Dicen que el verdadero nombre de nuestro planeta debería ser "Agua", ya que en la superficie hay más agua que tierra. El cuerpo está compuesto en un 75% de agua al nacer y un 65% en la vejez, y estos porcentajes aumentan en lo que respecta al cerebro.
De hecho, hay quien asegura que nuestra memoria y la de la Tierra están grabadas en ella. De lo que no cabe duda es de que el agua es esencial tanto para la salud física como para el rendimiento mental. Podemos sobrevivir semanas sin comer, pero apenas unos días sin beberla: no solo cumple funciones vitales en el organismo sino que resulta fundamental para sentirse bien.
Cuando en un ensayo clínico usamos el agua como placebo, deberíamos preguntarnos si en realidad no estamos usando ya un potente medicamento, ante el cual compite el otro que probamos y que muchas veces no superará al agua y a la capacidad del organismo para ponerse bien.
Estar bien hidratado puede ser la base del buen funcionamiento del organismo y de la recuperación en muchas dolencias. Pero a la hora de beber agua pueden surgir dudas. En este artículo se aclaran algunas de las más comunes.
1. ¿Cuánta agua hay que beber?
Justo la necesaria para reponer los líquidos perdidos por la orina, las heces, el sudor y la respiración, y contando con la que tomamos de los alimentos. En general, ronda la cantidad de uno a dos litros diarios, pero varía en función de la
persona y puede aumentar en época de calor o con el ejercicio físico.
Hay muchas personas que no llegan a necesitar tanta. Se trata sobre todo de veganos o vegetarianos, pues toman mucha fruta y verdura de por sí ricas en agua.
2. ¿Se debe beber solo con sed?
La sed es el principal mecanismo indicador de que necesitamos agua. Es importante estar atento para satisfacerla. Y, efectivamente, lo que hay que hacer es beber cuando se tiene sed. Si no se tiene sed, se puede beber pero se hará trabajar al cuerpo de forma inútil, y no se le dejará ejercitar el mecanismo de la sed.
En el caso de los niños y los ancianos, que no suelen estar atentos a este mecanismo, es necesario estar pendiente y ofrecerles agua, sobre todo en situaciones en las que pueden perder mucho líquido: vómitos, diarreas, sudoración por calor o procesos febriles.
3. ¿Qué pasa si se bebe más o menos?
Beber poca agua puede causar deshidratación, que disminuye el rendimiento en general. Si se bebe demasiado, la mayoría de las veces no tiene grandes consecuencias más allá de lo comentado anteriormente, pues el riñón la elimina sin problemas.
Sí es cierto que en enfermos psíquicos que beben en exceso (en la potomanía) se puede al final dañar los riñones, y que los deportistas que beben demasiada agua pueden sufrir hiponatremia (si es agua hiposódica) o edema cerebral (si es con sales). Para controlar estos excesos hay que estar atentos a la sed.
4. ¿Qué tipos de aguas hay?
La legislación distingue entre agua mineral natural, minero-medicinal, de manantial, potable preparada y de consumo público. Pero podemos decir que existen tantos tipos de agua y tan cambiantes como la forma que adopta el agua misma dependiendo del recipiente que la contiene.
Su clasificación, en realidad, va a depender mucho de sus circunstancias, como las propiedades físicas aportadas por el medio que la rodea o las sales disueltas en ella.
Grosso modo, para uso humano, se puede dividir también en agua de uso alimentario o terapéutico, pero desde cualquier punto de vista que la examinemos nos dará pautas para proyectar una actividad terapéutica; por ello el agua se puede considerar, globalmente, como medicinal.
Pero quizá lo más curioso del agua es que no existe en estado puro y, por tanto, no existe un modelo único de agua. Las cualidades del agua varían con la presión, la temperatura, la radiación electromagnética o los iones en solución, entre otros factores. Así, cada agua tiene su personalidad: la de lluvia, la de tormenta, el granizo, la nieve, el agua de luna llena, la sanjuanada...
5. ¿Cuál es el agua más saludable?
Seguramente no hay mayor placer que beberla directamente de la fuente, fresca y pura, con ese sabor indescriptible que le brinda el entorno y que toma cuerpo en los minerales de la tierra (que un catador es capaz de distinguir), así como en las cualidades físicas que tiene al aflorar (conductividad, tensión superficial, resistividad…) y que varían al embotellarla.
Ahora bien, que podamos disfrutar de esa agua depende de que cuidemos los bosques y los campos. Acceder a esa agua limpia ha sido durante siglos y en muchas culturas un derecho de todos. Hoy ese derecho se ha perdido en muchos lugares de la Tierra y no siempre es posible disfrutarla directamente de la naturaleza.
Algunas personas solo acceden a ella comprándola envasada, mientras que para muchas otras en el mundo el agua envasada constituye un artículo de lujo.
Es importante recuperar el derecho de tener agua limpia para beber de forma gratuita como nos la da la naturaleza. El agua potable es un derecho sobre el que no debería tener autoridad ninguna ley de propiedad ni negocio comercial.
La Ley de Aguas establece un perímetro de protección de esta agua para evitar la contaminación del manantial y mantener a su alrededor un medio ecológico natural y saludable. Pero la forma en que se crea ese perímetro resulta a veces insuficiente, pues cada manantial requiere uno diferente según sus características geológicas.
6. ¿Cómo se sabe si es buena?
La mejor forma de elegir una buena agua es fiarse del análisis que realizamos con los sentidos: ha de ser incolora a la vista, inodora al olfato e insípida al gusto. Los sentidos ya nos informan.
7. ¿El envase de plástico es seguro?
Ningún plástico es completamente seguro. Todos pueden liberar alguna sustancia indeseable, como el bisfenol A, un disruptor endocrino. Además, buena parte del plástico se incinera.
El número en relieve que aparece dentro de un triángulo en la base del envase informa sobre el tipo de plástico. Las cifras 3, 6 y 7 deben evitarse pues incluyen bisfenol A, cosa que no sucede con las cifras 2, 4 y 5. Las botellas de la cifra 1 se deberían utilizar solo una vez. Siempre que sea posible, el vidrio es lo ideal.
Algunas personas solo acceden al agua mineral comprándola envasada, mientras que para muchas otras en el mundo constituye un artículo de lujo.
8. ¿Por qué se recomienda el agua de mineralización débil?
En general, las aguas de mineralización débil son las más agradables al paladar y su uso es aconsejable en biberones o para preparar caldos. Suelen absorberse y eliminarse con rapidez por ser muy diuréticas.
Sin embargo, para quitar la sed, son más eficaces las aguas ricas en sales. Entre las aguas con más mineralización se hallan las minero-medicinales. Los minerales hacen que no sepan tan bien pero que se puedan considerar "aguas medicamento". Se toman solo esporádicamente con fines medicinales.
9. ¿Es adecuada el agua del grifo?
El agua del grifo puede ser más que aceptable, sobre todo en entornos o países con abundantes recursos hídricos. La mayor parte está tratada. Eso, para algunas personas, es una garantía de calidad, pero no para mí, pues se eliminan
bacterias pero no todos los contaminantes.
Deberíamos orientarnos a tener en los grifos agua de la mejor calidad con los menos tratamientos posibles, o que al menos estos fuesen naturales.
10. ¿El agua ayuda a depurar?
Es necesaria para depurar y en los casos en que es importante depurar incluso el cuerpo la acumula. Suele pasar, por ejemplo, cuando se comienza un ayuno: los tóxicos que salen de la grasa necesitan ser depurados y a veces el cuerpo retiene agua porque la necesita. Esto aumenta a veces el peso en horas; luego se elimina y se baja de peso.
11. ¿Es sana el agua con gas?
Gracias a que anula el gusto, el agua con gas permite tomar sustancias diluidas en el agua que serían demasiado desagradables, muy amargas, dulces o saladas. Y el gas ejerce cierto efecto relajante.
Cuando ya se conoce el agua o el manantial y se quiere un agua tipo "Vichy" u otra carbogaseosa, se puede hacer de ella un uso terapéutico, pero no aconsejaría usar el gas carbónico de forma habitual en el agua: impide saborearla bien y no es bueno para la dentadura.
12. ¿Es bueno beber con la comida?
Lo ideal es beber fuera de las comidas, pues en la comida ya se toma suficiente agua con los alimentos, sobre todo si se abundan frutas y verduras.
Además, para digerir los alimentos secretamos jugos e interesa que estos no se diluyan más con el agua. De todas formas, si al comer una comida seca o concentrada se tiene sed, resultaría contraproducente privarse de beber agua.