Entre las técnicas del raw food, nos encontramos con la posibilidad de hacer sopas cremosas y frescas de una manera muy fácil. A este tipo de preparaciones me gusta llamarlas "sopas vivas", ya que al no someterlas a cocción, mantenemos la vida y los nutrientes de los alimentos en su estado óptimo.
Preparar sopas vivas es muy fácil
¿Que cómo se prepara una "sopa viva"? Pues es tan sencillo como poner los ingredientes en una batidora y triturarlos.
De hecho, en España tenemos una de las "sopas vivas" más famosas del mundo, el gazpacho: tomate, pepino, pimiento, ajo, vinagre, aceite de oliva, sal y agua. Trituramos todo y listo. Tiene, además, un montón de variantes según la región o incluso el cocinero. A mí, por ejemplo, me gusta agregarle comino y cambiar el vinagre por limón. También me encanta esta versión verde del gazpacho.
Hay infinidad de posibilidades. Igual que preparamos el gazpacho, podemos crear otras "sopas vivas" riquísimas, sorprendentes y nutritivas. El abanico de posibilidades es inmenso.
Desde mi punto de vista, las técnicas culinarias de la filosofía del raw food consisten en "dar formas diferentes a las ensaladas". En este caso le damos forma líquida: visto así, con los ingredientes del gazpacho cortados y puestos en un bol hacemos una rica ensalada acompañada de un vaso de agua.
Cuando tomamos una "sopa viva" ayudamos a que sea más fluido y rápido el proceso digestivo, gracias precisamente a la consistencia líquida, que viene a ser como una predigestión.
Además, al no someter los ingredientes a cocción, mantenemos las enzimas, con lo que nos beneficiamos del aporte extra de energía y la vitalidad que tienen los alimentos crudos. De hecho, esta es una de las claves de la filosofía raw food. Se dice que "cuanta más vida comemos, más vida tenemos".
Elegir los ingredientes
Puedes emplear verduras, frutas, hortalizas, raíces, hojas verdes, setas, algas, semillas y frutos secos remojados, aceites, germinados... Las combinaciones son miles, y más si las condimentamos con hierbas, especias, sales...
Una vez tenemos clara nuestra combinación favorita, agregamos agua, trituramos y listo. Si queremos darle más cuerpo y cremosidad hay ciertos ingredientes que son ideales, como el aceite de oliva, el tahini, frutos secos como el anacardo o grasas como el aguacate.
Aparte de agua, podemos usar otros líquidos como zumo vegetal, rejuvelac (la famosa bebida fermentada hecha a base de granos germinados) o el agua de remojar las algas o los tomates secos.
Podemos añadirles superalimentos como hierba de trigo o de cebada, cáñamo, levadura nutricional, camu camu o espirulina, entre otros, y beneficiarnos así de sus muchas propiedades.
Las posibilidades son tan amplias como la imaginación. Puedes jugar con los colores con estas recetas.
- En verde: 200 g de pepino, medio aguacate, un puñado de espinacas, el zumo y la ralladura de medio limón, un diente de ajo, aceite de oliva y sal.
- En morado: 160 g de remolacha, 150 g de manzana, 1 trozo de jengibre, aceite de oliva y sal.
Casi sin cocinar
Si nos apetece, existe laposibilidad de calentar estas sopas. Lo ideal es llegar a una temperatura máxima de 42 a 45 °C. Podemos calentarlas a fuego lento una vez hechas o añadir agua caliente cuando vayamos a triturar los ingredientes.
Ana Branco, una de las principales difusoras de la "comida viva" en Brasil, enseña a calentar las sopas revolviendo con las manos para saber cuándo está más o menos a esa temperatura, o sea, antes de que nos quememos.
En cuanto a los aparatos necesarios, solo necesitas la batidora, que puede ser de mano o de vaso. Según la potencia la consistencia será más fina y cremosa o más "rústica". Sí recomiendo rallar o trocear los ingredientes antes de introducirlos para facilitar el trabajo a la máquina.
Las sopas se pueden conservar de dos a tres días en la nevera en un recipiente hermético, idealmente de vidrio.
A la hora de servirlas, quedarán estupendas en un bol o en un vaso decoradas con flores, semillas, un chorrito de aceite o de una salsa. También podemos agregarles crudités a modo de "tropezones".