Cada día millones de personas se conectan a Internet para relacionarse con otras.
Algunas solo buscan matar horas muertas o pasar un rato charlando, por diversión o necesidad de compañía. Otras se aventuran en la red con la ilusión de toparse con gente afín con la que compartir sus aficiones, ligar o incluso encontrar pareja.
Son personas del mundo real que, al asomarse a la ventana de su pantalla, acceden a un mundo virtual en el que el rostro de los demás se desdibuja y en el que pueden llegar a creer que conocen o sienten algo por alguien aunque no lo hayan visto nunca.
Que esa creencia se materialice en un encuentro cara a cara solo depende de que se pongan de acuerdo. Pero que ambos se encuentren con la persona que creían conocer, aunque no es imposible, puede ser más difícil.
Porque así como Internet propicia la desinhibición y la intimidad también da pie a la idealización, y tanto puede favorecer el encuentro como el desencuentro.
Conocer gente por internet: lo bueno y lo malo
En la sociedad actual no siempre es fácil conocer gente. A menudo nos movemos en círculos cerrados en los que rara vez entra alguien nuevo y, en bares o discotecas, no todo el mundo se siente cómodo acercándose a un desconocido.
Internet permite contactar con personas distintas con las que costaría coincidir o entablar conversación en el día a día. En un chat tan pronto se puede hablar con un ingeniero aficionado a los juegos de rol como con una jubilada que pinta, una estudiante maquinera o un filólogo surfista.
Uno podría toparse con ellos por la calle o en un bar, pero si están en la red es para comunicarse y eso allana el terreno.
La opción de conectarse a Internet para conocer gente a menudo ha sido vista como un último recurso al que se acogen quienes no logran establecer relaciones sólidas en su vida diaria, sobre todo entre los no son nativos digitales.
Sin embargo, esto sucede cada menos. Los jóvenes ya crece sabiendo que conocer gente a través de una red digital es una opción y, en cualquier caso, cada vez más gente a nuestro alrededor ha conocido amigos o ha ligado o encontrado pareja en la red, o sabe directa o indirectamente de alguien que lo ha hecho.
Uno de los problemas es quizá que durante muchos años quienes se conectaban con la intención de encontrar amigos o pareja, por el mero hecho de hacerlo eran juzgados por aceptar o dejar entrever una necesidad o una aspiración –la de buscar nuevas relaciones– que se percibe como una debilidad.
La pantalla es vista, en muchos casos, como una protección, y el hecho de que algunos portales fueran de pago no contribuía a romper el estigma.
Pero lo cierto es que, aunque sea por la fuerza del uso, internet se ha convertido en un medio para relacionarse y conocer gente como cualquier otro, con sus ventajas e inconvenientes, como un bar de noche o el gimnasio, el cursillo de fin de semana o la oficina del nuevo trabajo.
¿Es auténtica la gente que conoces por internet?
La gran diferencia estriba en que a través de la pantalla del ordenador no se suele ver a la persona con la que nos relacionamos. Muchas veces el único referente que tenemos sobre ella es la realidad que poco a poco se va tejiendo con nuestras palabras y fotografías. Es cierto que la posibilidad de chatear nos acerca un poco más, pero sigue faltando un verdadero contacto.
En algunos aspectos sigue siendo como antiguamente cuando la gente se conocía por carta, pero con la posibilidad de relacionarse con mucha más gente y con total inmediatez. Y estas variantes transforman en gran medida algunas reglas de juego.
En Internet una persona puede ser como cree que es o como quiere que crean los demás que es.
En el día a día todos podemos ponernos en mayor o menor grado una máscara, intentar dar una imagen distinta de lo que somos, pero hay muchos detalles que nos delatan: una mirada que se aparta, un tartamudeo, un tono de voz que no concuerda con lo que se está diciendo...
El cuerpo emite señales que los demás pueden captar, y más fácilmente si nos encontramos cara a cara. A nuestro alrededor toda una red social de carne y hueso confirma, además, que somos quienes decimos ser.
El anonimato, la invisibilidad y la falta de referentes hacen que en internet sea mucho más fácil colocarse máscaras y falsear la identidad: aunque cada vez hay más información de todos nosotros en la red y todo está más interconectado, no hay siempre una forma fácil de comprobar que lo que el otro dice es verdad.
Una persona se acerca a otra como en un baile de disfraces: sin saber si es quien dice, sabiendo solo lo que muestra ser. Si cuelga una fotografía o la envía por email, puede estar retocada o ser falsa.
Ni siquiera se puede tener la certeza de que todo aquel con quien se intenta contactar o se chatea es un usuario como nosotros. Al fin y al cabo detrás de los portales siempre hay un negocio, y algunos incluyen perfiles falsos para atraer clientes o contratan a "animadoras", cuyo cometido es animar la conversación.
La mentira es un riesgo que hay que correr en internet y obliga a ser prudentes. Ahora bien, la mentira solo puede darse donde puede hacerlo la verdad.
Romper la timidez para conocer gente por internet
Tanto en el chat como en contactos por email con desconocidos, el no ser visto y ser anónimo permiten sentirse cómodo y menos constreñido por algunas de las convenciones y condicionantes que rigen las relaciones cara a cara.
Uno está solo frente al ordenador. Aunque revele su identidad o envíe una fotografía para mostrar cómo es, si no conecta la cámara, no se le ve en directo ni se le oye: no se perciben los fruncidos de cejas, ni los bostezos, ni las miradas de desaprobación que en presencia del otro harían que nos pensáramos dos veces las cosas antes de decirlas.
Además, el estatus queda, aunque solo sea en un primer momento, neutralizado: a través de la pantalla no se ven la ropa, el coche ni la calidad de la vivienda.
Todo esto facilita enormemente la desinhibición. Protegido por la pantalla se puede ser más juguetón, más intrépido, más directo. Se puede incluso llegar a explicar cosas que en persona no se suelen revelar a menos que se tenga bastante confianza, incluso aspectos negativos sobre uno mismo.
Así como se podía mentir, al poder abrirse más, al poder mostrar y hasta desarrollar partes de la propia personalidad que en otras situaciones quedan ocultas, también se puede ser más uno mismo.
Mostrarse de forma más pura, sin los condicionamientos sociales de la imagen y la comunicación verbal, puede ayudar a conocerse mejor, tanto al otro como a uno mismo.
Con las confidencias y la inmediatez de las comunicaciones se crea una paradójica ilusión de cercanía que hace que nazca enseguida un profundo sentimiento de intimidad.
Aunque se intercambien fotografías y se dé importancia al aspecto (lo primero que hace la mayoría de usuarios es pedir una fotografía), la forma de comunicarse hace que lo físico quede a menudo relegado a un segundo plano.
Uno siente al otro lejos, porque no sabe cómo es, cómo huele, cómo se mueve, pero al mismo tiempo lo siente muy cerca. Es justo lo contrario de lo que sucede en las relaciones cara a cara. En estas, lo primero que se ve es el físico, y la intimidad no surge hasta que uno empieza a conocerse bien y confía en el otro.
Pero, por otra parte, hay que estar atentos al uso de las pantallas como refugio:
- La pantalla, del mismo modo que permite comunicarse con otras personas, también puede alejar de las que se tiene alrededor. En internet es fácil sentirse protegido de los propios miedos e inhibiciones.
- Alguien que prefiere chatear a quedar con sus amigos o a pasar un rato en familia puede estar usando la red como instrumento para aislarse.
- Dejarse deslumbrar por la intensidad de las relaciones que se desarrollan en internet puede conducir a una búsqueda compulsiva de nuevos contactos y estímulos que acabe llevando a descuidar nuestra relación con los demás.
- Se crea la ilusión de que nos relacionamos y aumenta nuestra red social, pero de hecho se puede estar reduciendo. Internet ha de ser un complemento a la vida, no un modo de vida.
El riesgo de idealización al conocer gente por internet
El sentimiento de intimidad combinado con la falta de una vivencia física de la otra persona hace que en las relaciones cibernéticas se tienda más a idealizar que en un encuentro cara a cara.
"El mayor problema de internet es la idealización del otro: uno lo va construyendo en su cabeza sin verlo", explica Jordi Oller Vallejo, psicoterapeuta experto en análisis transaccional.
"Esto ya ocurre en la vida real: se va construyendo al otro a partir de los datos que se van obteniendo, datos verbales y físicos, y en el peor de los casos se le va idealizando. Cuanto más se idealiza menos se parece nuestra construcción a lo que es la persona en realidad. Pero en internet sucede más, porque la vivencia que se tiene de la persona no es tan directa."
La falta de una vivencia directa se puede atenuar con un micrófono y una cámara web, pero no es una solución totalmente satisfactoria. La calidad de la imagen deja a veces mucho que desear y, si la conexión no es muy buena, muestra la imagen con unos segundos de retraso o sincopada, de forma que no se acaba de saber muy bien a qué responden las reacciones del otro. Además se pierden detalles y no se ve a la pena relacionarse con otras.
Las lagunas que van surgiendo en las conversaciones o en los intercambios por email, lo que no se sabe sobre las reacciones del otro, es fácil que se vaya rellenando de forma optimista con lo que nos gustaría encontrar.
"En función de tus carencias se va creando la expectativa de que el otro va a darte lo que tú quieres", explica Jordi Oller.
Así pues, la capacidad que tiene cada uno para crearse expectativas más o menos realistas influirá, llegado el momento de encontrarse en persona, en que la frustración sea mayor o menor.
Precauciones al conocer gente por internet
No todas las relaciones virtuales nacen con el objetivo o las expectativas de concretarse en un encuentro real. Pero cuando es así, para que la relación mantenida en la red deje de ser una abstracción y pueda seguir avanzando, llega un momento en que se necesita llevarla al terreno de lo físico y comprobar si la idea que uno se ha formado del otro se corresponde con la realidad.
A la hora de quedar conviene tomar unas precauciones mínimas. Por mucho que se crea conocer a alguien, no debe olvidarse que puede haber mentido. También hay que estar preparado para la decepción y la frustración de haber imaginado al otro como no es. O al revés: que él nos haya imaginado como no somos.
Para la cita, de todas formas, no es necesario esperar demasiado. De hecho, mucha gente emplea internet para establecer un primer contacto y, tras intercambiar unos emails o chatear varias veces, queda sin saber gran cosa del otro. El riesgo de no entenderse es más alto, pero menor el de la idealización.
No se espera demasiado de la cita, pero se está abierto a pasar un rato con alguien simplemente porque ha causado una buena primera impresión.
Lo que no hay que olvidar es que internet es un medio, no el fin. Los chats y los emails no podrán sustituir nunca a las relaciones cara a cara, pero ofrecen una manera de empezarlas, como el baile de antaño, la playa o cualquier otro espacio que dé pie a conocerse.
Quienes entran a cara descubierta y dejan abierta la puerta al encuentro, sin más máscaras que las que impone el propio medio, asumen un riesgo emocional mayor, pero también se abren a la gratificante posibilidad de iniciar una nueva relación personal. A partir del primer encuentro poco importará si todo surgió en la red.
Consejos para quienes quieren conocer gente en Internet
Para disfrutar y aprovechar mejor la experiencia de relacionarse por internet, estas son algunas de las cosas que conviene tener en cuenta:
- Motivación. En los chats no todo el mundo busca lo mismo. Sé prudente a la hora de crearte expectativas y, antes de una cita, intenta averiguar si la persona con la que chateas busca lo mismo que tú.
- Malentendidos. Al no ir acompañado de miradas, gestos ni un tono de voz, el mensaje escrito favorece los malentendidos. Ante la duda, pide que te expliquen qué han querido decir o pregunta si has entendido bien antes de sacar conclusiones precipitadas.
- ¿Cuándo es mejor quedar? El mejor momento para encontrarse es cuando uno se siente preparado. No tengas prisa en hacerlo, pero recuerda que, cuanto más tiempo pase, más se estrechará el vínculo "virtual" y mayor será la decepción si la persona imaginada no coincide con la real.
- Precaución. Por mucho que se crea conocer a alguien, es fácil equivocarse. Procura no dar datos personales que permitan localizarte (apellidos, dirección, lugar de trabajo, teléfono de casa... ). Cuando quedes, hazlo en lugares públicos concurridos.
- Prejuicios. No dejes que tus amigos o conocidos te juzguen por relacionarte con otras personas a través de internet, sobre todo si estás buscando pareja. A veces, cuando alguien decide pasar a la acción para conocer gente nueva, se interpreta que es porque está o se siente solo, un sentimiento por otra parte legítimo, y puede que quienes niegan esa parte en sí mismos lo critiquen.
- Cosificación. El formato de muchos portales, que muestra las fichas rellenadas por los usuarios para presentarse como si se tratara de un catálogo o escaparate donde elegir, favorece la cosificación: no olvides que detrás de cada perfil hay una persona y no una mercancía desechable.
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