlo, proponte un día dar una. Cuando lo hayas hecho, para, disfrútalo y celébralo. A veces cuando conseguimos algo nos sentimos orgullosos tan sólo un instante y enseguida nos descalificamos. ¡Bah, lo he hecho yo pero lo podría haber hecho cualquiera! Saborear las pequeñas victorias, celebrando cada gesto, ayuda a mantener viva la ilusión.

–¿La rutina nos perjudica?
–Hay que aprender a sentirse cómodo en la incomodidad. Si te limitas a lo conocido, a usar las habilidades de las que eres consciente te niegas la posibilidad de descubrir tus potencialidades, y en vez de crecer te vuelves más débil e inseguro. ¡Tienes que salir de tu zona de confort! Forzar los límites de la rutina y hacer que tu rutina sea el descubrimiento.

–¿Y cómo se hace?
Cada día piensa: "¿Qué puedo hacer hoy que sea diferente?" Empuja cada día un poco más: si llega un nuevo programa informático, aprovecha la oportunidad de aprender a usarlo; si te ofrecen una nueva responsabilidad, acéptala... En el equilibrio entre lo conocido y lo desconocido se puede desarrollar la creatividad y actuar con serenidad. El trabajo se convierte así en un lugar de aprendizaje y desarrollo. Y si hay conflictos se lidian en el terreno laboral; no se toman como algo personal.

–Pero hay personas a las que ya les gusta ir al trabajo, que se les diga lo que tienen que hacer y no preocuparse...
–Esas personas están en un nivel de resignación asumida y controlada, pero no salen de su zona de confort, no se superan. Hay otra manera de trabajar en la que te puedes superar día a día. ¡Y se disfruta mucho más!