El duelo por suicidio reúne una serie de circunstancias que no se dan en otros tipos de duelo. Es una muerte autoinflingida a la par que repentina e inesperada. En general, una muerte por suicidio se “entiende poco” a no ser que la persona lo hubiera intentado previamente o tuviera problemas psicológicos conocidos por sus familiares.

Aún así, lo inesperado de estas situaciones, el golpe repentino e inexplicable de los dolorosos hechos hace que los “supervivientes” del suicidio –los amigos, familiares y allegados de las personas que mueren por suicidio– se sientan desbordados por abrumadores sentimientos en los que lamentan la muerte del ser querido al tiempo que luchan denodadamente por aceptar la forma de su muerte.

Si hay algo esperanzador en esta pandemia agotadora es que nos hemos visto obligados a poner el foco en nuestra salud mental. Debemos, entre todos, desterrar el silencio social cómplice sobre la existencia de crisis, dificultades y trastornos psicológicos en las personas y ofrecer los medios adecuados para ponerse en tratamiento cuanto antes y así evitar males mayores.

Colocar encima de la mesa la prevención del suicidio, la salud mental, el duelo en los supervivientes, etc. ayuda a que se reconozca y aborde esta realidad dolorosa. Tenemos que poder hablar de estos temas como una sociedad madura y hacer el esfuerzo de comprenderlos en toda su complejidad. Solo entonces ayudaremos a dar soluciones adecuadas y sanadoras frente a las hondas heridas que causan los sufrimientos humanos silenciados.

"Supervivientes" del suicidio: un duelo difícil

En España la estadística sobre suicidios es estremecedora y abrumadora, 10 personas mueren cada día por suicidio, siendo la primera causa de muerte no natural desde hace más de 14 años y la segunda causa de defunción de jóvenes entre 15 y 29 años.

Pero aún hay más, se calcula que cada suicidio afecta íntima y profundamente al menos a 6 personas. Si nos ponemos a contar las personas afectadas por la muerte de un suicidio serían 21.600 personas al año. Estas personas también están en riesgo porque el duelo por suicidio no es un duelo normal.

Hasta que no se acuñó el término “supervivientes” para designar a los afectados por la muerte de un ser querido por suicidio, habían sido los grandes olvidados. La pesada carga emocional que portaban difícilmente podía ser compartida por el estigma social que acompañaba a esta forma de morir.

Así que nombrarlos y tenerlos por primera vez en cuenta constituyó en su día un hito importante porque permitió:

  • Visibilizar su sufrimiento
  • Explorar sus dificultades
  • Abordar el “duelo en supervivientes” acorde a ciertas especificidades que requieren de una asistencia profesional inmediata porque, se ha demostrado, que mejora posteriormente la elaboración el duelo.

Hay que tener en cuenta que el duelo por suicidio es una de las crisis más difíciles de afrontar tanto en el plano personal como en el familiar. Supone otro nivel de dolor adicional: es agregar dolor frente al dolor desgarrador de la pérdida.

Se necesita de una honda comprensión y una adecuada escucha terapéutica para hablar de lo ocurrido, de las circunstancias de la muerte y de todo aquello que necesiten expresar (Martínez, R. 2010). Ofrecer a estas personas un espacio confiable y seguro predispone positivamente hacia alcanzar una comprensión empática de "lo impensable", encauza hacia la aceptación de lo sucedido.

Cómo es el duelo ante el suicidio

La “Guia de duelo por suicidio” publicada en el año 2020 por el Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, describe todo un conjunto de alteraciones a nivel de pensamientos, emociones, de comportamiento y físicas que pueden a parecer en los distintos momentos del proceso del duelo.

Así aparecen afectos intensos y devastadores que emergen con fuerza en los primeros momentos e irán progresivamente cambiando en contenido e intensidad a medida que el duelo transcurre y la persona va pudiendo poco a poco ir elaborando la muerte hasta alcanzar el bálsamo del perdón por comprender que no somos responsables de los actos de otra persona y por no poder hacer las cosas mejor.

Ayuda saber que el proceso de duelo que estamos atravesando es normal y que les suceden cosas similares a la mayoría de las personas que atraviesan estas dolorosas circunstancias.
Así algunos afectos intensos que aparecen son:

  • Aparece sentimiento de culpabilidad: porque te preguntas reiteradamente si no podrías haber hecho algo más para prevenir el suicidio. Puedes estar enfadado contigo mismo o con los demás por no haber captado “pistas” sobre sus intenciones. Envolverte en remordimientos ante la idea de que “podías haberlo evitado”, “de que se te escaparon ciertos detalles”, “de que, si hubieras hecho esto o lo otro podrías haber evitado este final”, etc.
  • Se experimenta enfado por el ser querido: puedes estar enfadado con tu ser querido por haberte abandonado o por causarte ese dolor.
  • Se cuestiona la relación con el fallecido: puedes también empezar a cuestionar la relación que tuviste con la persona amada y preguntarte por qué tu amor no fue suficiente para mantenerlo/a con vida.
  • Pueden haber pensamientos suicidas: algunas personas pueden experimentar pensamientos suicidas ellos mismos tras perder un ser querido que se ha suicidado.
  • Las imágenes en la cabeza del acto final se reiteran: puedes obsesionarte con el ¿por qué? o la repetición del acto final en tu cabeza una y otra vez como si con ellos pudieras conjurar los demonios interiores.
  • Sentir mucha presión por los juicios sociales: en este momento de devastación interior se suma el estrés de lidiar con las preguntas de la policía, la presión de los medios de comunicación y las actitudes o juicios sociales ante el suicidio que, de alguna manera, intimidan a las familias para poder hablar abiertamente de lo sucedido y obstaculizan el restablecimiento de su bienestar emocional: “¿Qué van a pensar de mí si se enteran?, ¿qué he sido mala madre?”, se preguntaba desgarrada Rosa ante el suicidio de su hija Celia de 17 años, “¿Qué no estuve suficientemente atenta?”.

Cómo lidiar con el dolor cuando alguien se suicida

Aunque a estas personas les parezca en esos momentos imposible hay formas de lidiar con el dolor. El maestro budista Thich Nhat Hanh dice que “precisamente porque sufrimos, estamos en condiciones de cultivar la comprensión y la compasión”.

Necesitamos desarrollar mucha comprensión y empatía hacia las circunstancias íntimas y personales que llevó a esa persona a tomar la decisión de acabar con su propia vida para poder elaborar nuestra culpa y en algún momento del proceso, reconciliarnos con el suicidio y la decisión de morir.

Solo así lograremos reengancharnos más trasformados, más humanos, más enriquecidos y quizás, algo más sabios, a la grandeza inconmensurable del río sinuoso de la vida.