Nunca es tarde para plantearse hacer algo frente al cambio climático. Y el tema energético es clave. Vaclav Smil, profesor emérito de Ciencias Ambientales de la Universidad de Manitoba (Canadá), es quien más sabe de energía, según la revista Science. ¿Qué cambios propone a nivel personal?

1. Moverse en vehículo eléctrico

Para reducir la huella de carbono, mejor adquirir uno pequeño, no un SUV o un todoterreno. Vaclav Smil asegura que llevamos un siglo de retraso en potenciar los eléctricos, pues solo suponen actualmente el 0,5% de los vehículos.

Si eliges uno, no hace falta que sea de la marca de moda. No obstante, adquirir un vehículo eléctrico no funciona como un talismán que nos convierte automáticamente en una persona con profundos principios ecologistas. De hecho, lo más sostenible es alargar todo lo posible la vida de nuestro vehículo viejo o, mejor aún, prescindir completamente de un medio de transporte privado que no sea la bicicleta.

2. No desperdiciar comida

La agricultura industrial es responsable del 10 por ciento de los gases con efecto invernadero, que calientan el planeta, y derrochamos el 40 por ciento de la comida. Buena parte de la pérdida se produce entre la cosecha y la distribución al por menor de los alimentos, pero comprar bien, no rechazar las piezas que nos parecen feas y aprovechar al máximo los alimentos y saber conservarlos para no acabar tirándolos es una gran acción personal contra el cambio climático. Es fundamental elegir alimentos ecológicos, locales y de temporada.

3. Mejorar el aislamiento de la casa

Vaclav Smil aconseja hacer algo tan sencillo como mejorar los aislamiento de la casa, sobre todo en las ventanas, por donde podemos perder hasta el 30 por ciento de la energía. Una solución puede ser tan sencilla como colocar burletes de caucho en los cerramientos. El doble acristalamiento, si todavía no lo tienes, puede reducir considerablemente la factura. Otras medidas son utilizar persianas y cortinas para reducir la pérdida de calor.

4. Volar menos

Deberíamos subirnos a un avión solo cuando sea imprescindible. Volar para hacer unas vacaciones largas no se puede censurar, pero los vuelos baratos de fin de semana son un lujo caro para el clima. En cualquier caso, si se vuela, poco o mucho, es una buena idea colaborar con algún sistema de compensaciones de carbono.

5. Conservar el teléfono móvil

La mayoría de los teléfonos móviles no supera una vida media de dos años. Este ritmo es completamente insostenible pues contienen metales escasos en la tierra y su producción consume mucha energía. Conviene alargar al máximo su vida útil y repararlo cuando se averíe, si es posible. Además, hay que usarlo con moderación: cada mensaje y cada foto que guardamos en la nube supone un gasto en el mantenimiento de los servidores (se estima que los servidores de todo el mundo consumen tanta energía como España en un año).

6. Reducir el consumo energético

Tenemos que bajar nuestro nivel de consumo radicalmente. «Los norteamericanos consumen 250 gigajulios de energía per cápita», dice Vaclav Smil, mientras que los africanos, solo 10.

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7. Defender la naturaleza

La naturaleza, asegura Smil, es muy resiliente si la ayudamos. Cuando se descubrió el agujero de la capa de ozono se llegó a un acuerdo para solucionarlo. «La gestión de la biosfera es lo más importante porque es la única que tenemos». Y la lucha contra el cambio climático es radicalmente importante, pero no es el único reto que tenemos por delante: la reducción de la contaminación ambiental y la protección de la biodiversidad –estamos atravesando la sexta extinción masiva de especies en la historia de la Tierra– son desafíos del mismo nivel.