De mente inquieta y corazón grande, Mario Alonso Puig, médico y cirujano humanista al que la mayoría conocemos por sus múltiples conferencias sobre salud y autorrealización, nos concedió esta entrevista que se convirtió en una clase magistral de vida.
El doctor Alonso Puig se dedicó a la práctica de la cirugía durante 26 años, pero en paralelo, intuyendo desde siempre que el mundo emocional se conecta al mundo físico y se manifiesta tanto en la enfermedad como en la salud, empezó a indagar en neurología, en medicina cuerpo-mente, en hipnopsis ericksoniana y en mindfulness, entre otros abordajes.
Es autor de una decena de libros, entre ellos: Vivir es un asunto urgente o Mind-fulness, el arte de mantener la calma en medio de la tempestad y acaba de publicar Resetea tu mente. Descubre de lo que eres capaz (Ed. Espasa). Divulga de manera sencilla pero con profundidad su conocimiento, con un único objetivo: dar lo mejor de sí y transformar para bien la vida de las personas.
–Usted recomienda estar receptivos a la vida, verla con ojos curiosos.
–Claro, como decía el gran escritor francés Marcel Proust: el verdadero acto del descubrimiento no consiste en salir a buscar nuevas tierras, es aprender a ver la vieja tierra con nuevos ojos. Por lo tanto, hay que cambiar la forma de ver las cosas.
Nuestra forma de pensar está viciada, porque está enfocada en conseguir poder, fama y fortuna. Se basa en hacer muchas cosas para conseguir el éxito, ser una persona importante, reconocida y valorada. En mi experiencia personal, lo que más me ha ayudado a caer en la cuenta de esta forma equivocada de pensar ha sido, por una parte, la lectura, luego, estar con personas avanzadas en este mismo camino, y en tercer lugar, el silencio.
En momentos de silencio profundo he podido conectar con realidades que han superado todo lo que podía haber imaginado.
–¿Qué le ha pasado en ese silencio?
–He salido del nivel de pensamiento que normalmente me tiene atrapado sin darme cuenta de que me tiene atrapado. Como el pensamiento tiene capacidad de crear sentimientos y de movilizar acciones, si yo pienso que no valgo la pena, me sentiré incapaz y no me atreveré en la vida. Para rectificar el pensamiento, uno de los caminos más efectivos que yo he encontrado es el de la meditación que lleva al silencio.
–¿Cómo mantenernos en calma ante la incertidumbre y con un sentido positivo ante la vida?
–Para poder hablar de soluciones hemos de comprender las tres dimensiones que componen a un ser humano. Negar cualquiera de estas dimensiones es privar a la persona de salir a flote en momentos de incertidumbre y volatilidad como el actual. Una dimensión física, accesible a los sentidos que todos vemos; una dimensión mental, que nadie ve pero que todo el mundo siente y nota las consecuencias y una dimensión espiritual, que es la más sutil, no es accesible a los sentidos físicos y la mente muchas veces la rechaza, pero nuestro corazón la anhela, sabe que existe.
A nivel físico, el ejercicio físico y la nutrición tienen un impacto en los cuadros de ansiedad y depresión porque reducen la inflamación cerebral que es debida a un cuadro de inflamación crónico muy asociado al estrés. Tercer elemento: dormir. Es muy difícil evitar un cuadro de ansiedad o depresión si la persona no duerme lo suficiente.
–¿Y a nivel mental?
–A nivel mental, ya se sabe hace mucho tiempo que cuando vivimos atrapados en el pasado sintiéndonos culpables por lo que hicimos, o por lo que dejamos de hacer, no perdonando a quien nos hizo algo o no perdonándonos a nosotros por lo que hicimos o dejamos de hacer... es una receta maravillosa para la depresión.
Cuando nos proyectamos hacia el futuro para ver todo lo que puede salir mal en la vida, todo lo que no vamos a poder resolver, tenemos la receta ideal para la ansiedad y para la angustia. Desde el punto de vista mental, solo hay una cosa efectiva que es poner tu foco de atención en el presente, en el aquí y en el ahora.
–¿Y a nivel espiritual?
–Hay varias cosas que podemos hacer, y la primera es ir en busca del silencio. El silencio al ser humano le reconecta con la dimensión más profunda de su existencia y esto los que somos unos enamorados del silencio lo hemos verificado.
Luego, desarrollar un amor profundo por la naturaleza. Para amar a la naturaleza tienes que conocerla, tienes que ir a buscarla, cuidarla, te das un paseo por un bosque, por un parque, por la playa.. y notas cómo mejoras. Y un tercer elemento es abrirse a la posibilidad de que la vida no es un puro caos y un puro azar, sino que tiene sabiduría y es AMOR en mayúsculas y, por tanto, si nos manda algo que no nos gusta no es para fastidiarnos, es para que aprendamos algo, lo necesitamos aprender para evolucionar como seres humanos.
Luego hay otro aspecto muy importante también en el nivel espiritual que es la gratitud. Me quejo porque el colchón está un poquito duro…y no me doy cuenta de que hay personas que no han dormido en un colchón en su vida. Y por último hay algo fundamental: que no nos sea indiferente el dolor de los demás.
–¿Es el momento de darle protagonismo a nuestro cerebro derecho, más empático, atrevido e integrador? ¿Cómo podemos tener acceso a una vida más plena?
–Lo primero es tomar autoconsciencia, que es cosa del cerebro izquierdo, y luego tomar contacto con todo lo que tiene que ver con el arte en cualquier forma: el dibujo, la escultura, la danza, la literatura, la música…el arte es alimento directo para el hemisferio derecho. Contemplar una pintura y dejar que te hable, contemplar la naturaleza: una montaña, el mar…
Tenemos la posibilidad de volver a integrar en el sistema educativo el valor excepcional de las artes. Otra cosa es desarrollar un espíritu aventurero, convertirnos en pioneros e ir poco a poco expandiendo nuestra zona de confort.
¿Y qué favorece además el funcionamiento del cerebro derecho? Pues sencillamente lo que describió Alex Osborn, el creador del brainstorming o lluvia de ideas, el favorecer que haya reuniones de personas que den ideas y ponerlas en común. La inteligencia colaborativa es propia del hemisferio derecho. Al hemisferio izquierdo solo le interesa mandar.
–¿Cómo está viviendo personalmente la situación actual en la que domina la incertidumbre y en la que como humanidad estamos siendo dirigidos hacia un nuevo modelo social?
–Lo estoy viviendo con una mezcla de emociones: con ilusión, con desconcierto y con tristeza. Con ilusión porque las crisis nos convierten a los seres humanos en buscadores y esta es una ocasión magnífica.
Cuando no tenemos una crisis nos adaptamos a nuestra zona de confort aunque estemos fatal, pero cuando tenemos una crisis nos convertimos en buscadores. Pero tengo desconcierto porque no entiendo cómo esta situación que tiene una dimensión tan dura no la estamos utilizando para crecer, para unirnos más como seres humanos y para resolver problemas que teníamos antes de la pandemia, sobre todo uno: la deshumanización profunda de la sociedad.
Me genera una enorme tristeza ver las luchas entre los seres humanos en nombre de ciertas ideas, sean de un color u otro, haciendo que esas ideas estén teniendo más peso que la dignidad que todo ser humano tiene.
–¿Cuáles son los valores con los que tenemos que conectar?
–Para mí el ego nos ancla siempre en el miedo. De hecho, la ira y la violencia emergen del miedo. El ego nos hace sentir que nuestra zona de confort es nuestra zona de seguridad, cuando la verdad es lo contrario.
La zona de confort es la zona más peligrosa porque no es la que nos corresponde. Lo único que puede traer cordura a este mundo es recuperar el valor del AMOR, en mayúsculas, que no es un trueque; no es: te amo si votas a mi partido, si tienes mis ideas, te amo si compartes mi cultura, si eres simpático conmigo, si me gusta tu apariencia, no… Te amo porque es lo único que sé hacer. No te amo por cómo eres sino por quién eres.
En el momento en el que el ser humano note el impacto que tiene en él, en ella, esa forma de ser amados, en ese momento desaparece la ilusión del ego por completo.
–¿La meditación nos puede ayudar a poner en su sitio ese ego y a encontrar a nuestro maestro interior que nos puede hacer más grandes?
–Sí, porque nos lleva a recorrer el corto camino que va de la cabeza al corazón. Cuando uno entra en un proceso de meditación, en ese silencio que está vacío de ruido, pero no de sonido; cuando uno entra en contacto con ese silencio todo en la persona se va ajustando.
¿Qué ocurre? Que tenemos en nuestro interior un maestro, como dices, yo le llamo el inconsciente creativo. Y ese maestro conoce la verdad, pero miramos para otro lado porque tenemos miedo a la verdad. Como dijo Nelson Mandela en su discurso de toma de la presidencia de la República Sudafricana: «el ser humano no tiene miedo a su oscuridad, sino a su luz».
–¿Entonces hemos de ser más atrevidos?
–Yo diría que tenemos que reconocer que no somos quienes hemos creído que éramos. Tenemos que «re-conocernos», que quiere decir «volver a conocer» quiénes somos en realidad. Ese león, esa leona que se miraban en el espejo y se veían como un gatito y que iban con miedo por la calle, ahora se reconocen como un león, como una leona y por tanto no tienen por qué caminar con miedo.
Cuando uno se reconoce como lo que es, reconoce a los demás también. Y entonces se vive de una manera totalmente diferente.
–Para finalizar…¿cuál es su sueño?
–Va a sonar un poco sorprendente, pero mi sueño es seguir el plan que Dios tiene para mí. Dejarme guiar por una sabiduría que me trasciende. Ser capaz de olvidarme de mis intereses y ponerme al servicio del amor.