No conseguir todo el hierro que el cuerpo necesita puede tener consecuencias para la salud, como la depresión. Las más afectadas son las mujeres en edad reproductiva, según una investigación publicada en el Journal of Nutrition.
Las mujeres fértiles con peor economía son las que se encuentran en más riesgo
Los científicos encontraron aproximadamente una probabilidad 1,3 veces mayor de sufrir síntomas depresivos en las mujeres fértiles y especialmente entre las de nivel económico más bajo. Esta información se basa en datos adquiridos de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición de EE. UU. (NHANES), que indicó que al menos el 10 % de las mujeres no embarazadas pero en edad reproductiva luchan contra la deficiencia de hierro.
Las consecuencias de la deficiencia de hierro van más allá de los resultados de salud física (es una causa de anemia) y pueden afectar la salud mental, aseguran los investigadores. Los estudios sugieren que el hierro puede desempeñar un papel en la depresión debido a su participación en la bioquímica de los neurotransmisores.
La inflamación puede aumentar la depresión
El estudio incluyó una muestra representativa de 2.516 mujeres no embarazadas de entre 20 y 44 años, de las cuales el 9,6% tenía síntomas depresivos. A estas mujeres se les tomaron muestras de sangre venosa después de un ayuno de nueve horas. Los investigadores evaluaron la anemia por deficiencia de hierro y también midieron la inflamación, que puede desencadenar o exacerbar la depresión.
Los investigadores rastrearon los síntomas depresivos mediante entrevistas personales asistidas por ordenador. La escala que utilizaron los científicos contenía nueve ítems y evaluó la frecuencia de los síntomas depresivos durante un período de dos semanas.
Síntomas de depresión
Los investigadores registraron si los participantes experimentaban anhedonia (la incapacidad de sentir placer), estado de ánimo deprimido, baja autoestima, dificultades de concentración, alteraciones psicomotoras e ideas suicidas. También midieron los trastornos del sueño, la fatiga y los cambios en el apetito.
Además, recopilaron variables sociodemográficas como la edad en el momento del examen, la raza/etnia, el estado civil, el número total de personas en el hogar, los niveles de ingresos y educación y si los participantes tenían seguro médico. También se evaluaron la altura, el peso y el IMC.
Los investigadores hallaron que, después de tener en cuenta las características sociodemográficas y de salud, las mujeres con deficiencia de hierro tenían mayores puntuaciones de síntomas depresivos que las mujeres con suficiencia de hierro, especialmente aquellas en la categoría de bajos ingresos.
Los hallazgos refuerzan la evidencia de que la prevención y el tratamiento de la deficiencia de hierro pueden ser útiles para la salud mental de las mujeres.
Riesgo de depresión a lo largo de la vida
El último informe de la Organización Mundial de la Salud indica que la deficiencia de hierro sigue siendo la deficiencia de un solo nutriente más común en todo el mundo y afecta desproporcionadamente a las mujeres en edad reproductiva entre 18 y 45 años y a niños tanto de países en desarrollo como desarrollados
Además, las mujeres entre 25 y 44 años tienen un riesgo de por vida de 10 a 25% de sufrir un trastorno depresivo mayor, y las deficiencias de nutrientes, como la deficiencia de hierro, pueden contribuir a este riesgo.
¿Cómo se previene la deficiencia de hierro?
La anemia por deficiencia de hierro se puede prevenir a través de una alimentación adecuada y tratando los problemas que pueden influir sobre la absorción del mineral.
En la dieta omnívora, la carne roja destaca por su contenido en hierro fácilmente asimilable, pero la OMS advierte que este alimento aumenta el riesgo de cáncer. En la dieta vegetariana, buenas fuentes de hierro incluyen las legumbres, los frutos secos, los huevos, y las verduras de color verde oscuro. Estos alimentos, además, proporcionan otros muchos nutrientes saludables.
La absorción del hierro de origen vegetal se mejora acompañando esos alimentos con otros ricos en vitamina C, como las naranjas, los kiwis, las fresas y los tomates.
Referencias científicas: