Casi todos estamos de acuerdo: el aguacate está buenísimo. Pero ¿quién se iba a imaginar hace unos años que hoy comeríamos tanto aguacate? Por salud no hay problema: el aguacate está lleno de virtudes y comerlo con frecuencia no puede sino tener beneficios. Pero desde el punto de vista medioambiental no es lo mismo tomarse un aguacate traído de lejos que un aguacate de proximidad.

Muchos aguacates nos llegan de México, Chile o Perú, aunque también son grandes productores países como Indonesia, Estados Unidos o Sudáfrica. Para poderlos disfrutar no solo tienen que recorrer muchos kilómetros para llegar a nosotros, sino que además se tienen que recoger verdes y mantener a una temperatura constante determinada para asegurar su maduración.

Sin embargo, desde hace unos años también se cultiva aguacate en España. Esta fruta precisa un clima subtropical para crecer bien. Por eso la mayor parte de la producción se concentra en Málaga, especialmente en la comarca de la Axarquía, y en otras zonas de Andalucía, como Huelva, Cádiz, Granada o Almería. También se cultiva en Canarias, Murcia, Alicante y Valencia.

Si optamos por consumir aguacate de proximidad, debemos saber que no estará disponible todo el año. Si ahora podemos encontrarlo en cualquier mes es porque viene de lejos. La temporada de recolección en España puede variar ligeramente de una zona a otra, pero básicamente se recolecta de diciembre a mayo. La variedad más cultivada es la Hass, a la que cada vez se van uniendo más variedades que también se adaptan bien a nuestro clima.

Una huella ecológica demasiado alta

Desde el punto de vista medioambiental, al aguacate se le ponen principalmente dos pegas: por un lado, su cultivo requiere mucha agua. Por otro, suele venir de lejos, por lo que deben recorrer muchos kilómetros antes de llegar a nuestras mesas. A ello se suman los problemas medioambientales que su cultivo masivo, forzado por el aumento de la demanda en todo el mundo, provoca en algunos de los países productores.

  • Cuánta agua se necesita para producir un aguacate

El primer inconveniente, su elevada huella hídrica, afecta tanto a los aguacates venidos de lejos como a los cultivados aquí, aunque podemos ponerlo en perspectiva.

Para cultivar 1 kilo de aguacate se calcula que se requieren, en general, unos 1.000 litros de agua. Según la Organización Mundial del Aguacate (AWO, por sus siglas en inglés), una asociación formada por productores de aguacate, el consumo de agua en la producción de aguacate se ha logrado reducir a unos 600 litros por kilo en España gracias a la optimización de los cultivos. Esto nos sitúa aproximadamente en un consumo de entre 250 y 150 litros de agua para producir un aguacate.

Según datos de la Water footprint Network, esta huella hídrica está por encima de otras frutas y hortalizas como el tomate (50 litros por un tomate de 200 g), el melocotón (140 litros por un melocotón de 150 g), la naranja (80 litros por una naranja de 150 g) o del plátano (90 litros por un un plátano de 120 g). También está por encima del huevo (60 litros de agua por huevo).

Sin embargo, se sitúa ligeramente por debajo de la leche (255 litros por vaso de agua de 250 ml) y muy por debajo de la mantequilla y cualquier tipo de carne: mantequilla (5.550 litros por kg, es decir, 83 litros por una cucharadita de 15 g), ternera (1.860 litros por un filete de 120 g), el cerdo (718 litros un corte de 120 g) o el pollo (885 litros por una pechuga de 200 g).

Un problema que se suele apuntar cuando se habla del impacto ecológico del aguacate es que la elevada demanda ha llevado a un cultivo intensivo y muy poco sostenible en zonas donde escasea el agua, lo que no solo agrava la sequía sino que acarrea pérdida de biodiversidad y empobrecimiento del suelo.

Podemos evitar estos problemas si elegimos aguacates ecológicos. Además se reduce una parte de la huella hídrica. Para calcular la huella hídrica de un alimento se tiene en cuenta la contaminación del agua derivada de su cultivo (lo que se conoce como huella gris), que se reduce en la agricultura ecológica.

  • Menor huella de carbono si eliges aguacate de proximidad

También la huella de carbono de los alimentos, es decir, su impacto medioambiental en términos de efecto invernadero, se reduce si eliges productos de proximidad y de temporada.

Un par de aguacates convencionales, importados de lejos, tiene según un estudio de Carbon Footprint el doble de huella de carbono que un kilo de plátanos y tres veces más que un capuchino hecho con leche de vaca. Una parte importante de esa huella de carbono viene de las emisiones de CO2 que genera su transporte.

Por eso es importante fijarse en el origen de los alimentos que consumimos y dar prioridad a los productos de proximidad. En el caso de los aguacates, en España contamos además con varias iniciativas de producción de aguacate ecológico producido de manera sostenible, en Andalucía y otras zonas.

Fuera de temporada siempre puedes dejar el aguacate para las ocasiones especiales y optar por alternativas sostenibles igual de saludables que te aportan buenas grasas y/o usos parecidos.