¿Hemos normalizado la ansiedad? ¿Cómo podemos gestionarla mejor en nuestro día a día? Este estado de angustia es bastante más común de lo que creemos, la ansiedad se ha instalado en una sociedad hiperestimulada y en constante alerta. Según datos de la Confederación de Salud Mental de España, actualmente el 6,7 % de la población española la padece.

Hablamos de ello con Publio Vázquez, que acaba de publicar el libro Conoce tu ansiedad y aprende a gestionarla. Una visión integradora de la ansiedad (Editorial Desclée de Brouwer).

Publio es psicólogo sanitario y máster en psicoterapia y salud mental. Actualmente, ejerce como psicólogo experto en gestión del estrés y la ansiedad y está certificado en yoga, meditación, así como en mindfulness MBSR.

–Dices en tu libro que la ansiedad siempre está presente en mayor o menor grado. ¿Siempre es nociva? ¿En qué grado empieza a serlo?
–No se puede vivir sin cierto grado de ansiedad. Tendremos que diferenciar entre una ansiedad normal y otra patológica: la primera es consustancial a la propia vida y es una energía que nos impulsa hacia delante cuando atravesamos circunstancias difíciles o en el logro de ciertas metas u objetivos vitales. Este tipo de ansiedad normal es mejor llegar a aceptarla, pero poniendo los medios para que no vaya más allá.

Sería patológica cuando por su mayor frecuencia, intensidad, y sobre todo duración, provoca un gran desequilibrio y malestar, afectando de forma significativa al funcionamiento cotidiano de la persona y, en general, a su calidad de vida.

En niveles bajos, la ansiedad es una energía canalizable hacía la consecución de aquellas cosas que son importantes para nosotros y nuestros seres queridos. Pero en niveles altos la ansiedad anega la vida, produce trastornos psicosomáticos de todo tipo, complica mucho nuestra experiencia y las relaciones con las demás personas. Todos sabemos muy bien que una ansiedad alta afecta en gran medida al rendimiento de una persona en el trabajo y es la causa principal, junto con la depresión, de las bajas laborales.

–¿Hay personas que tienen mayor predisposición sufrir ansiedad?
Los individuos con personalidades ansiosas son más vulnerables a padecer de ansiedad, y tienden a orientarse automáticamente hacia las señales de amenaza. Eso puede facilitar cierto tipo de aprendizajes y las correspondientes formas de respuesta.

En general, las personas vulnerables a la ansiedad son aquellas que suelen estar más vigilantes ante las posibles amenazas, que tienden a sentirse inseguras, a preocuparse excesivamente por las cosas o a ponerse en la peor pesadilla, aquellas que se guían por unos altos estándares y exigencias (en lugar de preferencias) y que tienen una escasa flexibilidad; o bien también puede tratarse de personas en las que conseguir la aprobación de los demás se ha convertido en algo fundamental en sus vidas.

No es difícil dar con personas que no distinguen entre el ser y el hacer, con maneras de vivir en las que solo priman las expectativas de resultados, en donde todo se experimenta desde la urgencia, sin espacios para el encuentro genuino con uno mismo, los demás y el cultivo de hábitos saludables.

–¿Por qué sufrimos ansiedad?
Las causas de la ansiedad pueden ser múltiples y, además de la predisposición hereditaria y las bases biológicas que pueda tener un individuo, sus determinantes también se encuentran en la propia historia personal y en el grado de madurez e integración psicológica.

Así, en los trastornos de ansiedad podemos encontrar desde experiencias traumáticas, de déficit o falta de satisfacción de necesidades básicas hasta conflictos internos y asuntos pendientes de resolver; desde un aprendizaje y condicionamiento de las respuestas ansiosas hasta una falta de desarrollo de los recursos psicológicos necesarios para poder hacer frente a las situaciones y dificultades de la vida con una mayor claridad, efectividad y capacidad de resiliencia.

–Entonces, el pasado puede ser crucial en el desarrollo de la ansiedad…
–Sí. La ansiedad puede tener su origen en las vivencias del pasado, en los significados que hemos venido construyendo y en el sentido que le damos a la vida, pero también en la falta de contacto con el presente y con nosotros mismos, así como en la manera habitual que tenemos de reaccionar ante determinadas situaciones y de anticiparnos a ellas. De esta forma, pasado, presente y futuro se influyen dinámicamente en la experiencia de ansiedad.

–En tu libro relacionas la ansiedad incluso con la infancia y el nacimiento. ¿Cómo son de importantes estas etapas en el desarrollo de la ansiedad en la edad adulta?
–Aunque todo el ciclo vital tiene importancia en el desarrollo evolutivo de una persona, la infancia es un periodo importantísimo en donde se asientan las bases del psiquismo. Es un hecho que los seres humanos, en menor o mayor grado, pasamos por situaciones difíciles a lo largo de nuestra vida, y que disponer de un ambiente que sea favorable para el desarrollo durante la infancia y la adolescencia es una condición básica para poder comenzar nuestro periplo vital en una situación de suficiente equilibrio físico y mental.

Cuando se dan determinadas circunstancias desfavorables y no se responde bien ante ellas, es mucho más probable que aparezcan ciertos problemas psicológicos o bien que exista una elevada vulnerabilidad para padecerlos.

–Entonces tiene lógica que para tratar la ansiedad haya que volver atrás, al pasado...
–El síntoma siempre es el hijo de un trauma, un déficit, un conflicto o un condicionamiento, o incluso de una combinación de ellos. Aunque hay problemas de ansiedad que aparecen por causas actuales, circunstanciales (incluidos traumas recientes), hay trastornos que pueden tener su base en determinadas experiencias del pasado, es decir, en cómo se vivieron los acontecimientos entonces y cómo se respondió ante ellos.

Como señalo en mi libro, trabajar el pasado también tiene un gran valor terapéutico, al traer a la luz ciertas experiencias que hemos vivido junto con sus emociones y significados subjetivos, algo que es fundamental para que se puedan elaborar e integrar dentro de uno mismo de una manera mucho más saludable, así como para comprender cuales son las bases de nuestra manera habitual de funcionar e ir por la vida. Porque es cierto que el pasado no puede cambiarse, pero sí la forma en que nos relacionamos con él.

–¿Es cierto que la ansiedad y la depresión han aumentado en los últimos años? ¿Por qué crees que ha sido así?
–La ansiedad y la depresión han aumentado mucho en los últimos años, y se han convertido en grandes pandemias. Vivimos en una era de ansiedad, en parte debido al estilo de vida que llevamos. Porque es cierto que solucionar algunas situaciones en el exterior y poder cubrir ciertas necesidades es un factor importante para mejorar nuestro bienestar, pero no cabe duda de que solo buscar esas soluciones en el exterior no cambia nuestras formas de respuesta habituales ante los problemas de la vida ni soluciona muchos de los trastornos de ansiedad.

El PIB de un país y el poder adquisitivo que tenga una persona no garantiza su salud mental. Aunque cierto tipo de sociedades, sus modelos y la educación recibida puedan contribuir a que se produzcan los trastornos de ansiedad, la realidad es que esta afección es universal.

Los ambientes deficitarios, problemáticos, y la escasa educación psicológica tampoco ayuda. Por eso son básicas todas las iniciativas que ayuden a la prevención de estos trastornos. El sistema de salud, además, fomenta los tratamientos rápidos y superficiales, en una sociedad donde las cosas se miden por los resultados a corto plazo (aunque estos no se mantengan luego en el tiempo).

–Entonces, ¿cómo sería el tratamiento ideal para la ansiedad?
–Desde una perspectiva integradora, los trastornos de ansiedad se abordarán utilizando unas u otras estrategias en función del caso particular que presente cada cliente. En mi opinión, lo más importante para que una psicoterapia tenga éxito es la propia relación terapéutica, el no tener prisas y ser lo suficientemente flexible para poder entender y adaptarse a las necesidades del cliente, valiéndose de todas aquellas técnicas que puedan facilitar el cambio.

Hay algunas técnicas que, una vez aprendidas, se las puede aplicar uno mismo, pero otras en las que es necesario el acompañamiento de un psicoterapeuta durante un tiempo para poder obtener unos resultados positivos en la gestión de la ansiedad. De todas maneras, siempre es importante definir unos objetivos a corto plazo y otros a medio plazo. Pues si sólo abordamos los síntomas es probable que los resultados obtenidos no se mantengan en el tiempo.

–¿Cuáles son los primeros síntomas de ansiedad patológica?
–La ansiedad tiene muchas caras, pero comienza a ser un problema cuando ya tiene un impacto significativo en el funcionamiento cotidiano y la calidad de vida. En ese momento podemos identificar diferentes tipos de síntomas a distintos niveles y durante un periodo de tiempo de varios meses (aunque estos síntomas pueden experimentarse por todas las personas en algún momento, el problema aparece cuando se mantienen) determinados síntomas corporales, emocionales, pensamientos y conductas.

–¿Qué síntomas corporales son habituales en la ansiedad mantenida?
–Síntomas físicos como alto nivel de activación, tensión, opresión, sudoración o cambios de temperatura, mareos, falta de aire, taquicardias, temblores, náuseas y molestias digestivas, sensación de pérdida de control, etc. La angustia sería la experiencia subjetiva asociada a la ansiedad.

–¿Y qué síntomas emocionales mantenidos en el tiempo son significativos?
–Fundamentalmente se siente miedo, pero también pueden experimentarse otras emociones como la ira, la culpa o la vergüenza.  También determinados pensamientos recurrentes son indicativos: síntomas como la falta de atención y la rumiación mental, las preocupaciones y las obsesiones.

–Has hablado también de las conductas típicas en los cuadros de ansiedad mantenidos...
–Sí. Son estilos de afrontamiento recurrentes basados fundamentalmente en la evitación, la tolerancia (que no aceptación) o la lucha/competitividad. También es habitual encontrar, dependiendo del tipo de trastorno, mucha mecanicidad o agitación, dificultades interpersonales, manías y conductas ritualistas, problemas de sueño, hábitos de vida poco saludables, etc.

–En tu libro hablas del Ciclo de la Ansiedad. ¿Nos podrías explicar más sobre este concepto? ¿Cómo podemos entenderlo?
–Personalmente me gusta explicar el “Ciclo de la Ansiedad” desde una perspectiva integradora como un proceso que implica al cuerpo, las emociones, los pensamientos y las conductas (incluido el lenguaje). Detrás de todos esos componentes estaría el Yo del sujeto, en su función de observador, integrador y autorregulador de todos los aspectos de la experiencia de un ser humano.

Como todos esos elementos están conectados e interactúan entre sí, pueden llegar a desencadenar una “espiral de la ansiedad”. Al final ese proceso sería el responsable de que con el tiempo se produzcan multitud de somatizaciones a nivel físico, pero también el causante de los llamados ataques de angustia o de pánico.

–Ataque de ansiedad: ¿es lo mismo que la ansiedad? 
–El ataque de ansiedad es realmente una forma de manifestación de la ansiedad. Los ataques de pánico pueden darse asociados a muchos trastornos de ansiedad, pero se consideran como un trastorno diferenciado debido a que pueden aparecer de forma espontánea o inesperada sin presencia de estímulos situacionales concretos. Si ha experimentado al menos dos ataques de pánico de forma imprevista es probable que sea diagnosticado de trastorno de pánico.

–Y cuando hablamos de trastornos de ansiedad, ¿a qué nos referimos?
–Aunque la ansiedad puede darse en muchos tipos de trastornos y estructuras clínicas, hay ciertos trastornos en los que es su síntoma más destacado. Esos trastornos serían: Trastorno de pánico, Agorafobia, Fobia específica, Fobia social, Trastorno de ansiedad generalizada, Trastorno obsesivo-compulsivo, Trastorno de estrés postraumático, Trastorno de síntomas somáticos y Trastorno de ansiedad por enfermedad.

–¿Algo que tengamos que tener muy en cuenta en este proceso?
–Es importante señalar que el estrés y la ansiedad deben tratarse adecuadamente por un profesional de la salud especializado en la clínica, que además pueda diferenciarlos de otro tipo de trastornos en los que pueden aparecer episodios de ansiedad. No deben ser nunca tratados por un coach (salvo que éste también sea psiquiatra o psicólogo especializado en la clínica). Algunas técnicas para la gestión de la ansiedad, sin embargo, podrán aprenderse, por ejemplo, con un buen profesor de yoga o meditación, dependiendo de la técnica que se trate.