El repollo, una col blanca repleta de nutrientes y antioxidantes beneficiosos, se puede preparar de muchas maneras distintas. En centroeuropa se fermenta y luego se cocina y sirve como acompañamiento de platos contundentes. En otros lugares se prefieren las preparaciones crudas.

Cómo cortar el repollo correctamente

Puedes reconocer el repollo fresco y de alta calidad por el hecho de que esté bien apretado y cerrado, sin manchas oscuras. Las hojas frescas deben chirriar al frotarlas entre sí. Una vez elegido el repollo tendremos entre las manos un balón grande y difícil de manejar. Para utilizarla en las recetas es necesario cortarlo en trozos pequeños.

  1. Retira la capa exterior de hojas del repollo. Mientras el repollo esté limpio por debajo, no es necesario que lo laves.
  2. Corta el repollo en cuatro partes.
  3. Retira el centro cortándolo en cuartos en forma de cuña.
  4. Según la receta, corta la col en tiras finas o rállala con un rallador o con un procesador de alimentos.

Los dos tipos de preparación básicos del repollo son el hervido y el escaldado y ambos son muy similares. Lo especial del escaldado es que cocinas el repollo muy poco tiempo, lo justo para que quede al dente. También se puede freír o consumirlo crudo.

1. Hervir el repollo

El repollo solo necesita cocinarse brevemente, cuanto más pequeño cortes el repollo, menos tiempo necesitará para ablandarse. Si lo has cortado en tiras finas o en láminas, es suficiente con cocerlo cinco minutos en agua ligeramente salada.

2. Blanquearlo

El repollo se blanquea, es decir, se cuece brevemente, para luego continuar con otras preparaciones, por ejemplo, rollitos de col.

Para blanquearlo, colócala en agua hirviendo con sal durante dos minutos. Luego deja que se escurra bien.

Los rollos de col clásicos se rellenan con carne picada. No obstante, también puedes preparar rollitos de col vegetarianos o veganos con relleno soja texturizada o de arroz y verduras, por ejemplo.

Haz los rollitos y luego fríelos o cocínalos a fuego lento, hasta que estén ligeramente dorados por todas partes.

3. Freír el repollo

Si no quieres cocinar solo repollo, también puedes freírlo en la sartén para conseguir un fino aroma tostado.

Para ello sólo debes cortar la col en tiras finas. Calienta un poco de aceite en una sartén y fríe las tiras de repollo. Asegúrate de que la sartén no se caliente demasiado y remueve el repollo continuamente para que se dore uniformemente por todos lados.

Según tu gusto, puedes saltear el repollo junto con cebolla, ajo y especias picantes, como el chile, el pimentón y la pimienta.

Hay personas que no digieren bien el repollo; en estos casos es recomendable prepararlo con especias digestivas como la alcaravea, las semillas de hinojo o el anís.

4. Prepara repollo crudo en ensalada

El repollo contiene vitamina C, pero esta se pierde si lo cocinamos, pero se puede comer crudo y aprovechar todos sus nutrientes. Para consumirlo en crudo:

  • Corta la col en tiras finas o pásala por un rallador o un procesador
  • Mezcla las tiras con los otros ingredientes de la ensalada. Combina especialmente bien con manzanas, zanahorias, pimientos o apio.
  • Las tiras se vuelven muy tiernas si las espolvoreas con sal y las amasas bien en un tazón grande. Luego exprime bien el repollo.

La receta con repollo conocido es el coleslaw, muy apreciada por los norteamericanos. Para elaborarla solo hay que mezclar las tiras de col, con zanahoria rallada, cebolla dulce, mostaza, vinagre, pimienta negra y mayonesa casera. Se deja en la nevera durante dos horas antes de consumirla.

5. Fermentar repollo (chucrut)

El repollo fermentado es el chucrut o sauerkraut omnipresente en la cocina de centroeuropa. Aunque es fácil encontrar chucrut en los supermercados de España, se trata de productos que han sido pasteurizados después de la fermentación, por lo que carecen de las bacterias vivas que hacen del chucrut verdadero un probiótico excepcional. La buena noticia es que es fácil prepararlo en casa.

Ingredientes:

  • 1 kilo de repollo
  • 10 g de sal gruesa
  • Especias al gusto

Elaboración:

  1. Lava los tarros donde vas a fermentar el repollo en agua hirviente durante unos minutos.
  2. Corta el repollo como se ha explicado al principio de este artículo y luego en tiras lo más finas posible. Después de eso, ponlo en un cuenco grande y agrega la sal y las especias opcionales al repollo.
  3. Para sacar el agua del repollo, ponlo en un bol ancho, añade la sal gruesa y amásalo durante 5 a 6 minutos (antes, desinféctate las manos). Luego deja que repose durante 6 horas.
  4. Con una cuchara de madera presiona la col firmemente en los frascos y llénalos hasta unos 2 cm por debajo del borde. Luego cubre completamente el repollo con el jugo que haya quedado en el bol. Puedes añadir un poco de agua (sin cloro) hervida y enfriada si hace falta. Limpia el borde y el exterior del frasco con un paño y tápalos o cúbrelos con trapos limpios algodón, sujetos con gomas.
  5. Coloca los frascos en una bandeja, envuélvelos con una toalla y dejalos en un lugar fresco (18-20ºC) y seco. Después de una semana apreciarás que comienzan a subir burbujas, lo que indica que el proceso de fermentación está en marcha. Deja que fermente durante un mínimo de dos semanas, preferentemente cuatro (el sabor será más intenso). Luego, lo puedes trasladar a otros recipientes sin apretarlo para almacenarlos en un lugar fresco y oscuro.