La sensación de inquietud que nos atraviesa a veces, lo que identificamos con estar en estado de nervios, es fruto de un cúmulo de emociones que no estamos sabiendo gestionar.

Es habitual que muchas personas que están pasando un momento emocional difícil sientan que necesitan relajarse y se acerquen al yoga de forma puntual. Y esta práctica ayuda en ese momento. Sin embargo, es probable que al volver a nuestros escenarios cotidianos recuperemos los ritmos de respiración y movimiento que nos generan el estrés.

Solo si incorporamos las rutinas de la práctica del yoga a nuestro día a día podremos hacer nuestra la capacidad de acceder a un estado de serenidad.

Si quieres comprobar los beneficios del yoga, quizá te interese el curso de iniciación al yoga de Escuela Cuerpomente.

Yoga puntual vs yoga como hábito

Con la práctica esporádica del yoga accedemos a un mayor sosiego que tiene que ver con el cambio en los ritmos respiratorios y de movimiento.

La respiración lenta y profunda a la que vamos accediendo a lo largo de la sesión genera cambios en nuestro sistema nervioso, poniéndolo en modo descanso y digestión, y regalándonos una química que favorece el bienestar. Sin embargo, una sola sesión de yoga tiene un efecto perecedero, como si tomáramos una pastilla. Estamos controlando el síntoma pero no nos ha dado tiempo de ocuparnos de lo que lo genera.

En cambio, si incorporamos las rutinas de la práctica del yoga a nuestro día a día aprenderemos a acceder a un estado de serenidad. Así podremos no estar totalmente en manos de nuestros estados emocionales.

Lo que ocurre con la práctica mantenida a lo largo del tiempo es que no solo se producen cambios físicos o químicos puntuales en el cuerpo, también la información sobre cómo funcionamos y sobre nuestras capacidades se modifica. Esto abre la posibilidad a un mejor manejo de los efectos de las emociones que vivimos.

3 beneficios emocionales extra al practicar yoga a diario

El yoga provoca efectos sobre nuestra química corporal y eso nos proporciona buenas dosis de plenitud y alegría. Pero, además, la práctica de yoga de forma habitual nos lleva a vivir tres experiencias que nos ayudan a vivir el día a día de forma más serena: se ejercita el cambio de estado, se practica el dejar de hacer y se explora lo inusual. Esto se materializa en tres beneficios emocionales:

1. Desarrollas el hábito de observar antes de actuar

Uno de los beneficios de practicar yoga de forma habitual es que das tiempo a que tus emociones se desplieguen sin dejarte llevar por ellas. Y por otro lado, tu desgaste es mucho menor y dispones de energía suficiente cuando es el momento de la acción.

  • Cuando alguien pasa del “vengo a probar, pero ya te digo que soy incapaz de relajarme” al “no sé qué ha pasado pero nunca me había relajado así”, ha dado el primer y gran paso para empezar a gozar de una vida más serena.
  • En una misma sesión de yoga podemos pasar de un estado activo en el que hay movimiento, resistencia o fuerza, a un estado pasivo en el que solamente observo cómo el cuerpo se recupera de lo anterior.
  • Hacer consciente esta sencilla experiencia, la de ser capaz de pasar de la actividad al reposo, genera grandes cambios en la autoimagen de las personas que se consideran prisioneras de su necesidad de actividad. Y la observación se revela como la llave de acceso: cuando decido parar, lo más eficaz es observar qué hace el cuerpo para conseguirlo.
  • Pero a veces, la angustia llega de la dificultad para ponerse en movimiento. Observar cómo pasamos de un estado de reposo a la actividad nos dará información esencial sobre nuestros ritmos y necesidades para iniciar un gesto con máxima vitalidad. Muchos han descubierto que no son perezosos, solo necesitan un tiempo que no se daban para cargar las pilas antes de ponerse en movimiento.

2. Relativizas los sucesos y crees que pueden llegar cambios

Cuando de camino hacia al estado de reposo la persona es invitada a observar lo que está ocurriendo, aparece otra situación que genera un cambio profundo: la experiencia del yoga nos confirma que las cosas cambian incluso si no hacemos nada para provocarlo, algo de gran ayuda para mantener la tranquilidad.

Y es que, sin que la persona haga nada –solamente observar– percibe cómo su ritmo cardíaco varia, también su respiración, cómo aparecen cambios de tensión en distintos lugares del cuerpo o cómo incluso las sensaciones de dolor pueden cambiar de intensidad, igual que la temperatura.

Hacer el paso de observarlo en relación con las sensaciones físicas a observarlo en relación con las emociones, es solo cuestión de tiempo. Es decir, el yoga nos permite reconocer que, a pesar de nosotros, todo pasa.

3. Te atreves a coger caminos distintos a los habituales

Sentarnos en el suelo cuando pasamos toda la jornada en una silla o en pie. Levantar los brazos cuando hemos pasado todo el día con las manos sobre el teclado. Movernos lento después de horas corriendo. ¡O movernos después de horas de quietud! Cualquiera de estos gestos puede ser la inspiración que necesitamos para dar un paso en una nueva dirección.

Otra de los temas interesantes que la práctica habitual de yoga te permite comprender por experiencia es que recorrer caminos distintos te lleva a distintos lugares. Cuando estamos en una situación difícil, abrir el espacio a nuevos gestos o a gestos poco habituales nos hace darnos cuenta que el camino para salir de ella está fuera del automatismo.