Laura Rojas-Marcos es doctora en Psicología Clínica y de la Salud y se licenció en Psicología por la Universidad de Nueva Yotk. Tiene un currículum brillante y en la actualidad lleva su propia consulta privada, investiga, da conferenciancias, colabora con instituciones y universidades españolas e internacionales, participa en medios de comunicación... Todo ello implica que se pasa el día rodeada de personas.

Quizá por ello es especialmente consciente de la importancia que tiene el hecho de saber relacionarnos saludablemente con los demás y con nosotros mismos. Además, tras una pandemia y un confinamiento que nos ha obligado a buscar nuevas formas de relacionarnos –o de experimentar la soledad– Rojas creía que era el momento de revisar cómo nos relacionamos. En su nuevo libro Convivir y Compartir (Editorial Grijalbo), la psicóloga nos invita a conocer ideas, claves y estrategias sencillas para convivir saludablemente con los demás.

–¿Por qué es tan difícil convivir con otras personas?
–Convivir es un arte. El arte de saber compartir, comunicar, escuchar y de dar y recibir.

Cada uno tenemos una forma de ser, de pensar de hacer y expectativas respecto a los demás y sobre nosotros mismos, por tanto, aprender a gestionar las diferencias, las necesidades y los deseos es un reto al que todos nos enfrentamos cada día.

–En tu libro hablas de las personas no elegidas, como son los familiares. ¿Es lógico que nos cueste relacionarnos con ellos? ¿Es normal que en épocas de convivencia como ahora la Navidad surjan tantos conflictos?
–Todos tenemos en nuestra vida a las personas elegidas (amigos y pareja) y los no elegidos, que son todos los demás, incluyendo a la familia. Convivir con los no elegidos como la familia puede ser un desafío ya que son personas que nos vienen dadas y en ocasiones pueden surgir conflictos. No deja de ser una “convivencia forzada” que debemos aprender a gestionar.

Por tanto durante las fiestas son frecuentes los desacuerdos y conflictos. Al final cada persona tiene una historia y memoria emocional respecto a sus familiares y a menudo surgen dinámicas familiares del pasado, resentimientos y rencores sobre temas no resueltos.

–La convivencia puede marcar notablemente nuestro bienestar en casa, en el trabajo, en los eventos sociales… ¿Qué papel tiene nuestro tipo de personalidad en el hecho de conseguir relaciones de convivencia sanas con otras personas?
–Independientemente del tipo de personalidad, se puede contribuir a la buena convivencia a partir del respeto, la confianza, la actitud generosa y el autocontrol, es decir, ejercitando la paciencia.
Sin embargo, las personas que presentan rasgos de personalidad abiertas, flexibles y consideradas (empatía y simpatía) se asocian a tener una forma de ser que hacen mas fácil la convivencia que aquella con una personalidad rígida, autoritaria, inflexible y antipática.

–Apuntas a los malentendidos y, en general, a la falta de comunicación, como fuente de muchos conflictos. ¿Cómo se puede reducir el riesgo de crear un malentendido o un conflicto?
–La comunicación tiene un papel esencial en todas nuestras relaciones. Tanto el mensaje en sí como las formas de transmitir la información determinará en el resultado. Por tanto, hablar de forma clara y directa, sin dobleces, sin hacer chantaje emocional o luz de gas, favorecerá una buena comunicación.

–¿Qué otros motivos de conflictos son los más habituales en la convivencia?
–La falta de respeto, la falta de consideración respecto a nuestros convivientes, el egoísmo y la incoherencia entre lo que se dice, se piensa y se hace.

–¿Es posible mejorar nuestro trato con personas no elegidas que no nos gustan sin ser o parecer hipócritas?
–Sí, siempre que se mantenga el respeto, la cordialidad y la buena educación.

–Hablas de la compartología como parte esencial de la convivencia. ¿Ayudar y dejarse ayudar puede mejorar nuestras relaciones?
–La generosidad tiene un papel fundamental en nuestras relaciones de convivencia tanto con los elegidos como con los no elegidos. Es importante saber dar como saber recibir saludablemente. Cuando ayudamos a otros nos sentimos bien, pero cuando nos dejamos ayudar también le damos a otros la oportunidad a otros de sentirse bien.

–¿Crees que muchas veces el problema a la hora de convivir con otras personas son los valores que imperan?
–Mientras algunas personas brillan por su generosidad y fácil convivencia, otras brillan por su falta de empatía, egoísmo y “yoísmo”; están centradas en sí mismas, en sus necesidades solo y exclusivamente y no han aprendido a compartir, a dar y recibir, ni a convivir con los demás. Al final, pierden amigos e incluso se rompen los vínculos más importantes como pueden ser los lazos familiares.

–Tú planteas la importancia de la buena educación, la cortesía y lo políticamente correcto… ¿Debemos mordernos la lengua para mantener la paz?
–Dependiendo de la situación a veces sí es conveniente morderse la lengua. No es necesario decir todo lo que se piensa o se siente, ni caer en el “sincericidio” ya que esta actitud puede ser contraproducente. Pensar antes de hablar favorece las relaciones, sobre todo a la hora de resolver conflictos o tratar temas delicados.

–También planteas otro tema importante: si quieres llevarte bien con los demás, primero tienes que llevarte bien contigo mismo… ¿Cómo conseguirlo?
–Los primeros no elegidos somos nosotros mismos; la relación más importante de nuestra vida es la que construimos con nosotros.
Aprender a escucharnos, hablarnos, tratarnos y conocernos son claves para desarrollar una autoestima saludable y buenas relaciones con los demás.

–¿Cuáles dirías que son las claves de una buena convivencia?
–Siempre partiendo del respeto son fundamentalmente son 10:
La confianza, compromiso, comunicacion, cordialidad, consideración, contribución, colaboración, coherencia, consistencia y los buenos cuidados.

–¿Y qué pasa si nos toca lidiar con una personas “difícil”?
–Siempre es un reto tratar con personas que para nosotros son difíciles. A menudo nos cansan, desgastan emocionalmente y absorben energía. En estos casos es esencial mantener una buena comunicación (clara y concisa) y decidir cómo queremos y podemos relacionarnos con ellas. Cada uno debe tomar su propia decisión.

–¿Los celos y la envidia podrían ser los sentimientos que más perjudican la convivencia con los demás? ¿Debemos hacer autocrítica?
–Todo el mundo siente alguna vez celos o envidia en cierto grado, pero no todos actuán sobre ellos; se controlan y se cuestionan. La autocrítica es quizás uno de los ejercicios de introspección más difíciles de hacer para la mayoría de las personas ya que requiere tener una actitud humilde, libre de orgullo, sinceridad y honestidad. Nunca es tarde para hacer introspección con el propósito de mejorar y resolver.