Repetir para automatizar. Nos subimos al coche e inmediatamente nos abrochamos el cinturón de seguridad, sin pensar en ello. Nuestra vida está llena de automatismos, de acciones que, a fuerza de haber sido repetidas suficientes veces, hacemos con el piloto automático puesto, asociadas a una determinada señal.
Esta es una de las formas en las que el cerebro gana en eficiencia, porque para realizar este tipo de actos no hace falta ninguna motivación, ni siquiera un pensamiento consciente, basta con la señal externa para detonarlo. Se consigue a base de repetir... Pero ¿cuántas veces hay que repetir una acción para que se convierta en un hábito?
Adquirir hábitos fácilmente: guía detallada para lograrlo
En 1887, William James, padre de la psicología científica, escribió un artículo titulado El hábito en el que exponía la enorme plasticidad cerebral y cómo son necesarios 21 días para la formación de un nuevo hábito. Ese dato ha ido perdurando a lo largo de los años, de modo que se ha convertido prácticamente en una verdad incuestionable. ¿Incuestionable? Otros estudios científicos hablan de cómo ese tiempo puede ser variable según la persona y también según el método utilizado para la repetición.
Sin embargo, más datos y experiencias insisten en ir en favor de la teoría de los 21 días:
- En los años 60, el cirujano plástico Maxwell Matz describió que sus pacientes tardaban 21 días en acostumbrarse a su nuevo aspecto o en dejar de sentir un “miembro fantasma” (amputado).
- 21 días es el tiempo que tardan las células madre en diferenciarse en nuevas neuronas en el cerebro.
- También son 21 días los que dura el biorritmo emocional. Todos los seres vivos seguimos ciclos relacionados con la naturaleza y nuestras propias funciones biológicas. De la misma manera que los ciclos menstruales duran 28 días de promedio, tenemos otros biorritmos como el emocional o el intelectual. Y parece que el emocional dura 21 días, y no 28 como habitualmente se ha establecido. Así lo concluyeron por separado en 2000 los investigadores Michael Smolensky, experto en cronobiología de la Universidad de Texas (EE. UU.), y Zerrin Hodgkins, de Londres.
El secreto del éxito: la motivación
Independientemente de lo que los estudios científicos establezcan como tiempo promedio para instaurar un nuevo hábito, lo que es clave es la motivación con la que lo hacemos, y lo coherente que sea la puesta en práctica de este nuevo hábito.
Lo que queremos convertir en costumbre debe ser algo que esté conectado con algo importante en nuestra vida, algo que nos motive. Si se trata de una idea que simplemente te ha transmitido un médico o un terapeuta, pero no resuena emocionalmente con algo importante para ti, da igual cuántos días lo repitas, lo acabarás abandonando porque, en el fondo, no te importa tanto. Es fundamental encontrar un sentido a lo que llevas adelante para tener éxito y convertirlo en un hábito.
Salir de tu zona de confort
Todo cambio genera cierto nivel de ansiedad por la incertidumbre que produce. Por eso es tan importante la motivación con que lo afrontamos. Sabemos que al principio puede resultar difícil, pero cada vez que repitamos esa acción nos va a costar un poco menos, ya que la ruta neuronal utilizada se establece cada vez de forma más permanente hasta que al final se convierte en un acto automático. Habremos conseguido que nuestro cerebro funcione como nosotros queremos, ayudándonos a alcanzar nuestros objetivos.
Transformar nuestras acciones en hábitos nos permite llevar una vida más sana y feliz, lejos de las ansiedades de la vida moderna. Tal vez tardemos 21 días, tal vez menos o más. Si te dijera que puedes ser una persona nueva en menos dos meses, ¿te parecería demasiado tiempo? Está al alcance de todos hacerlo. Solo hace falta una buena idea, motivación, sentir y saber que eso es algo realmente bueno para nosotros y... repetir.