El consumo de productos lácteos en Occidente sobrepasa a veces lo razonable. Si consideramos la leche, el queso, los yogures y la mantequilla, podríamos decir que están presentes en las tres comidas diarias.

Incluso en el caso de que no exista patología que la contraindique (intolerancia, alergias, problemas autoinmunes u oncológicos), para los médicos naturistas la leche no debería ingerirse en cualquiera de sus formas más de una vez al día, y preferiblemente fermentada (yogur, kéfir...).

Por qué los lácteos pueden sentar mal

Entre los animales mamíferos, el ser humano es el único que ha incorporado de forma habitual a la dieta del adulto el uso de leche de otra especie animal, incluso la ha fomentado como alternativa a la leche materna, aunque adaptada.

En la leche de vaca hay más de 20 fracciones de proteínas alérgenas y de nutrientes idóneos para que un ternero gane 100 kg de peso en un año.

Al ingerir cada día ese alimento, el frágil sistema inmunitario de algunos bebés, y en concreto el sistema linfático (amígdalas, vegetaciones...) incrementa su actividad defensiva, congestionando ganglios y movilizando anticuerpos, lo que facilita el camino a amigdalitis de repetición y a procesos alérgicos que pueden hacerse crónicos.

Esa situación puede agravarse con la contaminación química de la mayoría de leches comerciales (los restos de antibióticos, plaguicidas y hormonas son más la norma que la excepción).

Abusar de la leche, ¿qué riesgos conlleva?

Incorporar diariamente un alimento rico en proteínas y grasa animal y que desplaza el consumo de frutas y verduras a una dieta ya de por sí hiperproteica y con exceso de grasas saturadas se traduce en patologías de adulto en niños (colesterolemia, hipertensión... ) y en el incremento de enfermedades crónicas en adultos (enfermedad inflamatoria intestinal, alergias, arteriosclerosis...).

Al contener abundantes péptidos alérgenos y grasa saturada, puede elevar el riesgo de sufrir enfermedades coronarias y arteriosclerosis; trastornos digestivos como los procesos inflamatorios intestinales crónicos ( colon irritable, colitis ulcerosa ... ); alergias respiratorias o cutáneas y enfermedades autoinmunes como la artritis.

Tampoco hay que olvidar que el factor de crecimiento presente en la leche de vaca puede ser contraproducente cuando no interesa estimular el crecimiento celular, como ocurre en el cáncer. Existen estudios que relacionan el consumo diario de lácteos con linfomas, cáncer de ovarios y cáncer de próstata.

¿Por qué la leche puede provocar alergias?

Porque hay más de veinte fracciones de proteína de la leche que favorecen una hiperrespuesta o aumento de la sensibilidad alérgica, sobre todo si su consumo es abundante.

La leche puede favorecer los procesos alérgicos respiratorios (rinitis, bronquitis asmática o asma...) y los cutáneos (eccemas, dermatitis seborreica...).

¿Por qué se desarrolla intolerancia a la leche?

Por la disminución o ausencia de la lactasa, enzima encargada de transformar la lactosa en glucosa y galactosa.

Como la lactasa es producida por las células de la pared del intestino delgado, al tomar leche esta llega al intestino grueso sin digerir, irritando su mucosa y produciendo diarrea, gases y la retención de éstos (retortijones).

¿La intolerancia a la leche es genética?

Sí. En Asia o África la incapacidad para digerir la lactosa o azúcar de la leche puede afectar al 85% o al 90% de algunas poblaciones (98% en Tailandia). En los pueblos árabes es del 80%. Entre los esquimales y los mejicanos se cifra en el 83%.

En Europa oscila entre el 1 % (Suecia) y el 15% (España). En Inglaterra es del 6%.

¿Qué es exactamente la caseína de la leche?

La caseína es una proteína muy alérgena y muy densa, es la parte que se coagula (cuajada) de la leche.

Es de difícil digestión, por lo que no se descompone del todo, formando grandes macromoléculas.

La leche materna contiene un 20% de proteína en forma de caseína. En la leche de vaca esta cantidad ronda el 82%.

¿La caseína puede causar problemas?

Sí, especialmente a los lactantes, cuya mucosa intestinal es más permeable.

Las macromoléculas de caseína pueden llegar a la sangre generando anticuerpos y favoreciendo las alergias o la intolerancia alimentaria. Estas alteraciones pueden inducir procesos inflamatorios intestinales crónicos asociados a diversas enfermedades.

Las leches de cabra y oveja, ¿son distintas?

Sí. Las leches de cabra y oveja son de más fácil digestión que la de vaca debido al menor diámetro de sus gotitas de grasa, y las toleran algunas personas a las que no les sienta bien la de vaca.

La mayor diferencia estriba en su contenido de proteínas: 5,3% en la de oveja, 3,7% en la de cabra, 3,6% en la de vaca y 1,2% en la humana.

¿Son útiles las leches bajas en lactosa?

Si el problema es de intolerancia a la lactosa, sí son convenientes las leches digestivas bajas en lactosa.

Si lo que se precisa es suprimir los productos lácteos por los efectos de sus proteínas (en alergias, en enfermedades autoinmunes...) o de su grasa saturada (enfermedades coronarias... ), evidentemente no deberían tomarse.

¿Se puede retirar la leche de la dieta de forma inmediata?

Sí. Y sin ningún problema de salud, ya que no es un alimento imprescindible, lo hay que procurar que el resto de dieta sea equilibrada y contenga frutas, verduras, hortalizas y una bena variedad de cereales.

Las legumbres, los frutos secos, el huevo, el pescado y la carne pueden aportar todas las proteínas necesarias.

Los que optan por una dieta moderada en lácteos pueden estar tranquilos. El calcio, las proteínas y la vitamina B12 pueden obtenerse de otros alimentos.

¿Por qué alimentos puede reemplazarse la leche?

Culinariamente con leches de soja, avena, almendras... Hay queso (tofu) o yogures de soja.

Nutricionalmente:

¿Hay fuentes vegetales de vitamina B12?

No, y en los alimentos fermentados vegetales (col, tempeh), el polen y las algas se han hallado solo precursores.

En los vegetarianos estrictos no se ha detectado la cantidad de anemia perniciosa que era de esperar. Para mayor seguridad, la mayoría de ellos consumen alimentos enriquecidos con vitamina B12 o suplementos.

Pero la leche previene la osteoporosis...

Habitualmente la osteoporosis no es un problema de aporte de calcio sino de la fijación en los huesos del calcio ingerido.

Para ello es necesario actividad física que mejore el riego sanguíneo en los capilares óseos y vitamina D (bastan 10 minutos de sol diario en los brazos), así como no abusar de proteínas y azúcares refinados.