Anselm Grün es monje en la abadía de Münsterschwarzach (Alemania), pero también es un escritor famoso que ha vendido hasta 17 millones de ejemplares en todo el mundo. Como monje benedictino asegura que haber dedicado su vida –tiene 76 años– a la búsqueda de Dios le hace más sensible a las preguntas y dudas que le plantean las personas que acuden a él y le permite dar mejor asesoramiento y formación. Es algo que hace a través de sus libros, unas obras en las que con un estilo ameno mezcla filosofía, psicología y espiritualidad.
En Aceptar la duda, que acaba de publicar la Editorial Kairós, Anselm Grün aborda la duda desde distintos planos precisamente cuando la incertidumbre está más presente que nunca en nuestras vidas. "Cuando dudo confío en mi instinto y me dejo llevar por él", nos explica
Reflexiones sobre las dudas y la confianza
“Los neurólogos también nos dicen que nuestro mundo es tan complicado que las decisiones intuitivas son más certeras. Porque las decisiones intuitivas recurren a una parte del cerebro en la que se han almacenado las experiencias de toda nuestra vida y de nuestros antepasados”, señala Anselm en su libro y añade: “Aun así, en este mundo acelerado, en estos tiempos trepidantes, es necesario parar una y otra vez para preguntarse: “¿En qué confío? ¿Sobre qué debería dudar?” sin por ello quedarse atascado en la duda. Se trata sobre todo de que la duda nos lleve a una conclusión más clara.
–Hay personas que tienden a dudar constantemente de sí mismas, lo que les genera sufrimiento.
–Sí dudar constantemente de uno mismo es una falta de confianza que produce mucho sufrimiento. La duda acerca de uno mismo impide cualquier tipo de autoconfianza y nos aleja de la vida. Para evitarlo yo a les recomendaría dejar de lado la cabeza y conectarse más con su corazón, porque es la cabeza la que siempre está en la duda. En cambio, cuando estamos en contacto con nuestro corazón, nos sentimos más a nosotros mismos y podemos decirnos: "Siento, luego existo".
Repetir esta frase "Soy yo mismo" nos devuelve la calma y serenidad interior porque nos concede el permiso para ser sin más, sin tener la obligación de demostrar constantemente nuestra valía. Me permito simplemente ser sin necesitar una justificación.
–Algunos terapeutas dicen que existe una duda patológica, porque conduce a la inacción.
–Sí, efectivamente hay una duda morbosa. Hay gente que duda de todo, no solo de la fe, sino también del resultado del conocimiento, de las declaraciones de los políticos, etc. Dudar de todo es un mecanismo de defensa ante la realidad. Me niego a asumir mi responsabilidad, pero lo justifico con la duda, me quedo paralizado argumentando que es la duda la que me impide actuar.
De la misma forma hay dudas que lo que pretenden es evitar que tome una decisión. Por un lado es normal que antes de decidir dude sobre lo que es más conveniente o correcto.
Para ayudarme en este proceso puedo imaginar ante mí las diferentes posibilidades tengo y optar por aquella que en mí despierta más vitalidad, más amor y más paz. La duda que es buena –es decir que no es patológica– me prepara para decidir y me permite hacerlo. Me conduce a una decisión que ha sido meditada y no me paraliza.
–Para superar las dudas que surgen cuando estamos en pareja, ¿qué práctica nos puede ayudar?
–En toda unión pueden aparecer las dudas y lo mejor es hablar de ellas y exponerlas. La pregunta principal a plantearse es: ¿Estas dudas que tengo están generadas por mi ideas sobre lo que es una pareja ideal? Si es así, mi trabajo es aceptar a mi pareja tal y como es y soltar este ideal.
En la pareja también aparecen dudas relacionadas con el hecho de si mi compañero o compañera me está siendo fiel.
En ese caso puedo hablar con mi pareja sobre ello, abordar con él o ella estas dudas, lo que puede ayudar a resolverlas. Y otra forma de proceder que puede ser de utilidad es permitir que las dudas sigan ahí, dejar de luchar contra ellas y optar conscientemente por la confianza diciéndome: "Confío en mi pareja, confío en él o ella".
–Ante una desgracia solemos dudar aún más de la existencia de Dios. ¿Usted cree que esta duda se puede transformar en espiritualidad?
–La desgracia nos hace dudar del Dios protector que nos cuidaba que habíamos imaginado hasta entonces. Sin embargo esta duda también puede llevarnos a construir una nueva imagen de Dios, un Dios visto como un misterio incomprensible, lo que hará más profunda nuestra espiritualidad. No rezamos para que Dios nos ayude. Rezamos porque nos entregamos a este Dios que es incomprensible, porque creemos que es amor, pero un amor que escapa a nuestra razón.
–¿Usted cree que todo aquello que nos sucede tiene entonces un sentido?
–Sí, todo lo que ocurre tiene un sentido, aunque no podamos comprenderlo y deberíamos ser prudentes a la hora de asignar un significado a los acontecimientos de una manera inmediata. La pregunta debería ser más bien: "¿Qué sentido tiene esto para mí?" O bien preguntarnos: "¿Qué sentido quiero darle a este acontecimiento y cómo voy a reaccionar ante él?"
–En sus libros escribe tanto sobre espiritualidad como de psicología. ¿Diría que la espiritualidad nos puede ayudar a acercarnos a la felicidad?
–La psicología nos ayuda a entendernos mejor y nos ayuda a afrontar mejor los obstáculos de la vida. Pero la psicología por sí sola no da significado a la existencia, es la espiritualidad la que da sentido a la vida y la que le proporciona un nuevo sabor, un gusto por el amor. La espiritualidad nos facilita estar más en harmonía con nosotros mismos y con Dios y estar en harmonía con nosotros mismos es lo mismo que la felicidad.
–Para afrontar la dificultad, ¿qué es lo que más ayuda?
–Lo que más necesitamos en este momento difícil es la virtud cristiana de la esperanza. Tener esperanza no es lo mismo que tener expectativas. La expectativa puede decepcionarnos. Esperamos lo que no vemos. Esperamos que Dios nos pueda permitir empezar de nuevo y ver un nuevo comienzo.
Esperamos que la situación cambie. Esperamos la luz, el amor y el triunfo de la vida. La esperanza tampoco es optimismo. Es contemplar la realidad tal y como es y esperar que Dios recorra esta realidad y nos ofrezca una nueva oportunidad para empezar de nuevo una buena vida.
–Tenemos más incertidumbre que nunca. ¿Nos ayudará esto a crecer?
–La incertidumbre no nos hace crecer de forma automática, pero sí que representa un desafío y nos lleva a preguntarnos sobre qué pilares quiero construir. La duda me obliga a preguntarme: ¿a qué me lleva esto? Y responder a estas preguntas me ayudará a dar sentido a mi vida. La duda me saca de la rutina y me impide instalarme en ella para conectarnos con nuestra auténtica verdad, con una verdad más profunda.
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