Se calcula que hoy en el mundo hay unos 500 millones de personas obesas, el triple de las que habla en los años setenta del pasado siglo, y desde 1998 la OMS considera la obesidad una epidemia global.

Obesidad infantil en España

En España, el 53,5% de la población entre 25 y 60 años presenta exceso de peso. En 2022 la prevalencia de la obesidad infantil entre niños y niñas de España alcanzaba ya el 18%, según datos del Ministerio de Sanidad.

En la infancia y adolescencia, la obesidad es el trastorno metabólico más importante, pues los datos señalan que hoy el número de niños obesos en España alcanza el 16%, una cifra que se ha multiplicado por tres en los últimos 15 años. Además, no hay que olvidar que la obesidad aumenta el riesgo de padecer hasta 13 tipos de cáncer y tiene efectos negativos en la salud mental.

¿Qué es obesidad en un niño?

Cuando hablamos de obesidad nos referimos a un exceso de grasa corporal que resulta de un balance energético positivo, es decir, de un ingreso de calorías superior al gasto de las mismas.

Sin embargo, detrás de esta sencilla conclusión hay un panorama complejo que solo puede intentar explicarse desde una perspectiva biopsicosocial.

La Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) señala que los cambios en la alimentación y los nuevos hábitos y estilo de vida de las sociedades desarrolladas son el desencadenante definitivo, puesto que el organismo no está dotado de control suficiente para hacer frente a la excesiva oferta energética y al sedentarismo actual.

Desde esta óptica de la prevención es importante recordar que, en buena medida, ser obeso o no es una cuestión de aprendizaje.

Así que una de las mejores cosas que podemos hacer por nuestros hijos es enseñarles hábitos sanos.

Obesidad infantil según la OMS

Existen tablas de referencia con datos del Índice de Masa Corporal, resultado de dividir el peso en kg por la altura en metros elevada al cuadrado. Sin embargo la OMS, en el caso de los niños hay que tener en cuenta la edad al definir el sobrepeso y la obesidad.

Para establecer si existe obesidad intantil, conviene consultar las tablas de crecimiento de la OMS, que se desglosan según la edad del niño.

En la práctica nuestro "ojo clínico" junto con e! del pediatra es esencial, recordando que existen "periodos críticos de obesidad que se sitúan en el primer año, antes de los seis y en la adolescencia.

Cómo evitar la obesidad infantil

Los cambios en la dieta son fundamentales, pero en el marco del cambio de un estilo de vida global.

Los refuerzos para seguir las conductas apropiadas, la creación de un entorno en el que se facilite su puesta en práctica y el apoyo familiar son elementos fundamentales para facilitar estos cambios tan necesarios.

  • Los alimentos básicos sobre los que debe basarse una alimentación saludable incluyen cereales, patatas y legumbres, hortalizas, frutas, pescado y carne (para quienes no sigan un modelo de dieta ovo-lácteo-vegetariano), productos lácteos (leche, leches fermentadas, quesos) y huevos y pequeñas cantidades de aceite de oliva.
  • Reducir el consumo de alimentos ricos en grasas, especialmente las saturadas (helados, embutidos, frituras...), y optar por los que contienen grasas sanas (aceite de oliva o pescado azul).
  • Tomar hidratos de carbono complejos (cereales y legumbres) y limitar el azúcar (bollería, refrescos, caramelos...)
  • No abusar de los alimentos proteicos.
  • Introducir generosas cantidades de frutas y hortalizas frescas a diario.
  • Los niños tienen grandes necesidades nutricionales y su capacidad digestiva está todavía madurando, por eso conviene repartir la comida del día en 4 ó 5 tomas.
  • También es vital respetar los horarios, pues con ello se favorece la digestión y la absorción de nutrientes, y se consolida un hábito saludable.
  • Las mejores estrategias son ofrecerle un entorno en el que se aprecian los alimentos naturales, que los padres sirvan de modelo de hábitos saludables, no facilitarles productos poco recomendables, enseñarles a saborear lo que comen y explicarles cuentos o argumentos que ejemplifiquen la relación entre alimentación y salud.
  • Es importante disminuir las horas de televisión, evitar los ascensores y si puede ser ir andando a la escuela, realizar actividades físicas estructuradas y bien dirigidas, como natación, correr, bailar, bicicleta, etc.
  • También es necesario que la familia adopte un estilo de vida activo y que el niño realice pequeñas tareas domésticas.

Lo que no deben comer los niños

Los últimos datos estadísticos señalan que el 3% de los niños españoles no desayuna, el 11 % lo hace con bollería industrial cada día, y sólo el 59% toma una segunda ración de fruta y un 34% una segunda de verduras, cuando 2 raciones diarias de cada uno de estos grupos de alimentos básicos serían la cantidad mínima aconsejable.

La bollería contiene grandes cantidades de azúcar y grasas; y, formando la base de los mismos, encontramos a las harinas refinadas. Todo ello da como resultado productos muy calóricos y escasas vitaminas y minerales, una "bomba de calorías vacías".

Además suelen incluir aditivos, colorantes y conservantes artificiales.

En el modelo fast-food (comida rápida) la sobrecarga recae en las grasas y las proteínas, siendo un tipo de alimentación deficiente en algunas vitaminas y minerales, y en fibra.

Las patatas fritas y los refrescos completan un cuadro tan apetitoso y atractivo para muchos como calórico y poco saludable, sobre todo si se toma con frecuencia.

Es una situación paradójica porque, al tiempo que las autoridades sanitarias manifiestan su preocupación por el aumento de peso entre la población infantil, los medios de comunicación emiten mensajes que asocian el éxito, el ser fuerte o tener amigos con el consumo de alimentos poco saludables.