La comunicación resulta fundamental para crear un buen ambiente familiar, basado en el respeto, el diálogo y la confianza.

Los niños expresan sus necesidades, deseos, miedos, ansiedades y sentimientos, pero muchas veces los adultos no sabemos descifrar sus mensajes.

Debemos no solo atender a sus palabras, sino también a aquellas otras maneras de "hablar" que tienen los niños: besos, abrazos, miradas, así como juegos, dibujos, sueños...

Se puede aprender mucho escuchando los mensajes explícitos e implícitos que transmiten los hijos.

Cuando son pequeños no disponen de un lenguaje verbal para hacerlo y recurren al llanto, el movimiento y los gestos. Un poco mayores, aun pudiendo hablar, muchas veces se expresan mediante el juego, los dibujos y los sueños.

En algunos casos, incluso somatizan su malestar en forma de dolores de estómago y otros síntomas.

Entendiendo el lenguaje de los niños podemos acercarnos más fácilmente a ellos, comprenderles y ayudarles a resolver sus problemas.

Este artículo pretende servir de guía a los padres para que aprendan a descifrar los códigos utilizados por sus hijos y puedan dialogar con ellos sobre los temas que les preocupan pero les cuesta sacar a la luz mediante palabras.

¿Cómo interpretar el llanto de los bebés?

Algo que preocupa mucho a los padres es ver a su bebé gimoteando, gesticulando y llorando sin saber qué le puede estar ocurriendo. Saben, por descontado, que a través de ese llanto el pequeño se está intentando comunicar.

Si la respuesta paterna es adecuada será más fácil establecer desde los primeros días un vínculo que les haga sentir a ambos seguros y reconfortados.

Los estudios sobre el llanto de los bebés indican que cada necesidad se expresa de forma distinta.

Algunos de los patrones más comunes son los siguientes:

  • Necesidad de estimulación: Si el bebé emite pequeños gemidos, en forma de lamento, sin llegar a romper en llanto, seguramente reclama atención para que se juegue con él y se le estimule sensorialmente. No siente malestar físico.
  • Hambre: Cuando un bebé está hambriento suele emitir una serie de gritos enérgicos y con tono imperativo.
  • Sueño: La señal del bebé es parecida a cuando requiere estimulación pero si se intenta jugar con él ese lamento se acentúa todavía más, como si pidiera que lo dejaran en paz.
  • Incomodidad: Cuando al bebé le duele algo o le molesta el pañal, tiende a gemir repetidamente y respira de forma entrecortada hasta llegar a una explosión de llanto si no se le atiende.

De todos modos, como cada bebé es único, para discriminar los motivos del llanto es importante observarle con atención para ir conociéndole poco a poco, sin precipitarse a la hora de actuar y haciéndolo con tranquilidad.

¿Cómo detectar signos de malestar?

Los niños tienen distintas formas de expresar sus emociones sin utilizar la palabra: un gesto, el llanto, el juego o el dibujo nos "dice" qué le ocurre. Es su forma de transmitimos algo.

Sin embargo, los niños tienen otra forma de expresar su malestar que no es tan "sana" como las anteriores: a través del cuerpo, es decir, somatizando su tristeza, su depresión, su aislamiento, las dificultades escolares, los problemas con sus compañeros, etc. En eso suelen ser más "transparentes" que los adultos.

Las principales señales de alerta a las que los padres deben prestar especial atención para descifrar qué les ocurre a sus hijos son las siguientes:

  • Los síntomas psicosomáticos persistentes como dolor de estómago o de cabeza, vómitos, enuresis, etc., sin una explicación orgánica de su origen y que no remiten ni con medicación.
  • Los trastornos del sueño como el insomnio, las pesadillas, los terrores nocturnos, etc.
  • Los trastornos de la alimentación como la inapetencia repetida o comer compulsivamente por ansiedad, entendiendo que el niño suele comer más despacio que un adulto.

Mientras que a partir de lo que se interpreta de los juegos o los dibujos los padres pueden abrir un diálogo con sus hijos, porque les están dando pistas de su mundo interno, cuando se detectan trastornos psicosomáticos, del sueño o de la alimentación persistentes, conviene plantearse la posibilidad de consultar con un psicólogo infantil o con un medico homeópata, puesto que en ese caso se trata de señales que delatan un problema interior que necesita atención.

Cómo valorar la madurez a través de los juegos

El juego es la actividad más importante en la vida de un niño hasta los seis o siete años.

A través de él aprende a conocerse a sí mismo y al mundo que le rodea; así como a relacionarse con otros niños:

El juego le permite desarrollar todo tipo de habilidades psicomotrices, cognitivas emocionales y sociales.

Los padres deben potenciar esa actividad sin perder nunca de vista que para conseguir sus objetivos un juego ha de ser entretenido, divertido y proporcionar satisfacción.

Si un niño se aburre el juego pierde sentido y puede llegar a perjudicar su interés por aprender y conocer cosas nuevas.

Los padres deben entender la función del juego en la evolución de sus hijos, jugar con ellos, alentarlos para que lo hagan con sus compañeros y proporcionarles espacios y medios para ello.

Viendo lo que hacen a través del juego simbólico conocerán sus fantasías, temores y preferencias.

Pero también es muy importante que presten atención a lo que ocurre cuando juegan con sus amigos para ver cómo se relacionan, si aceptan perder, si toleran la frustración , si siempre quieren mandar, etc.

Observándoles jugar podrán detectar si se encuentran en el momento psicológico que corresponde a su edad o si, por el contrario, son algo inmaduros. El juego es, por tanto, un medio muy valioso del que disponen los padres para conocer y comunicarse con sus hijos.

La evolución del juego de 0 a 6 años

Al igual que otros aspectos del desarrollo infantil, el juego también va evolucionando con la edad.

  • Hasta los dos años el juego del bebé se basa sobre todo en la interacción con la madre o la persona cuidadora, a través tanto de momentos de cuidado personal (baño, cambio de pañales, alimentación...) como de caricias, canciones y expresiones faciales. A partir de los seis meses comienzan a sentir interés por los objetos de su alrededor y por su propio cuerpo como objeto de exploración.
  • Entre los dos y tres años lo importante es la exploración sensorial. Por eso les gustan las cosas de colores y que tengan movimiento, así como los primeros juegos de construcción.
  • A partir de los dos años comienza a aparecer la función simbólica. El desarrollo psicomotriz y la capacidad de estar de pie y andar permiten al niño empezar a decantarse por juegos de tipo fisico. Comienzan a obrar importancia los otros niños como compañeros de juego.
  • De los tres a los seis años el juego simbólico cobra toda su importancia. Esto significa que el n ino utiliza objetos pan1 representar escenas de la vida cotidiana: habla por teléfono como lo hacen sus padres, se disfraza de su personaje pre· ferido, juega a médicos, etc.

Libros para comunicarse mejor con los hijos

  • El lenguaje secreto de los niños; Lawrence E. Shapiro Ed.Urano
  • Su hijo, una persona competente; Jesper Juul Ed. Herder