Cada vez se habla más del fracaso escolar y de cómo nuestro país se sitúa por encima de la media del resto de la Unión Europea en esta cuestión.

A la hora de intentar analizar el origen de este problema unos culpabilizan a los maestros o al sistema educativo, mientras otros dicen que los padres no prestan la atención suficiente a la educación de sus hijos o bien que los niños y niñas de hoy en día "son vagos y no estudian".

En todo caso, más que buscar responsables conviene encontrar soluciones prácticas para cuando nuestros hijos se encuentran con dificultades en la escuela, a fin de que no lleguen a cronificarse y den lugar a un fracaso general.

Algunos consejos permiten entender mejor por qué suspenden los niños, cómo se puede prevenir el fracaso escolar y qué se puede hacer para ayudarles a afrontar convenientemente los estudios.

Qué es el fracaso escolar

No hay que identificar el fracaso escolar con los suspensos aunque, en general, el único baremo para medir los resultados escolares son las notas, es decir, el número de aprobados o suspensos.

Diremos que el fracaso escolar aparece cuando un niño o niña que no presenta ningún problema intelectual es incapaz de alcanzar los objetivos establecidos para su edad y nivel académico.

Desde el punto de vista de los expertos en educación solo puede hablarse de fracaso escolar en sentido estricto cuando el estudiante no ha conseguido superar la enseñanza obligatoria.

De todos modos, y desde una perspectiva más amplia, antes de hablar de fracaso absoluto conviene tener en cuenta que hay niños con malos resultados solo en materias concretas (idiomas, matemáticas, etc.) pero que superan tranquilamente el resto de asignaturas, así como hay otros con una buena trayectoria escolar que en un momento determinado obtienen muchos suspensos pero al poco tiempo remontan el bache.

Así, por su capacidad, su actitud o una situación crítica puntual de tipo emocional, por ejemplo, un estudiante puede pasar por épocas de bajo rendimiento que no deben ser calificadas de fracaso escolar, ya que el alarmismo y una visión pesimista pueden llevar a un desánimo que complique mucho la posible recuperación.

Incluso si el niño ha de repetir todo un curso tampoco se debe concluir que se trata de un fracaso.

En resumen, puede darse un fracaso escolar primario cuando aparece en los primeros años del niño fruto de dificultades madurativas. En este caso, o bien remite espontáneamente o se queda sin resolver.

Por el contrario, el fracaso se denomina secundario si surge de forma puntual después de unos años de buena escolarización y debido a cambios evolutivos como la pubertad.

Asimismo, es circunstancial cuando aparece por causas concretas (separación de los padres, cambio de escuela, etc.) pero se resuelve de forma rápida. Y se le llama permanente cuando es la tónica común a lo largo de toda la escolaridad.

Las causas principales de fracaso escolar

No entraremos aquí a valorar las posibles deficiencias del sistema escolar como origen del fracaso educativo, sino que más bien trataremos las causas propias del estudiante, subjetivas o del ambiente sociofamiliar en el que se encuentra.

En este sentido, se pueden describir algunos de los posibles motivos, aunque en más de una ocasión los problemas ocurren por más de una razón.

  • Intelectuales. Se calcula que sólo un 2% aproximado del fracaso escolar se debe a factores intelectuales, sobre todo a retrasos mentales ligeros. También puede aparecer en niños superdotados sin un programa de estudios adaptado.
  • Orgánicas. Las diferentes deficiencias físicas, como problemas visuales o auditivos no diagnosticados a tiempo o mal corregidos, pueden llevar a que el niño arrastre un retraso en los aprendizajes desde sus primeros años.
  • Factores afectivos y emocionales. Entre estos factores se encuentran los que responden a una circunstancia concreta (el fallecimiento de un familiar, la separación de los padres, un cambio de escuela, etc.), que son relativamente fáciles de superar, y los que responden a un tipo de personalidad, como niños sobreprotegidos, con baja autoestima e inseguros, con pocos límites, etc. y que precisarán la ayuda de un profesional para no llegar al fracaso escolar.
  • Trastornos del aprendizaje. Un elevado porcentaje de fracasos se debe a trastornos como la dislexia o el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH).

Cómo detectar la dislexia

La dislexia se caracteriza por graves dificultades en el aprendizaje de la lectoescritura, que se encuentra en la base de cualquier otro aprendizaje.

Puede diagnosticarse cuando un niño sin problemas intelectuales ni de personalidad tiene un retraso de más de dos años en esta área respecto al resto de sus compañeros.

Algunos indicadores de una posible dislexia son:

  • una lectura excesivamente lenta,
  • inversión de letras como "marde" por "madre",
  • cambio de letras como la "d"por la "p"
  • o confusión de letras que le hace saltarse muchas palabras e incluso inventárselas.

Estos mismos signos son aún más fáciles de apreciar en el caso de la escritura.

La dislexia provoca también confusiones temporoespaciales y que al niño le resulte difícil situarse en el hoy o el mañana, confunda las horas, los días de la semana o los meses del año, y muestre dificultades para orientar la derecha y la izquierda, delante y detrás, etc.

Un diagnóstico precoz de la dislexia y su tratamiento ayudan al niño a mejorar sustancialmente sus consecuencias y a no verse inmerso en un gran retraso en las primeras etapas de su escolarización.

Qué hacer con un niño hiperactivo

El déficit de atención con hiperactividad (TDAH) es un trastorno que aparece en niños hiperactivos y con falta de control sobre sus impulsos, lo que les lleva a tener muchos problemas al prestar atención en clase y, en consecuencia, a perderse explicaciones, no anotar los deberes en la agenda, etc.

Este trastorno se puede observar también en casa y no solo en relación con las tareas escolares sino en la convivencia normal. Se trata de niños que rara vez están quietos, cambian continuamente de actividad y no pueden concentrarse más que periodos de tiempo muy cortos.

La observación precoz y la consulta con un profesional facilitan la resolución del problema.

Cómo ayudar eficazmente ante las dificultades escolares

Además de tener en cuenta los consejos para prevenir el fracaso escolar, cuando las cosas no van demasiado bien en la escuela conviene actuar a tiempo para que no se instaure en el niño la sensación de que "no vale para estudiar", lo que aumentaría su inseguridad y daría comienzo a un círculo vicioso que bajaría su rendimiento y su autoestima.

Los padres han de ser conscientes de que llegados estos momentos críticos se debe intervenir con serenidad pero también con contundencia, valiéndose del asesoramiento que pueda recibirse desde la escuela del niño o niña.

A su vez, para que esta intervención sea eficaz se deben valorar en primer lugar los motivos que pueden incidir en el bajo rendimiento. La respuesta será distinta dependiendo de si se trata de un problema de aprendizaje, emocional o bien circunstancial.

Los problemas de aprendizaje y orgánicos (dislexias, dislalias, visión, audición, etc.) suelen aparecer en los primeros pasos de la escolaridad y tratados convenientemente por un logopeda o psicopedagogo pueden resolverse o minimizarse.

Si vemos que nuestro hijo presenta problemas con la lectoescritura o los primeros cálculos numéricos o sospechamos algún problema de visión o audición debemos actuar con rapidez.

Los problemas emocionales pueden ser de muy diverso orden, desde niños muy inseguros, con baja autoestima o con dificultades de personalidad, hasta situaciones concretas que pueden suponer un obstáculo en un momento determinado, como un cambio de escuela, el nacimiento de un hermano, la muerte de un familiar, la separación de los padres, etc.

En estos casos debemos consultar con un psicólogo clínico infantil para que el niño pueda superar este tipo de dificultades.

También hay que estar especialmente atentos a aquellos niños que por ser muy tímidos e introvertidos puedan presentar problemas de relación en la escuela con sus compañeros, ya que una excesiva dificultad en la interacción con los demás puede conducir a una fobia escolar, origen de una desmotivación y de un posible absentismo escolar.

Ante situaciones de este tipo es necesario establecer una buena coordinación con los tutores, ya que ellos son quienes pueden intentar incidir en la dinámica de la clase para que el niño se sienta más seguro y aceptado dentro del grupo.

Qué hacer frente al fracaso escolar

Cuando, a pesar de todos los esfuerzos llevados a cabo para que un niño no llegue a fracasar en la escuela, al final no se puede evitar, se produce una gran frustración tanto en la familia como en el propio alumno, si bien en ocasiones el chico o la chica quiera mostrar su indiferencia ante tal fracaso.

Aunque, evidentemente, esta realidad no es la que los padres deseaban para su hijo tampoco conviene pensar que se trata de una catástrofe absoluta, pues el hecho de que fracase en la escuela no tiene por qué suponer que lo haga en la vida.

Las reacciones al fracaso escolar pueden ser muy diversas. Algunos padres se pueden asustar y sentir angustiados ante la magnitud del desafío de educar a sus hijos.

Conviene, en estos momentos difíciles, seguir estando a su lado y alentarlo para que no sienta que no sirve para nada, y animarlo para que pueda centrarse en otras opciones formativas acordes a sus intereses, como por ejemplo la formación profesional.

Claves para el éxito escolar

La mejor forma de evitar el fracaso escolar es prevenirlo y, en este terreno, los padres pueden hacer mucho desde sus hogares.

En primer lugar, se ha de tener muy en cuenta que la escolaridad es solo una de las partes que conforman la educación global de los hijos.

En ella intervienen los maestros como profesionales pero los padres son los primeros responsables de esa educación que comienza desde que el niño nace y debe tener como objetivo que llegue a ser una persona madura, autónoma y feliz.

En este sentido, si bien desde la familia no se pueden prevenir las causas intelectuales u orgánicas que puedan llevar a un chico a su fracaso en la escuela, sí se puede incidir claramente para educar con el ejemplo y evitar los aspectos emocionales que pueden ser perjudiciales.

Estos son algunos consejos para cumplir este objetivo:

  • No sobreproteger para no criar hijos inseguros, caprichosos y dependientes que no sepan enfrentarse a los contratiempos y a las dificultades por sí mismos.
  • Poner límites a los niños desde muy pequeños para que aprendan lo que está bien y lo que está mal, lo que se debe hacer y lo que no.
  • No darles todo lo que piden, sino hacerles ver el valor del esfuerzo y del trabajo para lograr aquello que uno quiere. Eso aumentará su motivación y su responsabilidad.
  • Inculcarles el respeto hacia los demás como un valor primordial para que aprendan a respetar a sus compañeros y profesores.
  • Valorar los aprendizajes de la escuela por sí mismos y día a día, y no únicamente como un medio para que el día de mañana puedan "ganar mucho dinero".
  • Crear buenos hábitos de estudio y disponer de un espacio adecuado para ello.
  • Mantener reuniones periódicas con los tutores para hacer un buen seguimiento de su escolaridad.

Qué hacer para motivar al niño o niña

Para que un niño aprenda es fundamental que se encuentre motivado. Los padres pueden ayudar siguiendo algunos consejos:

  • Valorar sus esfuerzos independientemente de los resultados, para que se dé cuenta de que lo importante es el trabajo.
  • Animarle a hacer algo mejor cuando le ha salido mal, en lugar de sermonearle o castigarle. Se le evita una mayor frustración de la que ya le cause ese mal resultado.
  • Mostrarle interés por el trabajo cotidiano en la escuela aunque no haya habido exámenes ni notas, ya que con ello se consigue que aprecie el hábito de estudiar a diario.
  • Crear un ambiente familiar propicio a la curiosidad intelectual, al interés por lo que sucede en el mundo y al conocimiento en general.

Libros para ayudar a los hijos con sus problemas en el colegio

  • Ayúdale a estudiar; Rosa Serraté. Ed. Temas de Hoy
  • Cómo estudiar con éxito; Bernabé Tierno. Ed. Plaza y Janés.