Cuando nos hacemos un peeling o exfoliación, lo que buscamos es regenerar la piel haciendo que se desprendan las células muertas de la superficie cutánea. Eliminamos las células viejas para dejar al descubierto las nuevas. Estos son los beneficios para la piel de realizar un peeling:

  • Menos imperfecciones. Con esta limpieza se eliminan pequeñas imperfecciones como el acné y otras manchas de envejecimiento. La piel adquiere un tono más uniforme.
  • Mejor hidratación. También mejora la hidratación, porque se reduce el espesor del estrato córneo, depurando y facilitando la penetración de los activos cosméticos. Por eso es muy recomendable asociarlo a otro tratamiento cosmético específico (para el acné o las arrugas, por ejemplo), para mejorar su eficacia.
  • Más luz. Al controlar la seborrea y activar la circulación, el rostro se ilumina y la piel se ve fresca y joven.
  • Más tersura. El peeling tiene efecto queratolítico y estimula la síntesis de glicosaminoglicanos, los compuestos que forman la matriz de soporte de la piel, como el colágeno, mejorando la elasticidad.

Hay 3 tipos de peeling

En cada tipo de peeling tenemos buenas opciones naturales.

  • Físicos: mediante partículas muy pequeñas realizan una abrasión muy suave, superficial y mecánica que arrastra las células muertas. Deben ser partículas redondeadas, sin aristas, que no irriten la piel. En cosmética natural se usan polvos minerales como la piedra pómez y las arcillas y plantas molidas o sus semillas, como las de vainilla, amapola, fresa o frambuesa. También cáscaras y huesos de frutos y cortezas: de almendra, oliva, albaricoque, cacao, nuez, coco, rosa mosqueta, escaramujo, bambú...
  • Enzimáticos: con enzimas vegetales que actúan sobre las capas superficiales de la piel. Los podemos preparar frescos a modo de mascarilla facial utilizando frutas como la papaya, con su acción por la papaína, o la piña, que aporta bromelaína. Las enzimas deben estar en contacto con la piel para liberarse y penetrar en la primera capa, donde favorecen la eliminación de las células más superficiales.
  • Químicos: son geles o cremas con sustancias activas que ablandan la piel y eliminan las células de la capa superficial. Hay activos exfoliantes que, a mayores dosis, actúan a nivel más profundo y deben ser administrados y controlados por un profesional, ya que la piel literalmente se cae, se enrojece y necesita muchos cuidados posteriores, especialmente cuidarse del sol con bloqueadores.

En cuanto a los peelings químicos, en cosmética natural se usan los AHA o alfahidroxiácidos. Entre ellos encontramos ácidos como el cítrico, presente en los extractos de naranja y de limón; el ácido glicólico de la caña de azúcar; el ácido láctico de la leche; el salicílico de la gualteria, o los ácido málico y tartárico de las manzanas, uvas, arándanos y otras frutas.

Cómo elegir el peeling y usarlo bien

¿Tienes la piel sensible? Aunque cualquiera puede beneficiarse de la exfoliación, es importante conocer tu tipo de piel, pero sobre todo no tener una piel sensible, problemática o hipersensible. El tiempo de tratamiento y el tipo de exfoliación dependerá en gran medida del estado de la piel. Consultar con un dermatólogo es la mejor opción para no errar en la elección.

  • Qué tipo de peeling elegir. Para pieles secas, normales y mixtas se recomienda un peeling químico suave o uno enzimático una vez cada 20 o 30 días. Las pieles grasas, en cambio, necesitan una exfoliación cada dos semanas y pueden aplicarse exfoliación física con partículas suaves, enzimáticas o con AHA.
  • Frecuencia. Los efectos del peeling pueden durar de 2 semanas hasta un año. Los suaves deberían reiterarse cada 15 días para poder mantener la piel luminosa y joven; los profundos duran hasta un año, pero deben ser administrados y controlados un especialista.
  • Proteger la piel del sol. Tras un peeling superficial, la piel suele estar sensible 1 o 2 días. No te expongas al sol y aplica un protector solar todos los días que dure el tratamiento, especialmente si te haces un peeling para quitar manchas.