En estos días previos a las fiestas navideñas, y ya superado el Black Friday, andamos ya sumidos en el bombardeo publicitario que nos invita a comprar: ofertas anticipadas, catálogos de juguetes en nuestros buzones, turrones en los supermercados …Muchas personas se ven envueltas en una vorágine consumista descontrolada que puede afectar a su economía y, también, a su salud emocional.

En mi consulta, siempre trabajamos para reforzar el empoderamiento y lograr la mejor autonomía personal posible. Una de las consecuencias más positivas de este trabajo es la de aprender a no dejarse manipular ni por la publicidad ni por el ambiente de consumismo excesivo que se vive en Navidad.

cómo mantener la ansiedad bajo control en Navidad

Por este motivo, he querido recopilar algunas cuestiones que, siempre que se acercan estas fechas navideñas, suelo trabajar en mi consulta. El objetivo de estas recomendaciones no es el de dejar de comprar regalos ni vivir en el ascetismo, sino el de tener el control de lo que queremos comprar, libre de influencias externas.

1. Elaborar un presupuesto realista

Comienza la planificación de estas fechas elaborando un presupuesto ajustado a tu economía. ¿Cuánto puedes gastarte en comida y regalos sin endeudarte? Una de las mayores fuentes de estrés de nuestra sociedad son las deudas, incluso, en muchos casos, estas se están convirtiendo en causa de suicidio. No necesitas los regalos más caros ni las comidas más lujosas, tu salud mental es mucho más importante. Ajusta tu presupuesto a lo que realmente puedas gastar.

La urgencia de última hora, lleva al desorden y al consumo excesivo. Cuanto más puedas planificar, mejor para tu salud emocional y para tu bolsillo.

2. Planificar y comparar precios

En base a tu presupuesto realista, realiza la lista de los regalos y la comida que deseas (y puedes) comprar. Si tienes ideas sobre qué productos vas a adquirir en Navidad, puedes dedicar unas semanas previas a investigar el mercado, así sabrás si las ofertas navideñas son buenas ofertas o simples reclamos publicitarios para empujarte a comprar.

3. Comprar con antelación y sin prisas

Las fiestas navideñas son para disfrutarlas en familia y con tranquilidad, sin embargo, dejar las compras para el último momento, siempre se convierte en fuente de estrés y de tensión. A medida que vayas encontrando los productos a buen precio, puedes ir comprándolos y guardándolos hasta las fiestas. Recuerda también, comprar los alimentos con tiempo, cuanto más se acercan las fechas de las fiestas, más suben sus precios.

4. Comprar solo lo necesario y útil

Seguro que, en años anteriores, has comprado artilugios y juguetes muy llamativos que han sido usados un par de veces y, después, han terminado acumulando polvo en la estantería. Antes de dejarte llevar por lo espectacular que sea un producto o un juguete, piensa si realmente va a ser algo útil o si tus hijos lo van a aprovechar.

Con esta actitud, también le puedes enseñar a tus hijos a no dejarse llevar por la publicidad llamativa, ni por la adrenalina del momento, el “quiero algo y lo quiero ya”.

5. Ser flexibles

Si, por cualquier circunstancia, no puedes conseguir el regalo o el juguete que tenías planificado, intenta buscar otras alternativas parecidas o dejarlo para más adelante, cuando vuelva a estar disponible. Este contratiempo nunca es deseable, pero puede ser una buena oportunidad para trabajar la paciencia, la flexibilidad y la tolerancia a la frustración, contigo misma y, si tienes, también con tus hijos.

¿Cuándo se convierte el comprar en un problema?

Detrás de la ansiedad a la hora de comprar puede haber también una adicción a las compras. Ante la vorágine de ofertas, la acción de comprar se puede transformar en una verdadera obsesión para muchas personas. Se calcula que entre un 6% y un 7% de la población padece esta adicción, conocida como oniomanía.

En los casos más críticos, este acto puede llegar a convertirse en una compulsión imposible de controlar. 

Aunque aún no está incluido en el DSM (el manual de diagnóstico de enfermedades mentales), podemos hablar de oniomanía cuando la necesidad de comprar controla a la persona y no es esta quien decide realmente si quiere comprar algo. Para las personas adictas a las compras, el ritual de elegir el producto, pagarlo, cargar con las bolsas (o la espera hasta recibirlo en casa), les induce una especie de trance hipnótico del que no pueden escapar. No compran por capricho sino por necesidad vital, lo que supone un fuerte agravante para su problema.

Tras la compra y el desembolso económico, son frecuentes los episodios de angustia, culpa e, incluso, depresión. La persona es consciente de que tiene un problema, pero no puede hacer nada por evitar caer una y otra vez en su adicción.

¿Por qué nos gusta comprar?

La compras compulsivas funcionan como cualquier otra adicción, proporcionan a la persona un pico momentáneo de hormonas de bienestar y placer, que anula cualquier control de la mente racional.

A un nivel más profundo, podríamos hablar de la función que cumple el comprar como sustituto emocional de necesidades no cubiertas. Igual que en otras adicciones (a sustancias, a comida, a personas, etc.), las compras colman, momentáneamente, el vacío existencial arrastrado desde las infancias no atendidas e inducen a la personas, durante un breve instante, a sentirse plenas. Cuando pasa el efecto analgésico de la compra, la mente les pide más y más, cada vez más, sin encontrar nunca fin.

¿Cómo se trata la adicción a las compras?

Para poder solucionar definitivamente el problema, se hace imprescindible trabajar el problema de fondo que lleva a la adicción. Cuanto más se trabaja y se sana el vacío emocional que cubren las compras, menos control ejercen estas sobre las personas.

El trabajo con este tipo de adicciones es muy complejo y debe ser abordado también, como lo hicimos en el caso de Inés, desde otro nivel práctico-conductual. En paralelo a la terapia profundo-emocional para trabajar las emociones subyacentes, seguir estos consejos puede ayudar.

  • Hacer listas de necesidades y presupuestos cerrados: respetarlos y no salirse del límite que la persona se marque.
  • Visualizar el dinero. Las tarjetas de crédito o las compras digitales no permiten visualizar realmente cuánto dinero se gasta y favorecen el descontrol. Siempre que sea posible, lleva dinero en metálico para poder apreciar la cantidad real.
  • Programa actividades de “ocio sin compras”. Es necesario romper con la costumbre de comprar cada vez que se sale a la calle. Existe un gran número de actividades que se pueden realizar de forma gratuita y que suponen un respiro para el alma y el bolsillo.