Jon Kabat-Zinn es uno de los científicos que más ha contribuido a investigar y divulgar los efectos de la meditación en la reducción del estrés y en la salud. Gracias en parte a su labor, términos como mindfulness o "atención plena", una forma de meditación que se aplica a la vida cotidiana, resultan cada vez más familiares en Occidente.

Kabat-Zinn ha desarrollado el programa MBSR (Mindfulness Based Stress Reduction) y es autor, entre otros libros, de Vivir con plenitud las crisis (Ed. Kairós), Mindfulness en la vida cotidiana (Ed. Paidós) y La práctica de la atención plena (Ed. Kairós), que escribió "para inspirar a las personas que se aman lo suficiente como para querer meditar".

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Observar y tomar distancia

Una de las primeras cosas que se observa al empezar a meditar es lo activa que es nuestra mente, la cantidad de pensamientos que vienen y van. Meditar consiste en observar, tomar conciencia de cómo funciona la mente y aprender a separarse de lo que se piensa y se siente.

A veces se interpreta que meditar es apartar los pensamientos, pero eso no es posible y solo lograremos frustranos. Estos aparecerán, no podemos evitarlos, pero si no haces nada con ellos se disipan solos.

Una imagen muy poderosa para comprender esto es verlos como burbujas de jabón. Jon Kabat-Zinn lo explica de forma muy clarificadora: la conciencia sería como el dedo que toca la burbuja: solo tocarla, solo despertar la conciencia, esta hace «puf». No hay que hacer nada más.

Cuando eres capaz de observar así tus pensamientos y emociones, aceptándolos y no aferrándote a ellos, dejas el papel del protagonista y te pones en el de observador o testigo. Ya no te identificas con lo que piensas o sientes y puedes responder a las situaciones de forma más serena.

Las 7 actitudes que se refuerzan con el mindfulness

Cómo consecuencia de la practica continuada del mindfulness, nuestras actitudes vitales se van modificando y enriqueciendo, llevándanos a un estado de mayor serenidad y bienestar.

  1. Aceptación. Se trata de permitir la realidad del presente sea cual sea, sin oponernos a ella. No es resignarse, sino tan solo reconocer la realidad presente. De ese modo nos sentimos en sintonía con la vida, en contacto con nuestro verdadero ser.
  2. Soltar o dejar ir. El apego es producto del ego y choca con una característica básica de la realidad: la impermanencia. Nada del mundo material, físico, mental, emocional y espiritual permanece estable mucho tiempo. Al meditar aprendemos a desapegarnos y nos abandonamos a la experiencia.
  3. Abstenerse de juzgar. La mente emite juicios automáticamente a todas horas, sobre uno mismo y los demás. Al tomar conciencia de ello y dejar de identificarnos con esos juicios, ganamos empatía, mejoramos nuestras relaciones y nos sentimos más libres.
  4. Mente de principiante. El desarrollo de la atención plena y la meditación nos pone en el punto de observación del que ve las cosas por primera vez. Aprendemos a observar todo con la curiosidad del investigador, del niño ávido de aprender y de descubrir cosas que antes normalmente se nos pasaban por alto. Nuestro día a día cambia de color.
  5. Amor. El amor debe impregnar todo el proceso de observación de la realidad. La realidad tiene que ser algo que nos es muy querido, porque el presente es lo que nos ha tocado vivir. Sentimos así que el presente nos es dado como un regalo y, como cualquier regalo, es siempre inesperado y novedoso, algo que debemos desvelar.
  6. Paciencia. Comprendemos y aceptamos que, a veces, las cosas, las expectativas, llegan cuando tienen que llegar, no antes. Para ello basta con estar totalmente abierto a cada momento.
  7. Confianza. Es mucho mejor confiar en nuestra intuición y en nuestras propias impresiones, aunque podamos cometer «equivocaciones» en el camino, que buscar guías fuera de nosotros mismos. Aprendemos a confiar y a desarrollar nuestra propia sabiduría innata.