La enfermedad de Parkinson es la segunda patología neurodegenerativa más extendida en el mundo tras el Alzheimer.

Afecta a las células nerviosas del cerebro responsables de coordinar el movimiento, en particular a la denominada "sustancia negra", que se encarga de fabricar el neurotransmisor dopamina.

La disminución de este mensajero provoca que las neuronas se activen sin control y que los pacientes pierdan la capacidad de dirigir sus movimientos.

Estrategias naturales contra el Parkinson

Para entender cómo aborda la naturopatía la enfermedad de Parkinson, es importante entender primero cuáles son sus causas. El Parkinson es una enfermedad de origen multifactorial.

Parece ser que el componente genético determina tan solo a un 5-10% de las personas afectadas y es la interacción con ciertas sustancias tóxicas medioambientales lo que puede desencadenar la aparición de la enfermedad. Los herbicidas, pesticidas, disolventes, productos de limpieza en seco, pinturas, metales pesados, ciertos medicamentos… son algunos de los principales tóxicos que pueden favorecer esta degeneración neuronal.

Ante el avance de la enfermedad podemos probar a seguir estos consejos:

1. Eliminar tóxicos

Es importante realizar una detoxificación de metales pesados y aumentar el consumo de antioxidantes que neutralicen el estrés oxidativo.

Un exceso de radicales libres y un déficit del antioxidante glutatión (que sintetizan nuestras células a partir de los aminoácidos cisteína, ácido glutámico y glicina) incrementa el riesgo de padecer la enfermedad.

2. Favorecer la detoxificación con suplementos

Complementar la dieta diaria con ciertos nutrientes para ayudar a detoxificar el sistema nervioso, protegerlo de los radicales libres y transportar la energía que requieren las neuronas ayuda también a enlentecer el avance del Parkinson.

Concretamente son: vitamina C (500 mg), vitamina E (400 UI de tocoferoles y tocotrienoles naturales), selenio (50 a 100 µg), zinc (15 a 30 mg), N-acetilcisteína (200 a 1.500 mg), acetil-Lcarnitina (1.000 mg), ácido alfalipoico (400 mg), resveratrol (50 a 250 mg), ácidos grasos omega 3 DHA (500 a 1.000 mg ) y coenzima Q10 (300 a 1.200 mg).

3. Trabajar la apertura psíquica

Es habitual que la enfermedad afecte a personas de carácter algo rígido que han reprimido durante mucho tiempo su sensibilidad, su vulnerabilidad y sus temores ante los peligros de la vida. Reconocer este patrón de conducta y liberar las tensiones psíquicas acumuladas ayuda a mejorar los síntomas.