Mucho se ha escrito sobre cómo afecta a los niños la separación de sus padres pero también hay que estar muy atentos a la época anterior a esa decisión, ya que suele ser una etapa, más o menos larga, en la que la pareja atraviesa una crisis de la que los niños son testigos privilegiados.

Aunque muchos padres o madres piensan que sus hijos son pequeños y no se enteran de nada, eso no es cierto ya que los niños perciben una tensión familiar a la que no están acostumbrados.

Ven discutir a sus progenitores, son testigos de reproches, comentarios en los que se habla de ruptura e, incluso, de alguna escena de violencia.

En ocasiones ven cómo sus progenitores ya no duermen juntos o que uno de ellos dice que se va de casa por unos días.

Si esta situación de crisis se alarga, los niños la viven en silencio y soledad, ya que a menudo los padres están más ocupados en intentar solucionar sus problemas o en ocultarlos que en permanecer con los hijos, y esta vivencia puede generar mucho malestar en los pequeños.

Conviene, por tanto, que los adultos tengan en cuenta a sus hijos cuando entren en esta etapa, que no se olviden de que están ahí y que cuando comiencen a pensar en una ruptura definitiva puedan hablarles con sinceridad sobre ella.

¿Cómo hablar con los hijos del divorcio?

Independientemente de la edad de los niños, toda ruptura supone para ellos la pérdida de una situación familiar que tenían interiorizada y que, aunque pudieran existir ciertas diferencias, les comportaba una estabilidad.

Como ante cualquier otra pérdida, los hijos, al igual que los padres o madres, tendrán que elaborar un duelo y eso conlleva un tiempo y un trabajo de contención y acompañamiento por parte de los adultos.

Este duelo está teñido también de muchos sentimientos contradictorios y es muy frecuente que los hijos, en un primer momento, lleguen a sentirse culpables de la ruptura de sus progenitores, achacándolo a su "mal comportamiento" o a los problemas que han podido ocasionarles con su forma de ser. Aparece también la tristeza por la separación y un gran número de fantasías acerca de su futuro.

Los padres, pese a que están inmersos en su propio dolor, deben pensar que han roto con su pareja pero que no deben abandonar sus obligaciones parentales.

Para ayudar a sus hijos pueden servirles los siguientes consejos:

  1. Comunicación conjunta. Es conveniente que sean los dos padres a la vez quienes les hablen de la decisión y les expliquen los acuerdos que han tomado respecto a ellos, así como que puedan opinar sobre las cuestiones que les atañen.
  2. Preguntas. Hay que fomentar que los hijos puedan plantear todas las cuestiones que se les ocurran y contestarles, en función de su edad, de manera sincera, sin entrar en detalles dolorosos y que quizá ellos no puedan comprender por ahora.
  3. Buscar lo mejor. Se debe transmitir la idea, en los términos correspondientes a su edad, de que la separación se ha hecho para mejorar la situación de toda la familia, puesto que se había llegado a un grado de conflictos e infelicidad entre los padres que no era bueno para nadie.
  4. No culpabilizar. Hay que procurar no culpar a nadie de la separación, ni a los hijos ni a ninguno de los cónyuges, así como no hablar mal de la ex-pareja. Comunicar los propios sentimientos en primera persona, explicándoles que lo estamos pasando mal y que la decisión que se ha tomado, aunque difícil, es la mejor para todos.
  5. Garantizar el amor. Los niños deben saber que sus padres les siguen queriendo igual que antes, pues únicamente son los padres quienes han dejado de quererse lo suficiente como para vivir juntos. No utilizar a los hijos en la separación para obtener beneficios personales.
  6. Dos hogares. Hay que explicarles que ahora tendrán dos casas en la que dispondrán de todo lo necesario para estar lo mejor posible. La forma de afrontar las adversidades puede ser más educativa que un discurso. Lo que ocurra con el desarrollo psicológico de los hijos dependerá mucho de este momento, de lo que se les haya explicado, del clima de cordialidad y confianza mutua que se haya generado y del respeto que se haya mostrado.