Laura y Marco llevan 15 años juntos. Tienen dos hijos en común y se conocieron cuando ambos ya habían tenido otras relaciones sin convivencia y estaban asentados profesionalmente. Se enamoraron perdidamente y, tras un tiempo sin hijos, sintieron que su relación era estable como para formar una familia.

Ahora, tras estos meses que han pasado sin poder salir de casa, se ha hecho más evidente que estaban actuando más como padres de familia y compañeros de piso que como pareja. Sus relaciones sexuales eran prácticamente inexistentes y estos días las discusiones y la tensión han puesto de manifiesto que su relación como pareja toca a su fin.

¿Cómo reconvertir su matrimonio en una relación de amistad? ¿Qué necesitan para conseguirlo?

Laura y Marco son un modelo de pareja al que podríamos llamar moderna. Crearon una familia nuclear basada en la pasión, planificando los hijos que iban a tener.

En la actualidad, la pareja nuclear convive con un nuevo modelo: la pareja posmoderna, que acepta que la separación es siempre una opción en cualquier momento y una salida desde el inicio mismo de la relación. Se trata de familias reconstruidas en las que se dan nuevas formas de paternidad y maternidad.

Ante este panorama, es cada vez más necesario tener herramientas para transitar el cambio tras una ruptura y que la que ya es expareja inicie una relación de amistad, de modo que pueda integrarse en esa nueva vida. Esto es aún más importante cuando hay niños de por medio.

Después de la ruptura: el duelo

Así pues, ¿qué podían hacer Laura y Marco? Lo primero a tener en cuenta es que toda ruptura conlleva un dolor para ambos miembros de la pareja y también, por tanto, un tiempo de duelo que hay que afrontar.

Según establece la neurociencia, el duelo es todo el esfuerzo que realiza nuestro cerebro para reorganizarse de nuevo ante la ausencia de esa persona amada que ya no formará parte de nuestra vida cotidiana y de pareja.

En la fase de shock, las emociones pueden ser muy desbordantes (negación, rabia...) e, incluso, puede aparecer la necesidad de vengarse como antídoto ante el dolor insoportable que surge en esta primera fase del duelo. Otro síntoma que puede aparecer en esta etapa es una idealización de la persona que hemos perdido.

De ahí que ser amigos en esta etapa –donde las emociones son de una gran intensidad– pueda ser difícil y dificultar el duelo en sí mismo.

A Laura y a Marco les podría ir bien mantener un tiempo de distancia en el que el vínculo se limite a todo lo relacionado con los hijos para elaborar individualmente la ruptura.

Después del duelo se pasa una fase de anhelo o búsqueda en la que aparecen de forma abrupta recuerdos de lo vivido junto a esa persona. Es una forma de repasar nuestro camino al lado de ese ser querido que ya no está compartiendo la vida con nosotros y de buscar su presencia en nuestra mente con fantasías.

En la tercera fase ya conectamos con la realidad de la pérdida. Es el momento en que enfrentamos de forma más clara la tristeza de la ruptura de la relación y entramos en un tiempo de desesperanza más profunda.

Finalmente llega la fase de la reorganización, en la que empezamos a rehacer nuestra vida sin esa persona, que con el tiempo habremos colocado en otro lugar. También a veces, para algunas personas, es habitual pasar de una pareja a otra rápidamente evitando sentirse solas al pasar por un duelo.

Como la mayoría de las parejas, Laura y Marco solo podrán empezar a transformar su relación de pareja en una relación de amistad cuando hayan superado estas etapas del duelo que supone su divorcio.

¿Qué hace falta para mantener una amistad con un ex?

Si la pareja se ha construido desde la igualdad, como la de Laura y Marco, es más fácil hacer la transición del amor de pareja a la amistad. Si uno de los miembros depende del otro –económicamente, emocionalmente...–, la relación, aunque sea cordial, costará mucho que sea de verdadera amistad.

Ni Laura ni Marco han mantenido una relación extramatrimonial que detonara la ruptura –algo que aún puede dificultar más la relación de amistad, ya que uno de ellos se siente herido o abandonado– o que impidiera realizar el duelo.

Las bases para una nueva relación de amistad sana se basan en la igualdad, la reciprocidad y la sinceridad en la comunicación para así compartir una intimidad sobre lo que cada uno siente o le preocupa.

Según la teoría del psicólogo Robert Sternberg, hay tres vértices que definen una relación de pareja: la intimidad, el deseo y el compromiso.

La intimidad esdefinida como una forma de amor que implica una comunicación abierta, una confianza y una comprensión mutuas. Es decir, se trata, ni más ni menos, que de una forma de amistad.

La gran dificultad en una relación larga es mantener el deseo, dado que este se activa cuando hay un espacio a conquistar, explica la psicoterapeuta Esther Perel. La pasión es lo que más les faltaba a Laura y a Marco, y el compromiso como único pilar no fue suficiente para sostener a la pareja. La falta de espacio y las rutinas matan la pasión.

En cambio, el amor se despierta con la convivencia, el compartir y el hacer cosas juntos. Habrá que ver si Laura y Marco, con el tiempo, serán capaces de generar un espacio donde puedan recuperar su intimidad y mejorar su comunicación para poder transformar su relación en una relación de amistad.

Expresar los deseos de forma clara ayuda a dar salida a las heridas y a limpiar la relación.

Para poder realizar esta transformación es necesario que cada uno posea un grado de autoconciencia que le permita admitir cómo ha contribuido a esta ruptura y qué responsabilidad tiene en ella, ya sea por acción u omisión.

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Hemos roto... ¿Y ahora qué?

Si quieren lograr que la relación perdure en forma de amistad, Laura y Marco tienen que hablar muy honestamente sobre lo que han sentido durante la relación, cuál ha sido su parte, además de expresar lo que cada uno está sintiendo ante la ruptura y lo que va sucediendo en su nuevo día a día. Si no son capaces de ello, sobre todo cuando hay hijos, es aconsejable acudir a un tercero que les ayude a mejorar la comunicación para hacer una ruptura sana.

Cada uno debería poder decir lo que quiere de esta nueva relación de amistad para definir de nuevo la relación marcando límites y expresando deseos de forma clara, dado que la confusión puede llevar al conflicto. Ya sea a través de una conversación, de una carta o de una sesión de terapia, es necesario que cada uno pueda expresar sus dolores derivados de la relación y que así queden bien cerrados todos los asuntos pendientes.

Esta expresión conviene llevarla a cabo, no para culpar ni juzgar al otro, sino para dar salida a las heridas que se hayan producido a lo largo de los años. Si juzgamos y culpamos, seguiremos produciendo dolor sin haber limpiado bien la relación. Crear una nueva base limpia de reproches puede ser el inicio de una buena amistad.

Los 9 pasos entre la ruptura y la amistad

1. Tomarse un tiempo para hacer el duelo.

El duelo es necesario para recuperarse del dolor de la ruptura, reconectar con uno mismo y darse cuenta de las expectativas, esperanzas rotas, el proyecto e ilusiones truncadas con la separación.

Sin este periodo de darse permiso para elaborar la pérdida y la desilusión, para cerrar lo que había, es muy difícil empezar una nueva relación, una nueva vida limpia del pasado. Es importante que haya una separación física durante un tiempo, siempre que sea posible.

2. Ser amigo de la expareja no es siempre necesario.

No todas las parejas pueden conservar la amistad tras la ruptura. Es más, en los casos en los que ha habido violencia, maltrato o dependencia, el hecho de querer ser amigos puede ser una manera de perpetuar el problema.

A veces, la idea de mantener la amistad puede ser un autoengaño para no enfrentar o retrasar la ruptura.

3. Agradecer lo que nos ha dado esa relación.

Posteriormente a la expresión del dolor, rabia y tristeza que han surgido con la ruptura, para poder cerrar la relación y transformarla en una amistad sana, es importante agradecer lo que nos ha dado y realizar una lista de lo positivo que ha habido. Cuanto más concreta sea esta lista, mejor.

Recupera aquellas primeras sensaciones que despertaron el amor por esa persona y ten en cuenta que a menudo, cuando se ha amado a alguien, en parte se le ama para siempre.

4. La rabia nos ata tanto al otro como el amor.

Si te cuesta gestionar la rabia, ten en cuenta que esta llega a ser una emoción tan dependiente como el mismo amor. Para que se dé una relación de amistad tiene que haber una aceptación del otro con sus defectos y carencias. Pregúntate si esta rabia no dice más de ti que de él o ella.

5. Reconocer que no supimos hacerlo mejor.

Conviene aceptar que lo que fue, y que probablemente no supimos hacerlo mejor, dado que si hubiéramos sabido, seguro que habríamos actuado de otra manera. Y todo ello es bueno hacerlo teniendo mucho cuidado, sin culparnos a nosotros mismos. Si nos culpamos, impediremos un sano proceso de duelo.

A la vez es necesario evitar criticar, culpar o juzgar al otro para así no engancharnos en este bucle sin fin de reproches.

6. Dejarle libre para dejarse libre a uno mismo.

La amistad es una relación en la que reina la libertad. Si no dejamos al otro ser quien es, no es posible una relación de amigos.

Hacer un ritual en el cual dejemos libre a nuestra expareja de cualquier compromiso con nosotros –hijos aparte–, y a la vez nos liberemos nosotros de cualquier atadura con él o ella, nos ayudará a limpiar viejas maneras de hacer.

Llegar a realizar esto desde el corazón puede requerir un tiempo. Darse ese tiempo, respetando los propios ritmos internos, es clave para elaborar bien el proceso.

7. Poner por delante, de verdad, el bienestar de los hijos.

Contemplar a los hijos como el fruto y la continuación del proyecto que iniciasteis juntos puede ayudar a no usarlos como arma arrojadiza contra el otro y a agradecer aquello que nos ha dado ese tiempo juntos.

Es bueno ser conscientes de que los hijos no pueden convertirse en una excusa para perpetuar la forma de relacionarnos y de comunicarnos con nuestra expareja igual que hacíamos antes de la separación. Cuando insistimos en mantener el “mal rollo”, lo único que hacemos es alargar el dolor para los hijos y para nosotros.

8. Amarse a uno mismo a pesar de todo.

Si te han abandonado, si has hecho daño, si te sientes perdido o perdida… Sea como sea, busca el amor hacia ti por encima de todo. Sin él te costará mucho recuperar tu autoestima, fuerza y capacidad para rehacer tu nueva vida desde una buena base.

No siempre podemos cumplir nuestras promesas y no siempre los demás pueden cumplir las suyas. Pero eso no quiere decir que nosotros valgamos menos.

9. Buscar el propio bienestar.

En una relación de amistad debe haber libertad, igualdad y reciprocidad, es decir, debe darse tanto como se recibe. Reina el respeto del uno hacia el otro y la base de la relación es el bienestar y el placer que proporciona.

No siempre es fácil llegar a encontrar todos estos ingredientes en una expareja. Puede no ser fácil verle libre después de que haya sido, en cierta medida, “nuestro”.