En invierno es temporada de cremas calientes, ¿cómo preparar un menú original? Aprovechando otros alimentos de temporada para incluir aromas diferentes a los ingredientes habituales. Te traemos una propuesta con entrante, plato y principal y postre cuyas texturas y sabores te sorprenderán.
1. El poder de los cítricos más allá de los postres
La mandarina, como la naranja, es mucho más que un postre. Es ideal en ensaladas, en las que resalta su sutil toque amargo y su acidez empapada de dulzor.
Como aliño para salsas vinagretas (combinada con aceite de oliva, sal y pimienta) o para aromatizar una mayonesa es recomendable que sea lo más acida posible.
No debería combinarse con alimentos de paladar muy neutro, como la pasta, pues se mezclarían los sabores, pero pueden hervirse los gajos ligeramente en una salsa, o incluso saltearse sin que lleguen a perder su forma.
Las plantas aromáticas le sientan bien, especialmente el cebollino, el orégano, el tomillo, el perejil y la menta. Entre las especias le favorecen las de aroma cálido, como la canela, la vainilla, el cardamomo o el jengibre.
La cáscara de mandarina puede secarse igual que la de naranja, a temperatura suave al horno, después de retirar el máximo de piel blanca. Una vez seca puede triturarse en un molinillo y emplearse para aromatizar la sal de mesa.
También resulta idónea para perfumar guisos o estofados, como hacemos en esta crema de calabaza con mandarina, donde aprovechamos además el zumo para un primer plato lleno de vitaminas.
2. De condimento a protagonista: sácale todo el partido al puerro
El puerro tiene un papel muy importante en la cocina mediterránea: cuando está tierno y se cocina con mimo, recompensa con una textura singular que se deshace fácilmente en la boca y que desprende un aroma delicado que estimula rápidamente el apetito.
Su sabor resulta intensamente aromático, por lo que su presencia en algunos platos está justificada solo como condimento, especialmente en guisos prolongados de legumbres y hortalizas. Además, contribuye a armonizar los sabores entre sí y se adapta muy bien a cualquier tipo de cocinado.
La parte blanca del puerro, más tierna y apreciada, se va acortando a medida que avanza el invierno mientras que la verde crece. Esta puede ser un ingrediente principal en platos de auténtico lujo, como esta hamburguesa vegetal con quinoa.
Pero las hojas verdes no se tiran: tanto la parte del bulbo que verdea como las hojas externas y verdes tienen mucho sabor y sería una lástima desperdiciarlas. Si se cortan en juliana finamente y se saltean en una sartén se pueden emplear para dar sabor a caldos y pucheros, enriquecer pizzas y focaccias, o condimentar un plato de pasta poco antes de servir.
3. Un postre lleno de nutrientes
Cerramos este menú con unas cremosas tartaletas de plátano. El atractivo de esta fruta puede ayudar a dar a los postres una bonita presencia en la mesa.
Cualquier receta dulce que se prepare con plátano tiene el éxito garantizado, pues su aroma tiene la virtud de estimular el apetito y armoniza muy bien los sabores, sobre todo si se combina con coco, piña, fruta de la pasión o mango.
Casa bien también con yogur, tofu o kéfir tanto en platos dulces como salados; y con el chocolate o, si se prefiere, con la algarroba, y es un gran aliado de los frutos secos, especialmente las nueces.