Los adolescencia es una edad de muchos cambios tanto a nivel físico como mental o emocional. Durante esta época, suelen multiplicarse los conflictos con los padres, en gran medida, por la falta de comprensión y conocimiento de los adultos sobre los complejos procesos que se están produciendo en el cerebro del adolescente.

Para alcanzar un mayor entendimiento sobre lo que sucede en el cerebro de tus hijos, hoy vamos a profundizar en uno de estos cambios estructurales que la neurociencia ha descubierto en las últimas décadas: la poda neural.

Qué es la poda neural y por qué ocurre

En primer lugar, debemos tener en cuenta que, durante los primeros años de vida, el crecimiento del cerebro y el número de conexiones que realiza es extraordinario. Para el bebé todo es nuevo, desde mover un brazo o caminar, hasta leer o escribir, todo ha de ser ser aprendido partiendo de cero. Adquirir todas estas habilidades requiere que se produzcan millones de conexiones neuronales a diario.

Se estima que un bebé puede realizar hasta 40.000 sinapsis (conexiones entre neuronas) por segundo.

Sin embargo, este crecimiento no puede mantenerse indefinidamente. Dado que el espacio de nuestro cráneo es limitado y la capacidad de crecimiento del cerebro no es infinita, la naturaleza ha tenido que idear estrategias originales para optimizar el volumen reducido del que dispone. Uno de estos trucos para economizar el espacio de nuestra cabeza es lo que los neurólogos llaman la “poda neural”.

Al igual que los jardineros, para lograr una mejor cosecha, cortan las ramas necesarias para que el árbol crezca equilibrado y la luz llegue a todas partes, el cerebro también realiza su propia poda.

En ciertos momentos de cambio o de crecimiento, se produce una selección de aquellas conexiones útiles y se desechan aquellas que no se utilizan.

De esta forma, el cerebro deja espacio a nuevos aprendizajes y a las habilidades más útiles para el futuro. Esto no significa que mueran neuronas, sino que se priorizan las comunicaciones entre aquellas que realmente le sirven a la persona para desenvolverse en el mundo. En realidad, más que de “poda neural”, deberíamos hablar de “poda sináptica”.

A lo largo de los años, para permitir la maduración y la evolución de los niños, en el cerebro infantil se producen diferentes podas neurales. Las encontramos, por ejemplo, entre los 2 y 3 años y también, entre los 6 y 7.

Sin embargo, es en la adolescencia, para preparar el paso a la vida adulta, cuando se produce la verdadera revolución en el cerebro. Lejos de ver este proceso como algo negativo o como una pérdida de capacidades, debemos comprenderlo como un requisito necesario para poder seguir aprendiendo y madurando.

¿Cómo acompañar a los adolescentes?

Este fenómeno de poda neural, unido a otros procesos cerebrales (como, por ejemplo, el de la mielinización), los cambios emocionales, hormonales y a las influencias externas (compañeros, redes sociales, etc.), provoca que la adolescencia sea una época de intensos altibajos emocionales y de conflictos con todo el entorno.

Las madres y los padres, podemos hacer mucho por ayudarles en esta transición:

  • Regulación emocional

Ante la complejidad de la sociedad de este siglo XXI, el vaivén emocional del adolescente se ha visto incrementado. Una sociedad volcada en la imagen y el exhibicionismo, como la nuestra, puede acabar resultando muy tóxica para estas niñas y niños que, por edad, se pasan el día auto cuestionándose.

Estar continuamente expuestos a la crítica y al juicio interno y externo puede acabar dañando gravemente su autoestima y su auto imagen.

El acompañamiento emocional, en esta etapa, sigue siendo tan fundamental como lo fue en la infancia. Son adolescentes, pero aún no son adultos y siguen teniendo necesidad de sentirse arropados por sus padres.

Tenemos que estar muy atentos a las palabras y acciones de nuestros hijos, cuidar su autoestima y su amor propio para que no resulten dañados.

Además, tenemos que tener en cuenta, que el acompañamiento y el modelo de manejo de emociones y resolución de conflictos, por parte de sus mayores, será la base de sus habilidades sociales y emocionales en el futuro.

  • Aprendizaje y práctica

La práctica de cualquier actividad refuerza las conexiones entre las neuronas implicadas, de modo que, cuando llega una de estas etapa de poda neural, los aprendizajes que se han reforzado se mantienen, mientras que aquellos que no han sido tan utilizados, van perdiendo fuerza.

Una conclusión para la educación y el aprendizaje es que mantener una práctica constante en cualquier actividad, ayuda a reforzar estas habilidades y a prevenir una futura poda, mientras que dejar, durante mucho tiempo, de realizar una actividad, supone más riesgo de terminar podando aquellos aprendizajes que no son utilizados.

Esto no implica que lo que no practiquemos sea borrado para siempre, sino que estos aprendizajes ocupan menos espacio en el cerebro y necesitarán más práctica posterior para recuperar el nivel alcanzado por otros niños que siguieron practicando.