En las relaciones familiares a veces pueden construirse vínculos tóxicos. Ocurre cuando entre ellos se establecen dinámicas basadas en la dominación y el sometimiento. Es lo que pasa, por ejemplo, cuando los padres tratan de manejar y manipular a los hijos, incluso cuando estos ya son personas adultas e independientes. En estos casos puede ser necesario hacer terapia para sanar ese vínculo tóxico y liberar a la persona que vive sometida.

Cómo afecta la terapia a las relaciones en la familia

A menudo recibo consultas de personas que tienen problemas con algunos de sus familiares, pero tienen dudas sobre cómo afectará la terapia a las relaciones actuales con sus padres y/o hermanos. Muchos temen que la terapia les acabe empujando a distanciarse o separarse de ellos. A estas personas, siempre les comento que esto no siempre ocurre y que depende mucho de las circunstancias de cada familia.

Es cierto que, cuando un miembro de la familia inicia una terapia de introspección profunda, siempre se producen cambios en las dinámicas familiares. Sin embargo, la naturaleza de estos cambios depende, en gran medida, de la calidad de las relaciones previas dentro de esta familia.

  • Si la familia mantenía unos vínculos sanos, equilibrados y respetuosos, la terapia ayudará a la persona a expresar mejor sus emociones y a establecer límites sanos de forma asertiva. En estos casos, las relaciones con los demás miembros de su familia se verán mejoradas y enriquecidas.
  • Sin embargo, si los vínculos familiares estaban basadas en la dominación y el sometimiento, cuando la persona comience a cambiar y a expresar su opinión, esto no será bien visto por aquellos que quieran mantener las mismas dinámicas tóxicas de siempre y, de forma progresiva, los miembros de la familia se irán distanciando.

En cualquier caso, para la persona que trabaja en terapia, el nuevo rumbo que tomen estos vínculos familiares siempre será saludable y liberador para ella.

Cómo es un vínculo familiar tóxico

Para entender cómo puede influir la terapia en la relación con la familia, debemos comprender bajo qué parámetros se han formado los vínculos que mantienen todos sus miembros.

En una familia tóxica, el bebé o el niño tiene que adaptarse a las costumbres y los caprichos de sus padres para procurarse alimento, cuidado y protección. Como el niño no puede valerse por sí mismo, debe adaptarse a la situación y surgen, entonces, dinámicas de sometimiento y dependencia.

Como hemos visto en otras ocasiones, estas dinámicas se arrastran hasta la vida adulta, por lo que, pasados los años, los padres siguen intentando manejar y manipular a los demás, aunque sus hijos ya sean personas adultas e independientes.

¿Cómo saber si un vínculo familiar es tóxico? Te cuento el caso de Carla, una chica que vino a mi consulta y se mostraba preocupada por cómo afectaría la terapia a la relación con sus padres. En su primera sesión me contó que sus padres seguían ejerciendo un fuerte control sobre ella, a pesar de que hacía tiempo que se había marchado de su casa y vivía en un pequeño piso alquilado.

Uno de los detalles que más molestaba a Carla es que su padre le escribía por la noche, cuando ella salía del trabajo, para controlar la hora a la que llegaba a casa. Además, cuando iban a visitarla a su piso, su madre revisaba la casa para vigilar que todo estuviera a su gusto. Incluso registraba el cubo de la basura y sus bolsas de reciclaje para controlar lo que comía y lo que no.

El caso de Carla es un ejemplo de cómo puede ser un vínculo familiar tóxico.

Cómo ayuda la terapia en caso de vínculos tóxicos familiares

El trabajo terapéutico ayuda a la persona que vive sometida por esos vínculos tóxicos de varias maneras:

  • Se refuerza la autoestima y se potencia la independencia emocional. Las dinámicas basadas en el sometimiento dejan de tener fuerza porque la persona se da cuenta de que puede cuidar de sí misma y ya no depende de los demás.
  • Se aprende a expresar las opiniones. Desde este nuevo sentimiento de libertad, la persona puede hablar y puede expresar sus opiniones sin miedo a las reacciones de los demás.
  • Se aprende a poner límites. Gracias a su trabajo terapéutico, Carla aprendió a marcar los límites que necesitaba para sentirse más cómoda y libre. Pudo hacerlo con firmeza y asertividad. Pudo hablar con su padre y decirle que ya no tenía que controlar la hora a la que volvía a casa porque ella era adulta y, además, ya no vivía bajo su techo. También, le pidió a su madre que se relajara con el control sobre su comida y su basura; ella sabía lo que tenía que comer.

Cómo puede reaccionar la familia tras la terapia

Frente a todos estos cambios personales, los demás pueden reaccionar de dos maneras diferentes.

  • La otra parte puede cambiar también. Si comprenden los cambios y aceptan que son buenos para su hija, ellos también cambiarán y el vínculo entre ellos será más saludable, adulto y enriquecedor.
  • La otra parte puede adaptarse. Si, al contrario, no aceptan que su hija ya es adulta y puede tomar sus propias decisiones, y quieren seguir manteniendo el mismo control que ejercían en el pasado, la relación se irá distanciando hasta llegar a un punto de equilibrio en el que su influencia ya no afecte a la persona que ha trabajado en terapia y se ha liberado de las dependencias tóxicas de antaño.

En el caso de Carla, al darse cuenta de que ya no podían seguir controlándola, sus padres fueron espaciando sus visitas. Seguían manteniendo una relación cordial, pero esta ahora era más equilibrada: una relación entre adultos, donde cada uno sabía dónde estaban los límites que no se podían traspasar y nadie ejercía control sobre nadie.