Satish Kumar es un ecologista y pacifista inglés de origen indio mundialmente conocido sobre todo desde su Marcha por la Paz en 1962 cuando recorrió 12.000 kilómetros a pie, sin dinero ni provisiones, para llegar a Moscú, París, Londres y Washington reclamando el desarme nuclear.

Conferenciante y autor de libros como «Simplicidad elegante» (Ed. Icaria), también es el fundador del Centro Internacional para los Estudios Ecológicos Schumacher College y de la Hartland The Small School, una escuela holística de primaria y secundaria.

Entrevistamos a Satish Kumar en el Campus PHI

Satish Kumar rebosa alegría, amor y sabiduría. Contempla la vida como lo hace un peregrino, no en vano con tan sólo 9 años dejó atrás su casa, su madre y hermanos para recorrer el mundo descalzo con un bol de mendigo en la mano. A sus 86 años sigue viajando ligero de equipaje y esforzándose para que comprendamos que nuestro estilo de vida nos lleva al desastre y a la infelicidad.

Su empeño en que este mensaje se extienda y produzca el que cambio que necesita la humanidad y el planeta lo ha traído hasta Acebo (Cáceres), donde se encuentra Campus PHI. Es un espacio inmerso en la Sierra de Gata diseñado para que sea autosostenible, se pueda desarrollar el autoconocimiento y vivir de forma respetuosa y armónica.

"Tenemos muchas palabras que hablan de la necesidad de transformar el mundo, pero muy pocos ejemplos tangibles sobre cómo ha de producirse esta transformación. Campus PHI materializa la unión de la espiritualidad y la ecología. Demuestra que podemos vivir sin desperdiciar, sin contaminar y desarrollar valores espirituales", me cuenta el activista por el medio ambiente y por la paz Satish Kumar.

"He venido aquí para que este modelo holístico sirva de inspiración. En Campus PHI vemos que al utilizar la energía del cielo como el sol y el viento creamos el paraíso en la Tierra, mientras que las energías del subsuelo como el diésel o el petróleo traen de la mano el infierno sobre planeta", añade.

–En la actualidad, muchos jóvenes se sienten perdidos y angustiados por el futuro. ¿Qué les diría a las nuevas generaciones?
–Los jóvenes están angustiados porque creen que son incapaces de cambiar las cosas. Pero tengo un mensaje para las nuevas generaciones: «Tenéis todo el poder para realizar los cambios que necesitéis. Podéis lograrlo. Vuestra angustia sólo muestra que no estáis usando la fuerza que está en vosotros. Todo aquello que os preocupa fue creado por humanos y lo que fue creado por los hombres puede ser cambiado por otros hombres.

Las personas tienen un poder inmenso. Basta ver la historia de la Humanidad. Buda, Jesucristo, Martin Luther King, la Madre Teresa, Nelson Mandela, Mahatma Gandhi, todos ellos son ejemplos de personas que cambiaron el mundo y todos ellos eran como tú y yo. No eran diferentes. Tenían dos manos y dos piernas, hambre, sueño, se cansaban… Pero fueron conscientes de su fuerza y la utilizaron para transformar las cosas». Las nuevas generaciones necesitan coger su poder. La desesperación no es una respuesta.

–¿Qué papel juega la espiritualidad en el movimiento ecológico?
–Sin ser espiritual no puedes ser del todo ecologista porque quien lo es siente amor por la naturaleza sin ego. Ser ecológico significa comprender que «nuestra casa» es un lugar de amor, donde amas a tus padres, a tus hijos, a tu mujer, a tu marido, los bosques, los animales, los ríos, las montañas… Y si amas algo, no lo dañas. Si eres ecologista, no perjudicas el planeta como ahora hacemos llenándolo de plásticos y químicos tóxicos.

¿Cómo podemos dañar nuestro hogar y después cultivar el amor? De la misma manera todas las palabras que hacen referencia a lo espiritual hablan de cómo nos relacionamos: servir a los demás es una relación que establecemos al igual que la práctica de la amabilidad o de la compasión.

Necesitamos cultivar la amabilidad hacia la naturaleza –los animales, los ríos, las montañas– y aprender de ella. Ella ofrece agua a todos los seres humanos sin juzgarlos ni discriminarlos. El agua no dice: «Puedes beber únicamente si eres un santo o una buena persona». Se ofrece tanto a un rey como a un mendigo, a un santo y a un pecador, a un animal, a una persona y a una planta. Da un amor incondicional a todos ellos. De la misma forma la ecología sin espiritualidad se convierte en una idea abstracta y mecanicista. Por eso, ambas han de ir de la mano, cuando sea así, trataremos a la naturaleza con amor y respeto.

–¿Cómo definiría el estilo de vida simple que defiende?
–Tener un estilo de vida simple y elegante significa hacer cosas bellas a la vez que útiles y duraderas. En cambio, hoy fabricamos objetos que duran dos años a lo sumo y la mayoría no alcanza ni seis meses de durabilidad. Cada estación implica comprar un nuevo tipo de ropa según la moda. Cambiamos de móvil continuamente y de coche casi cada año.

Hemos desarrollado un sistema que nos empuja a consumir cosas que no necesitamos. Cada vez que vayamos a comprar algo deberíamos preguntarnos: «¿Es esto bello? ¿Es útil y duradero? ¿Lo necesito?». Adquirir cosas duraderas forma parte de la sostenibilidad y del desarrollo de una cultura regenerativa. Por otra parte, olvidamos que la belleza nutre el alma. Ante lo bello nos sentimos felices y alegres. En la naturaleza todo lo es, en cambio estamos construyendo una civilización ¡tan fea!

–Habla también de la importancia de contemplar la vida como lo hace un peregrino.
–Le pido a la gente que camine porque tenemos dos piernas. Es un gran don, pero no las utilizamos. Cogemos el coche, el tren o el autobús para todo. Entonces, ¿para que son tus piernas? De hecho, tampoco utilizamos las manos. ¡Es una tragedia! Pido a la gente que camine porque cuando lo haces estás bajo el cielo, escuchas los pájaros, estás en la naturaleza y ésta te llena de alegría y placer. Además, haces ejercicio y tu cuerpo se sana. Estamos gastando un montón de dinero en fármacos. Todos los países se quejan del gran presupuesto que han de dedicar a su sistema sanitario.

¿Por qué enferma tanto la gente? Porque no se mueven y no respiran aire fresco y limpio. Caminar es una especie un peregrinaje sanador y pido a la gente que realice largas distancias a pie hasta llegar a Asís (Italia) o a Santiago de Compostela (España) y a otros lugares espirituales para que conecten con la naturaleza y se alejen de los problemas cotidianos, los negocios, el trabajo e incluso de la familia. Cuando lo haces aprendes a desapegarte y a lidiar con lo inesperado. Por eso peregrinar es muy saludable en todos los sentidos. No solo es andar, es abrazar un estado mental en cual tu corazón suelta cualquier expectativa, apego, prejuicio y dogma.

–¿Se trata de confiar?
–Sí. Si no confías, no puedes ser peregrino. La confianza es el secreto de una buena vida. En cambio, en este momento hay demasiado miedo, una prisión que impide desarrollar la creatividad, la imaginación y aventurarse. Me gustaría pedir a los seres humanos que se conviertan en peregrinos soltando el miedo y cultivando la confianza. Se trata de empezar creyendo en uno mismo diciéndose: “Soy bueno, imaginativo, creativo y espiritual, y confío en mí”. Es el primer paso para poder confiar en los demás.

–¿Tiene otros mensajes para la humanidad?
–Me gustaría los seres humanos sintieran que todos son una unidad, que sintieran las divisiones en nombre de la religión, la nacionalidad, el sistema económico y la política sólo nos dividen a nosotros mismos. Mi mensaje hacia la humanidad –si es que la humanidad puede escucharlo– es que cada individuo como tú y como yo constituye un microcosmos del macrocosmos. En una sola persona está la humanidad entera. Todo el mundo está en nosotros y nosotros estamos en todo el mundo. Has de verte a ti mismo en todos los seres humanos y ver a todos los seres humanos en ti. Si comprendemos esto, podremos vivir en armonía.

Hoy estamos creando un mundo en el que reina la uniformidad. Estés en el país que estés encuentras las mismas tiendas, la misma ropa, las mismas cadenas de comida rápida, las mismas bebidas y los mismos rascacielos. Celebrar la humanidad es celebrar la diversidad sin hacer de ella un motivo de división y de guerra. Unidad y diversidad han de bailar juntas.

–¿Como le gustaría imaginar la sociedad humana digamos dentro de veinte años…?
–Me gustaría ver que la inteligencia humanista ha ganado la batalla a la inteligencia artificial. Creo que este es el gran reto. Desearía que los seres humanos no se dejen esclavizar por la tecnología. Me gustaría ver a la gente viviendo de una forma más creativa, espiritual e imaginativa construyendo casas bonitas, cultivando alimentos, escribiendo poesía, aprendiendo a tocar un instrumento, bailando, haciendo arte…

Esto es la vida en verdad. Poseer tecnología y consumir no va a hacernos felices. Ojalá en los próximos años la humanidad sea capaz de alejarse de esta cultura tecnológica, consumista y materialista para ser más ecológica, sostenible y regenerativa, más humana y espiritual.

–¿Estamos educando bien a nuestros hijos?
–En absoluto. Los estamos deseducando. Los entrenamos para que encuentren un empleo, pero no los estamos educando. Educar significa acompañar para que aflore lo que ya está dentro de ellos. Como hace el jardinero se trata de lograr que de la semilla surja el árbol que ya está en ella. Los educadores han de velar que esta semilla se convierta en lo que es y pueda desarrollar todo su potencial. La autorrealización ha de ser el propósito de la educación. Sin embargo, los educadores de las escuelas o de las universidades simplemente desean que se conviertan en contables, abogados o banqueros, lo que no significa autorrealizarse en ningún casos.

En la mayoría de sistemas educativos a los once o doce años ya se le pregunta qué profesión elegirá. La vida no va de empleos, sino de servir, de desarrollar la creatividad, de convertirse en artista y en una persona espiritual que ayude a los demás. Los seres humanos tenemos un corazón, un espíritu, un alma, una conciencia y unos valores que la educación no está desarrollando. Entrenarlos para que encuentren un empleo no es educar. Es domesticar, es educar desde una visión mecanicista.

–Desde sus 86 años, ¿qué le diría al niño de nueve que dejó todo atrás para convertirse en monje y caminar?
–El hecho de que ese niño con nueve años dejara a su madre, su casa y su confort para caminar con zapatos con un cuenco de mendigo en la mano fue para una gran experiencia y un enorme aprendizaje. Esta experiencia construyó la decisión. Aprendí que se podía vivir sin dinero, lo que me liberó de la idea de que esto es imposible. Este largo peregrinaje construyó unos grandes fundamentos a la hora de vivir la vida.

Los jóvenes deberían tener este tipo de experiencias y aprender a vivir con poco o nada de dinero, caminar, estudiar y meditar. Fue entonces cuando aprendí a meditar por la mañana y por la noche y de memoria las escrituras en sánscrito porque no podíamos llevar libros encima. Y la sabiduría ha de residir en nuestro corazón y no en los libros. Todo eso es lo que aprendí entonces…

https://www.cuerpomente.com/nos-inspiran/amma-entrega-a-demas_10820

–¿Lamenta algo?
–- No. Todo lo que hice fue una experiencia y, si cometí algún error, aprendí de él. No hay aprendizaje sin equivocaciones y, si te lamentas, es que no te has perdonado a ti mismo, que cargas aún con el peso de la culpa. Yo no siento ninguna culpabilidad, solo celebro el amor. No permito que la oscuridad envuelva mi alma. Ante el arrepentimiento me perdono a mí mismo y no me quedo en lo negativo. Me muevo hacia la luz. Intento vivir en el presente que es desde donde se construye el futuro. En cambio, si te lamentas sigues anclado en el pasado.

–Parece siempre alegre y feliz.
–El secreto es de la felicidad es vivir en el presente. Cada momento es un regalo del universo y hay que celebrarlo convirtiéndolo en algo lo más bello, creativo, amoroso e imaginativo que puedas. Tenemos el poder y la capacidad para hacerlo, pero en lugar de utilizarlo nos culpamos y centramos en lo negativo. Si vives cada momento como el más bello, entonces eres feliz.

–¿Teme la muerte?
–Como dije confío. El miedo siempre está allí, como lo está el enfado, pero no me dejo arrastrar por ellos. Me muevo hacia un estado mental positivo. Cada ser humano ha nacido con el don de ser compasivo, amable y amoroso, sin embargo, no cultivamos estos regalos. Al igual que para aprender a tocar un instrumento hay que ensayar a diario, también deberíamos practicar la meditación, la amabilidad, la compasión y el sentido del servicio cada día para que estas cualidades positivas emerjan.

Cuando eres joven también es importante hacerlo, pero a mi edad, con 86 años, aún es más importante dejar atrás la negatividad y cultivar la confianza, la amabilidad y la compasión. La pregunta es: ¿Quieres seguir siendo una persona desagraciada o ser feliz? Por eso todo lo negativo lo dejo ir. Me digo a mi mismo: “Satish, déjalo ir, déjalo ir˝.