Hay dos cosas que me cuesta mucho entender: la labilidad de la vida, que depende a veces solo de la punta de un cuchillo en manos del desalmado de turno, y el hecho de centrar toda una vida en conseguir honores, triunfos, carreras, dinero, modas y pompas, cuando en realidad no tenemos más que lo que cobija nuestra piel y aun eso se perderá.

Un sueño revelador que nos ayuda a despertar

Y pienso en lo que Lanza del Vasto relata de un sueño:

"Soñaba que iba caminando conforme caía la noche, y el sendero se internaba en un bosque más negro que la noche. Yo estaba solo, desarmado. Tenía miedo de avanzar, miedo de retroceder, miedo del ruido de mis pasos, miedo de dormirme en esa doble noche.

Oí crujidos en el bosque y tuve un sobresalto. Vi brillar entre los troncos ojos de animales y tuve más miedo. Después no vi nada y tuve miedo, más miedo que nunca.

Entonces salió de la sombra una sombra que me cerró el paso. '¡Vamos! ¡Pronto! ¡La bolsa o la vida!'

Casi me sentí consolado por esa voz humana, porque al principio había creído encontrar un fantasma.

Me dijo: "Si te defiendes para salvar tu vida, primero te quitaré la vida y después la bolsa. Pero si me das tu bolsa solo para salvar la vida, primero te quitaré la bolsa y después la vida".

Mi corazón se enloqueció, mi corazón se rebeló, se dio la vuelta. Y en ese gran sobresalto desperté, aliviado por la realidad de poseer mi aliento y mi vida.

Y comprendí al mismo tiempo que mi sueño me había mostrado la pura realidad de la fragilidad y la fortaleza de mi vida y de mi bolsa."

Saber desprenderse

Desprenderse de lo que nos rodea –propiedades, logros, dinero– quizá sea una de la cosas que más cuestan. También de objetos e incluso animales que consideramos de nuestra propiedad y que parecen formar parte de nosotros.

Pero hacerlo no solo evita sufrimiento moral o psicológico; también despierta nuevas formas de entender, sentir y vivir la vida más saludables.

El desprendimiento prepara para la muerte… y para la vida.

La bolsa o la vida es la proposición más agresiva que nos pueden hacer y tarde o temprano nos la harán a todos. Y no solo eso, habremos de renunciar a la bolsa y a la vida sin importar el orden.

Hay situaciones que nos devuelven a la realidad de nuestra existencia transitoria, nos ponen en la disyuntiva y nos descubren nuestra realidad más profunda.

Tocan un fondo desde el cual la vida se hace más gozosa: se valora cada instante y se disfruta, tanto de la bolsa como de la vida. No tengo por qué envidiar ninguna fortuna ni ninguna vida, porque ninguna es más importante que la mía.

Quizás no todos vivamos este sueño y despertar revelador, pero podemos imaginarnos en esa situación y salir de ella liberando el miedo y la angustia. Esto ayuda a asimilar amenazas cotidianas menos graves pero que nos alteran y a recuperarse con mas energía mental y emocional